–¿Qué causas explican las turbulencias financieras?

–Las turbulencias son una consecuencia de la desregulación del mundo de las finanzas globales. Lo ocurrido en esta ocasión se parece mucho a la crisis de 1998, cuando quebró el fondo Long Term Capital. Cambian los actores y los activos, pero siempre se generan burbujas. En este caso la especulación se dio en el mercado hipotecario. Hasta que no se genere una regulación financiera internacional prudente estos episodios seguirán repitiéndose cada tres o cuatro años.

–Después de 1998 se pusieron algunas restricciones para la inversión en los fondos, ¿por qué esas restricciones no impidieron esta nueva burbuja?

–Cuando hay una crisis, los países desarrollados se asustan y toman medidas, pero cuando la situación se normaliza empiezan a flexibilizar las normas referidas al dinero que se les puede prestar a los hedge funds y las garantías que se exigen a cambio. Además, muchos fondos están domiciliados en paraísos fiscales donde no hay una buena regulación y supervisión.

–¿Qué impacto tendrá la crisis financiera en el país?

–Argentina está mucho mejor preparada para enfrentar una crisis. Sus reservas crecieron, mantiene superávit fiscal y comercial, se está desendeudando y no tiene muchas necesidades financieras. Además, se han resistido las presiones para levantar los encajes y los controles de capitales. Si esto hubiera ocurrido en los ’90, hoy tendríamos una crisis pavorosa porque hubiera entrado mucho más dinero y eso habría generado una volatilidad muy fuerte. La estrategia de no depender del ahorro externo, comparativamente con otros países emergentes, nos deja mucho mejor preparados.

–¿Va a subir la tasa de los créditos?

–No hay perspectiva de que suban las tasas porque los bancos están muy líquidos. La iliquidez se da en el mercado interbancario y los préstamos de corto plazo, pero no afecta a las tasas que son significativas para la economía real.