Miércoles, 15 de octubre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › TRAS EL ESCáNDALO DE CORRUPCIóN, UN ALLEGADO AL FMI SIGUE EN ECONOMíA Y UN MANO DURA EN DEFENSA
Los nombramientos del presidente peruano, que confirmó a diez de los dieciséis ministros renunciantes, permiten avizorar la continuidad de su proyecto de alineamiento con Washington. Pero el nuevo premier intentará dialogar con la oposición.
Por Carlos Noriega
Desde Lima
Nueve días después de que estallara un escándalo de corrupción por el pago de sobornos para la entrega de lotes petroleros que produjo la caída del gabinete ministerial, juró ayer el segundo gabinete del gobierno de Alan García. Pero el nuevo gabinete, presidido por Yehude Simon, político ajeno al partido oficialista y con una trayectoria ligada a la izquierda, es muy parecido al equipo ministerial que encabezó su antecesor, Jorge del Castillo, que trabajó en alianza con la derecha y los sectores empresariales.
De los dieciséis ministros que acompañan a Simon, diez vienen del gabinete de Del Castillo. Entre los que siguen, están el ministro de Economía, Juan Valdivieso, economista ligado al Fondo Monetario Internacional, que ha anunciado un duro programa de ajuste; la ministra de Comercio Exterior, Mercedes Aráoz, una de las principales promotoras del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos; y el ministro de Defensa, Antero Flores Aráoz, hombre que viene de la derecha y que desde su cargo se ha dedicado a defender a los militares acusados de violaciones a los derechos humanos.
El gabinete estará presidido por un hombre que antes militó en la izquierda, que estuvo ocho años presos acusado de mantener nexos con la guerrilla guevarista del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) y que ahora se autodefine como de centroizquierda. Pero los portafolios claves han quedado en manos de la derecha.
También fueron ratificados los ministros de Relaciones Exteriores; Educación, Trabajo, Justicia, Transportes y Comunicaciones, Vivienda y Ambiente. Los cambios se produjeron en los portafolios de Energía y Minas, Interior, Producción, Agricultura y Mujer.
Energía y Minas fue el epicentro del escándalo de corrupción que acabó con el gabinete anterior y cuyo titular, Juan Valdivia, había renunciado apenas estalló el caso de los sobornos; y Salud, sector que enfrenta una huelga médica de un mes que el ex ministro Hernán Garrido Lecca, lejos de poder solucionar incentivó con sus ataques a los médicos.
Al momento de tomarle juramento a Simon, García, apartándose del protocolo, le dijo que le encomendaba tres tareas fundamentales: “defender al país de la dramática crisis mundial que nos amenaza, con obras de infraestructura y la defensa de las inversiones; luchar activamente contra la corrupción; luchar por erradicar la miseria y disminuir la pobreza”.
Fujimori habría intentado asesinar al hoy premier antes de encarcelarlo. Así lo han revelado ex miembros del escuadrón de la muerte Colina durante el juicio a Fujimori. Ellos han contado que les encomendaron la misión de asesinar a Simon, pero la operación fue abortada a último momento.
Ahora Simon es primer ministro y Fujimori está preso, algo que los fujimoristas parece todavía no pueden digerir. Desde el fujimorismo han llegado los principales ataques contra Simon. “No podemos permitir que un terrorista arrepentido sea primer ministro”, ha amenazado Carlos Raffo, congresista fujimorista, desconociendo que en el indulto que se le dio a Simon se señaló que había sido injustamente condenado por el régimen fujimorista.
La designación de Simon despertó expectativas entre la oposición y los gremios laborales de un cambio de rumbo en la política económica neoliberal, pero la formación del nuevo gabinete apunta, más bien, a un continuismo. Y las palabras del presidente García al momento de la jura de Simon, recordándole que una de sus tareas principales es “defender la inversión”, que en la lógica del gobierno equivale a defender el modelo neoliberal, ratifican que la política económica se mantendrá inalterable. Simon confía en sus capacidades de concertador para abrir un diálogo con los sindicatos y los movimientos sociales, que tienen jaqueado al gobierno con una ola de huelgas y protestas, para conseguir una tregua, pero ese diálogo se puede agotar en corto tiempo si no viene acompañado de cambios en la política económica neoliberal, la principal exigencia de estos movimientos. Conciliar la política económica neoliberal del gobierno con su discurso, que pretende acercarse a posturas progresistas, es un reto complicado para Simon.
El nuevo primer ministro enfrenta una difícil tarea al asumir el cargo cuando el gobierno tiene una aceptación que está por debajo del 20 por ciento, enfrenta graves denuncias de corrupción y está acosado por protestas sociales. Simon ofrece un estilo más dialoguista del que hasta ahora ha exhibido un gobierno caracterizado por su intolerancia con la oposición, pero tal vez eso no sea suficiente.
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