Miércoles, 3 de septiembre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › BUSH HABLó DESDE LA CASA BLANCA Y EN LOS PASILLOS ABUNDAN LOS RUMORES SOBRE PALIN
Tras el paso del inoportuno Gustav por Nueva Orleans, arrancó la convención republicana con discursos de Bush, Thompson y Lieberman. Pero la comidilla de Minneapolis eran los tropiezos de la candidata a vice de McCain.
Por David Usborne *
Desde St. Paul, Minnesota
Después de un comienzo de bajo tono el lunes, por la embestida del huracán Gustav en la costa del Golfo de México, los republicanos volvieron a poner la atención en su convención partidaria en St Paul. Aunque la tormenta le impidió al presidente George Bush hablar en el Xcel Energy Center, se dirigió a los delegados vía satélite. “Vivimos en un mundo peligroso. Y necesitamos un presidente que entienda las lecciones del 11 de septiembre de 2001: que para proteger a Estados Unidos debemos mantenernos en la ofensiva, impedir los atentados antes de que se produzcan y no esperar a ser golpeados de nuevo. El hombre que necesitamos es John McCain”, dijo desde la Casa Blanca.
Pero el primer orador de la noche había sido el actor y ex candidato a la investidura del partido Fred Thompson, quien destacó la firmeza del candidato oficialista. “Fuerza. Coraje. Humildad. Sabiduría. Deber. Honor. Hay dos preguntas que no tendremos que hacernos nunca: ¿quién es este hombre? y ¿por qué deberíamos confiar en él para la presidencia?”, dijo el ex senador por Tennessee.
Luego le tocó el turno a Joe Lieberman, el independiente de Connecticut. Algo que raramente se ve en la política republicana es que el horario pico sea ocupado por una importante figura de un partido opositor. Hace sólo ocho años que Lieberman aceptó el puesto de vicepresidente en la boleta de Al Gore en la convención demócrata.
Los organizadores de la convención esperan que el discurso de aceptación de mañana de McCain sea el momento cúlmine de la semana, aunque difícilmente pueda equipararse a la alocución de la semana pasada de Barack Obama. Con todo, tendrá que competir con lo que pasa esta noche cuando Sarah Palin suba al estrado para aceptar la nominación a vicepresidenta.
El interés de los delegados –y del país– difícilmente será superficial.
Lo que está en juego para esta mujer de 44 años, madre de cinco hijos y ex reina de belleza, sin duda será mucho. Sabe que el partido delibera sobre sí, al elegirla como su número dos, McCain ha realizado un movimiento electoral brillante o a cometido algo muy parecido a un harakhari político. Sobre este punto, la excitación que sienten los republicanos conservadores parece ser mayor que cualquier consternación ante los datos que se han filtrado sobre la vida de la familia Palin. El mayor, por supuesto, es la revelación de que su hija de 17 años, Bristol, está embarazada y que el padre Levi tiene una boca más sucia que la misma política.
No pasa una hora en St. Paul sin que un nuevo detalle de la vida de Palin recorra los pasillos. Entre los rumores, ayer corrió uno que sostiene que, dentro de sus posiciones sociales conservadoras, ha estado desencantada de que en las escuelas públicas se ofrezca educación sexual, porque la abstinencia es la mejor respuesta. Aparentemente, Bristol nunca se dio por enterada.
Los asesores se están preparando mientras, para un daño colateral que podría surgir de una investigación ética de Palin, ordenada por un comité de la Legislatura del estado en julio. Ha sido acusada por sus enemigos políticos de despedir al ex comisionado de seguridad pública porque no quiso aceptar la presión ejercida sobre él de despedir a un agente estatal que se está divorciando de la hermana de Palin.
La campaña de McCain confirmó que había despachado recientemente a un equipo de abogados y expertos en comunicación hacia Anchorage, Alaska, para ahondar más en el pasado de la gobernadora. Esto fue en medio de los informes de que los esfuerzos anteriores del equipo de McCain para investigar a Palin no se habían ocupado ni siquiera de revisar el periódico local en Wasilla, donde ella era alcalde. Que tanta gente de pronto fuera desplegada en Alaska, provocó las sugerencias de que el pánico se estaba apoderando de los operadores de McCain.
Obama, que suspendió su propio programa de campaña esta semana para monitorear el paso de Gustav, instó a no meterse en los asuntos privados de la gobernadora.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12. Traducción: Celita Doyhambéhère.
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