Desde Madrid

Ocho meses después de aquel famoso “¿por qué no callas?” el presidente de Venezuela Hugo Chávez y el rey Juan Carlos de España se encontraron ayer en la residencia veraniega del monarca en Palma de Mallorca para dejar bien claro que las tensiones diplomáticas entre ambos países han sido superadas. Tres horas más tarde, el mandatario venezolano se reunió con José Luis Rodríguez Zapatero en el Palacio de La Moncloa en una cumbre en la que el petróleo y la inmigración fueron los temas principales.

La diplomacia española venía trabajando desde mayo, cuando se realizó la cumbre de la Unión Europea y los países latinoamericanos en Perú, para destrabar la embarazosa situación en la que habían quedado empantanadas las relaciones entre ambos países luego de que en la última cumbre iberoamericana en Santiago de Chile el rey había mandado a callar de mala manera al líder venezolano que no dejaba de criticar el rol de las empresas españolas en América latina. A pesar de que ayer estaba todo bien atado por el personal de ambas cancillerías, el retraso de Chávez en acudir a la cita con el rey –llegó una hora tarde– hizo temer por un momento a los funcionarios españoles de que se produjera un inesperado desplante.

Pero Hugo Chávez finalmente apareció en medio de una jornada de sol abrasador que había hecho subir los termómetros más de lo habitual, lo que ocasionó que el venezolano terminara por comparar Mallorca con el Caribe –“parece Cuba, Jamaica”– y hasta se permitiera sugerir al monarca “¿por qué no nos vamos a la playa?”. El comentario sirvió para relajar el ambiente, momento que el rey aprovechó para sorprender a Chávez regalándole una camiseta con el famoso “¿Por qué no te callas?” estampado. Chávez contó luego la anécdota a los periodistas en Madrid, donde se trasladó para reunirse con Zapatero, pero no pudo encontrar la camiseta para mostrarla. Con su habitual desparpajo, el mandatario venezolano afirmó que le había dicho en tono de broma al rey: “Creo que usted me debe algo de dinerito”, haciendo alusión a los derechos de autor de la frase. “Vamos a medias”, le respondió Juan Carlos a las carcajadas. La reunión, que duró poco más de una hora, se produjo en la residencia veraniega de los reyes, el señorial Palacio de Miravent, el mismo sitio donde el pasado verano los monarcas recibieron a la por ese entonces candidata presidencial argentina Cristina Fernández de Kirchner.

Con las risas de su majestad resonando en los oídos el venezolano se dirigió a Madrid donde lo esperaba José Luis Rodríguez Zapatero con quien mantuvo una breve reunión en La Moncloa para luego compartir una comida. A esta cita Chávez también llegó tarde, sólo que esta vez el retraso era de apenas cuarenta minutos. En la conversación con Zapatero, que duró poco menos de una hora, Chávez sacó a relucir la espinosa cuestión de la inmigración. El venezolano viene de criticar con dureza la Directiva de Retorno aprobada por la Unión Europea y hasta ha afirmado que no venderá petróleo a los países que la apliquen. Un poco más conciliador, ayer afirmó que no quiere “tener que llegar a una confrontación” y propuso el armado de una mesa de diálogo para discutir sobre la política migratoria entre los países de la unión y los del continente latinoamericano.

Como no podía ser de otro modo, el petróleo tuvo también su sitio en la cumbre de ambos mandatarios. Chávez mostró su interés en que la empresa Repsol inicie nuevos proyectos en la faja del Orinoco, una de las mayores reservas petroleras del mundo. Las empresas españolas se quejan de la supuesta falta de seguridad jurídica en Venezuela y han retraído sus habituales inversiones en la zona. La reunión de ayer, según fuentes del gobierno español, servirá también para despejar estos fantasmas y dar una normalización definitiva a las relaciones entre ambos países. En la conferencia de prensa que ambos presidentes ofrecieron luego Rodríguez Zapatero calificó como muy positivo el encuentro y afirmó que espera que “las relaciones discurran por la senda de la cooperación y el trabajo”.

Hugo Chávez llegó a España acompañado por sus ministros de Asuntos Exteriores, Nicolás Maduro; de Energía, Rafael Ramírez, y Comunicación, Andrés Izarra. En el almuerzo que mantuvo con Zapatero se hallaban representando a España el canciller Miguel Angel Moratinos, el cada vez más poderoso ministro de Industria, Miguel Sebastián, y la secretaria de Estado para Iberoamérica Trinidad Jiménez. Chávez concluye con este encuentro la gira internacional que lo ha llevado a Rusia, Bielorrusia y Portugal.