EL MUNDO › HABLA MARCO AURELIO GARCIA, DEL PT
“Estamos más fuertes que ante la primera vuelta”
Marco Aurelio García es el “canciller en las sombras” de un gobierno de Lula que, de acuerdo con las últimas encuestas, parece inevitable. En esta entrevista exclusiva con Página/12, habló del estado de la campaña, de las futuras relaciones con Estados Unidos y del plan económico que se ejecutará si, como se prevé, Lula sale electo el próximo domingo.
Por Mercedes
López San Miguel
Marco Aurelio García es uno de los principales ideólogos de la renovación del Partido de los Trabajadores (PT) y posible ministro de Relaciones Exteriores en el caso cada vez más probable de que su candidato, Luiz Inácio Lula da Silva, triunfe en la segunda vuelta del próximo domingo. Marco Aurelio no disimula el optimismo que vive un partido que lleva 22 años esperando la victoria luego de tres postulaciones de Lula. El candidato petista aventaja en todos los sondeos por 30 puntos a su rival oficialista José Serra, del Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB). Actual responsable de la Secretaría de Cultura del Estado de San Pablo y ex secretario de Relaciones Internacionales del PT, García dialogó con Página/12 sobre la recta final de la campaña.
–A una semana de los comicios, ¿cuál es el balance?
–Hubo una impresionante convergencia de fuerzas políticas hacia la candidatura de Lula; yo diría que hoy día, más de la mitad de los diputados y senadores que fueron elegidos en la elección del 6 de octubre van a votar a Lula en la segunda vuelta. Lo que configura una situación de gobernabilidad que los analistas políticos no prevían antes, decían lo contrario: que Lula podía ganar la elección, pero si ganaba tendría problemas terribles porque carecería de las condiciones de gobernabilidad en el Congreso. Esta convergencia que menciono también incluye a alcaldes, gobernadores y da una base muy fuerte y explica por qué estamos en una situación confortable desde el punto de vista de las encuestas.
–¿Qué piensa de la actual campaña por la negativa que lleva adelante el oficialismo?
–Lo que ocurre es muy sencillo: el candidato José Serra está en una situación muy difícil, pasó a segunda vuelta con la mitad de los votos que Lula, y eso significa concretamente que para alcanzar a Lula tendría que ganar alrededor de 1.300.000 votos. Serra se maneja con mucha arrogancia y explota un sentimiento de prejuicio de la sociedad brasileña; trató de decir que Lula no está calificado para gobernar al país y que no tiene ninguna experiencia administrativa y que por eso estaría incluso rehuyendo de participar en los debates. Lo que es una tontería: Lula va a un debate nacional y no a tres como quiere Serra, porque va a dedicar su tiempo a apuntalar las candidaturas de los ocho gobernadores del PT que están en la segunda vuelta y además de los partidos aliados, que suman 14 candidatos al gobierno. Es evidente que eso es muy importante, porque están en juego elecciones fundamentales, como la de Rio Grande do Sul y San Pablo, donde el PT tiene la posibilidad de revertir el cuadro actual y ganar la elección. Es nuestra estrategia concentrarnos en el acercamiento con los candidatos en las campañas estaduales y no participar de tantos debates. No tenemos ninguna dificultad de participar: en los tres debates a los que fue Lula, siempre fue elegido en las encuestas como el que tuvo la mejor performance.
–¿Qué piensa respecto de la comparación que Serra hizo a Lula con Fernando de la Rúa y Hugo Chávez?
–¡Es incongruente! (se ríe), debe elegir a De la Rúa o a Hugo Chávez. Una cosa está clara: De la Rúa no quería cambiar el aspecto esencial del modelo económico que era la convertibilidad; yo me acuerdo que cuando estuvimos en Argentina y nos reunimos con De la Rúa y con Chacho (Alvarez) en agosto de 1999, a nosotros nos parecía que ningún gobierno tendría futuro en Argentina en aquel momento si se mantenía la ley de convertibilidad. Fue un gobierno que no tuvo la voluntad política de hacer los cambios que había que hacer. Y con respecto a Hugo Chávez, o es ignorancia o es mala fe. Chávez existe como expresión de una crisis muy profunda del sistema político venezolano, donde cayeron todos los partidos, incluso los de izquierda. Chávez surgió como un hombre providencial en el medio de eso, tratando de establecer una relación directa con las masas. El caso brasileño es totalmente al revés: nosotros tenemos una experiencia de 22 años de construcción de un gran partido de masas en el país, el PT, que puede o no gustarle a Serra. El PT tiene raíces muy profundas en la sociedad brasileña y tratar de establecer una similitud entre Chávez y Lula no tiene nada que ver.
–Pensando en el último acuerdo con el FMI y teniendo en cuenta que el mayor desembolso será en el próximo año, ¿qué margen de acción queda por delante a la política de “autodeterminación” del PT?
–Es difícil de responder, porque nosotros no tenemos claro cuál será la situación que el país va a vivir el 1º de enero del 2003, eso depende en primer lugar de la reacción de los mercados financieros hacia Brasil; de la evolución de la situación internacional que está pendiente, sea la economía, sea la situación de guerra con Irak, etc. Ahora, nosotros hemos recibido un sinnúmero de señales por parte de los sectores financieros y productivos que están dispuestos a continuar invirtiendo en Brasil. A mí me extrañaría si no fuera así, porque Brasil es una gran economía; fue la octava del mundo y hoy día es la décima después de casi 20 años de recesión o crecimiento mediocre. Significa que tenemos un potencial extraordinario: un gran mercado interno, 170 millones de habitantes, una asociación que puede ser recompuesta con nuestros socios del Mercosur, un lugar estratégico, una diversidad del sistema productivo. Es claro que si hubiera un default en Brasil, tendría una significación internacional; entonces no me parece que podría haber una movida desestabilizadora.
–¿Habrá reestructuración de la deuda externa?
–No, el tema de la deuda no es un problema complicado para el año próximo; es una deuda privada más que pública, pero no hay vencimientos relevantes para el 2003. No estamos pensando en eso, creemos que es posible seguir llevando la situación como hasta ahora; desde luego que lo fundamental del préstamo del organismo internacional no vino –de los 30.000 millones vinieron 3.000, vendrán 3.000 a final de año y los otros 24.000 millones están en veremos–; eso significa concretamente nueva negociación. Brasil tiene un hábito muy grande de negociar y la negociación nuestra es más tranquila que la que ustedes tuvieron, porque con un sistema de cambio flotante acá no nos vimos empujados a una situación tan dramática como la de Argentina.
–¿Cómo respetar los compromisos sin que represente un alto costo social?
–El compromiso fundamental que tenemos es con los cambios sociales en el país, eso lo vamos a hacer. El problema es que en un primer momento, con la vulnerabilidad externa que nosotros hoy día tenemos, obviamente que vamos a tratar de compatibilizar la necesidad de hacer cambios –y tenemos elementos para hacerlo– más allá de la presiones internacionales con la preservación del equilibrio macroeconómico que el país necesita. Tenemos grandes posibilidades en torno de nuestro mercado interno, algunas inversiones significativas que se pueden hacer sin aporte de capital extranjero, exclusivamente con recursos nacionales y creemos que una política de distribución del ingreso tendrá un efecto de reactivación sobre la economía brasileña. Queremos generar un círculo productivo que, sea a través de las exportaciones –que están en alza– o de la revitalización del mercado interno, nos permita cambiar a otro ambiente económico.
–¿Sobre qué bases desean intensificar el Mercosur?
–Vamos a tener que hacer una gran negociación. No queremos restringirnos a una sola zona de libre comercio, sino que deseamos avanzar hacia una política de complementariedad productiva. Esta no depende de nosotros solamente, será una propuesta que presentemos en forma detallada a nuestros socios, en particular a Argentina. La alianza con Argentina es un elemento esencial para la recuperación de los dos países, incluso puede llevarlos más rápido a una política de solución de algunos problemas grandes como los cambiarios.
–¿Por qué enfatizan el ALCA –no en sentido de anexión–, cuando EE.UU no tiene intención de bajar sus barreras proteccionistas sobre todo de los productos agrícolas y el acero?
–Sobre ese punto no hubo divergencia entre los cuatro candidatos de la primera vuelta, porque ninguno mostró disposición a firmar el acuerdo del ALCA con las restricciones actuales.
–El gran endeudamiento de la gestión de Cardoso, ¿para qué sirvió?
–Sirvió para aumentar la deuda y para dejar nuestra situación más vulnerable.
–¿Qué van a hacer respecto al movimiento de los Sin Tierra?
–Hay un compromiso muy claro en el programa de gobierno de llevar adelante la reforma agraria, no es una cosa específica en relación a su movimiento. Todos los sin tierra (con minúscula) están contemplados en el programa de reforma agraria.
–¿Respecto de la mafia del narcotráfico en Río?
–Ese es un grupo de criminales. Tenemos que tener una política de seguridad más fuerte y en lo que se refiere a las acciones internacionales, una protección mayor de nuestras fronteras en contra del narcotráfico y el contrabando de armas. Estados Unidos es el gran mercado de drogas del mundo y también el gran productor de armas que le vende al narcotráfico.
–¿Qué harán con la base de Alcántara?
–Esa negociación la vamos a discutir en el marco de una política más amplia, un debate sobre una reeconstitución de una política de seguridad nacional.
–En el caso del conflicto colombiano ¿tomarán alguna medida?
–Vamos a proteger nuestra frontera y no nos gustaría tener ningún tipo de intervención militar allí.
–¿Cómo verían que EE.UU impulsara la entrada de fuerzas latinoamericanas en Colombia?
–Nos oponemos y no participaremos.