Martes, 13 de mayo de 2008 | Hoy
EL MUNDO › YA SON 61 LOS MUERTOS EN ESTA GRAVE CRISIS; EL PAíS NO LOGRA ELEGIR PRESIDENTE
El ejército continuó desplegándose en áreas de tensión como Trípoli. El gobierno no negociará “a punta de pistola” con Hezbolá.
Líbano no encuentra salida a la crisis. Nuevos enfrentamientos se produjeron ayer en el norte del país con un saldo de un muerto y cuatro heridos. El ejército continuó desplegándose en las áreas de mayor tensión, mientras el gobierno, aliado de Estados Unidos, prometió que no negociará a punta de pistola con el movimiento opositor Hezbolá, respaldado por Irán y Siria. “(Si los dirigentes de la oposición) quieren dialogar, no es necesario que usen sus armas con el objetivo de cambiar los equilibrios de fuerzas”, dijo el ex presidente Amin Gemayel, uno de los líderes de la mayoría parlamentaria.
Los combates estallaron en la gran ciudad portuaria de Trípoli y fueron de tal envergadura –se utilizó armamento pesado– que obligaron al ejército a retirarse de nuevo tras haberlo hecho el domingo. Recién al final del día, los enfrentamientos se convirtieron en esporádicos. Sin embargo, la presencia de hombres armados seguía siendo numerosa, principalmente en Tebbaneh, el barrio sunnita del norte de Trípoli, que es un hervidero islamista. Por eso, el ejército trataba por medio de sus tanques de recuperar el control del sector, donde persistían los disparos de francotiradores y armas automáticas.
Por la mañana, los opositores chiítas y seguidores del líder su-nnita progubernamental Saad Hariri se enfrentaron cerca de la frontera con Siria, in formó la televisión Al Arabiya. Según la emisora basada en Dubai, se registraron intercambios de disparos en el paso fronterizo de Masnaa.
En cambio, la calma resurgió en las últimas horas en la capital, Beirut, y en la región habitada mayormente por drusos, donde se habían producido enfrentamientos el domingo. Allí, al menos 15 miembros de Hezbolá y 12 seguidores del líder druso Walid Jumbalatt perdieron la vida, según fuentes hospitalarias. Soldados libaneses fueron desplegados en las montañas que rodean la ciudad por el sudeste, un día después de la muerte de 36 personas en esa área, informaron fuentes militares.
No obstante, algunas barricadas levantadas por los rebeldes y sus aliados seguían en pie en las calles de Beirut, mientras que la autopista al aeropuerto de la capital y el paso fronterizo hacia Siria permanecían bloqueados por sexto día consecutivo.
Ante la persistencia del conflicto, el gobierno puso condiciones para dialogar con la resistencia. “Queremos un compromiso solemne de (el líder de Hezbolá) Hasan Nasrala ante la opinión pública, los países árabes e incluso Irán, de que no usará sus armas contra los libaneses”, dijo el ex presidente Amin Gemayel, portavoz del oficialismo.
En medio de una crisis que se proyecta a la región, el secretario general de la Liga Arabe, Amer Musa, llegará mañana a Beirut encabezando una delegación que se reunirá con los dirigentes libaneses para dar con una salida al conflicto. Por su parte, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, saludó ayer a los países de la Liga Arabe por rechazar los enfrentamientos entre partidarios de la mayoría antisiria y de la oposición liderada por el Hezbolá. “Usar la fuerza de las armas contra el propio pueblo es algo claramente ilegítimo”, señaló.
Desde que comenzaron los combates, los más graves desde la guerra civil (1974-1990), al menos 61 personas murieron y casi 200 resultaron heridos. Esta violencia es el último episodio de los 18 meses de parálisis de las instituciones políticas en Líbano, en las que la oposición exige una mayor participación. Ayer, no fue la excepción. Por decimonovena vez, el presidente del Parlamento libanés, Nabih Berri, decidió aplazar la sesión para elegir al presidente del país, que estaba prevista para hoy.
La ola de violencia empezó el miércoles pasado cuando el gobierno echó al jefe de la seguridad aeroportuaria por supuestos lazos con Hezbolá y declaró ilegal la red de comunicaciones del movimiento islamista. El líder de ese partido armado chiíta, Hassan Nasrallah, dijo un día después que la decisión oficial era una declaración de guerra y convocó a una huelga general.
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