Miércoles, 11 de junio de 2008 | Hoy
EL MUNDO › POR LAS MANIFESTACIONES MASIVAS CONTRA EL TLC CON EE.UU.
El gobierno entró en crisis a raíz de la espontánea protesta callejera que se dio en las principales ciudades contra un tratado comercial y el incremento de las importaciones de carne procedentes de Washington.
El primer ministro surcoreano y todo su gabinete renunciaron ayer en un último intento por poner fin a las manifestaciones masivas y salvar al presidente Lee Myung-Bak. Sin embargo, anoche más de 160 mil personas marchaban por las calles de Seúl y las principales ciudades del país en silencio y con una vela en la mano. Pedían que el gobierno dé marcha atrás con el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Washington y prohíba las importaciones de carne vacuna estadounidense. Hace cinco años, hubo un brote de la enfermedad de la vaca loca en el país y desde entonces los envíos desde Estados Unidos están suspendidos. Al cierre de esta edición, el mandatario no había confirmado si aceptaba las renuncias.
La imagen era impresionante. Con el caer de la noche, las principales avenidas de Seúl se iluminaron como si estuvieran cubiertas por una alfombra colorada, que se movía al ritmo de la brisa de la noche. Más de 100 mil personas se autoconvocaron para frenar la “amenaza de la vaca loca” y pedir la renuncia del presidente Lee. Madres con sus hijos, familias enteras y grupos de jóvenes participaban en la última y más grande de una serie de vigilias que lleva más de un mes. “Tengo miedo a la carne estadounidense”, decía anoche una adolescente de 13 años a la cadena británica BBC. “Yo puedo estudiar mucho y conseguir un buen trabajo, pero después voy y como carne y me muero”, agregó.
Como ella, muchos surcoreanos creen que sus vidas y las de su familia corren peligro. Poco importó que el gobierno mostrara que la Organización Mundial de la Salud Animal, con base en París, certificó el funcionamiento de los criaderos norteamericanos. Según sostienen, el gobierno estadounidense prohibió en 1997 el uso de alimento reciclado –fuente principal de contagio– para el ganado. No obstante, seis años después sus exportaciones de carne provocaron un brote de la enfermedad entre el ganado surcoreano.
Desde el anuncio en abril hasta anoche, los temores de un nuevo contagio fueron creciendo y politizándose hasta convertirse en una crisis política nacional. “Claramente esta es una lucha por la democracia. Lo que está en juego es quién toma realmente las decisiones sobre el bienestar de la gente”, aseguró Christian Jun Park, uno de los miles de surcoreanos que ayer intentaba sortear los cordones policiales para llegar a la Casa Azul, la sede presidencial. Según explicó, el gobierno estadounidense forzó al presidente Lee a reanudar las importaciones de carne a cambio de aprobar el TLC, un objetivo central de la campaña del mandatario asiático.
Antes de la suspensión de 2003, Estados Unidos exportaba 850 millones de dólares de carne al año. Era su tercer mercado en el mundo. En enero de 2006, como un gesto hacia uno de sus principales aliados en el mundo, el anterior gobierno surcoreano aceptó levantar la prohibición y reabrir el mercado de carne vacuna deshuesada, alimentada por bovinos de menos de 30 meses. Sin embargo, a los pocos meses volvió a suspender los envíos porque no cumplían con las reglas sanitarias y contenían pequeños fragmentos de huesos.
Con el brote de 2003 y el fiasco de 2006 en mente, cientos de surcoreanos salieron inmediatamente a protestar cuando el presidente Lee anunció en abril que le daba otra oportunidad a Washington. Según el gobierno de Seúl, eran grupos antinorteamericanos que rechazan la alianza con la potencia mundial y, principalmente, las bases militares que aún hoy mantiene en el país.
Pero con el correr de las semanas la histeria, el miedo y las manifestaciones se multiplicaron. El lunes, tras reconocer que no había escuchado los reclamos de sus ciudadanos, el presidente Lee anunció que enviaba una comitiva a Washington a renegociar las exportaciones de carne. Su propuesta es que el país sólo importe ganado de menos de 30 meses, es decir, dos años y medio. Según las investigaciones científicas, la enfermedad de la vaca loca recién se desarrolla en animales de entre cuatro y cinco años.
Sin embargo, la medida parece no haber tenido efecto sobre la sociedad surcoreana, que anoche seguía demandando su renuncia. Anche, los medios locales especulaban con que Lee intentaría descomprimir la situación aceptando la renuncia de la mayoría del gabinete.
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