El Vaticano llegó a Ecuador para rechazar la nueva Constitución. Esta semana la Santa Sede envió a un delegado a Quito para apoyar a su gente. Hace una semana el alto clero ecuatoriano lanzó una declaración de guerra al gobierno de Rafael Correa. “Estamos en una guerra, en una guerra de paz para defender los principio morales”, había advertido el presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, monseñor Antonio Arregui. El miércoles a la noche el representante de Benedicto XVI respaldó la ofensiva local. “La Iglesia tiene que intervenir incluso en política para dar orientación moral, a fin de que las acciones puedan ser bien enderezadas”, explicó el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez.

Desde que se aprobó la nueva Constitución, a finales de julio pasado, la Iglesia Católica dejó bien claro que hará todo lo posible para frenarla. Según la jerarquía religiosa, la nueva Carta Magna, que debe ser ratificada en un referéndum el próximo 28 de septiembre, deja la puerta abierta para el aborto, rompe con el monopolio de la educación católica y promueve la libertad religiosa, separando del todo al Estado de la Iglesia Católica. “Además la Constitución equipara la unión de homosexuales a una familia”, cuestionó monseñor Arregui, no bien fue publicado el texto final.

Oficialmente el cardenal llegó el lunes a Quito para participar del Congreso Misionero, que se realiza en esa ciudad toda la semana. Sin embargo, lo primero que hizo el clérigo al pisar territorio ecuatoriano fue reunirse con el presidente Correa, un ex misionero y fiel creyente en la Teología de la Liberación. No se sabe cuál fue el tono del encuentro, pero días antes, el mandatario había calificado de “mentirosos” a los sacerdotes que se oponían a la nueva Constitución desde los púlpitos. Fuentes del gobierno confiaron a este diario que, junto con el gobierno opositor de Guayaquil, la Iglesia Católica es una de las principales preocupaciones para la campaña que arrancó ayer. Según una encuesta de la empresa Santiago Pérez Investigación y Estudios publicada ayer, el 49 por ciento de los ecuatorianos estaría a favor de la nueva Carta Magna. La cifra negativa es que los indecisos sumarían un 44 por ciento. Correa necesita la mitad más uno de los votos para aprobar su Constitución.