Miércoles, 31 de diciembre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › EL FUTURO PRESIDENTE DE EE.UU. Y SU JEFA DE DIPLOMACIA NO HABLAN SOBRE LA CRISIS EN GAZA
Algunos en Washington ya están presionando al líder demócrata, quien asumirá en veinte días, para que lance una nueva iniciativa de paz en Medio Oriente que reemplace el proceso de Annapolis.
Por Rupert Cornwell *
Desde Washington
Durante la campaña para las elecciones presidenciales, hubo muchas burlas hacia el compañero de fórmula de Barack Obama, Joe Biden, porque sugirió que Obama de presidente sería puesto a prueba por una importante crisis extranjera a pocos meses de asumir el poder. En realidad, la importante crisis apareció antes que asumiera sus funciones, en la forma de un ataque masivo de Israel sobre Gaza y el hombre que, dentro de 20 días, se convertirá en el hombre más poderoso del mundo no ha dicho nada. El silencio de Obama está en concordancia con su insistencia en que Estados Unidos “tiene un solo presidente por vez”. Pero también es una muestra de que la crisis de Medio Oriente que tendrá que enfrentar la próxima administración es un problema sin solución, y –como muchos en la región creen– es una señal que las políticas de Obama allí no serán muy diferentes de las del equipo de Bush.
Inmediatamente después de su victoria el 4 de noviembre, en las capitales árabes las expectativas de que el primer presidente negro de Estados Unidos cambiara la política estadounidense hacia otro rumbo que la posición de la administración Bush pro-israelí. Pero el nombramiento de Obama de Rahm Emanuel como su jefe de gabinete, un decidido partidario de Israel, rápidamente disipó esas esperanzas. También lo hizo la elección de Hillary Clinton como su secretaria de Estado.
Cuando en 1998 era la primera dama, provocó la ira de Israel porque parecía apoyar un estado palestino separado e independiente, mucho antes de que la idea fuera oficial en la política de Estados Unidos. Pero Israel no podía desear una amiga más confiable que la senadora Clinton y luego la candidata Clinton en 2008. Como Obama, ella se mantuvo en silencio esta semana.
La ofensiva contra Hamas todavía puede revolver toda ecuación. Entre los palestinos, es probable que la lucha fortalezca a los extremistas. En el mundo árabe más amplio puede aumentar el resentimiento contra los regímenes pro estadounidense como el de Egipto y Arabia Saudita que no han hecho nada por detener la lucha. Algunos en Washington ya están presionando a Obama para que lance una nueva iniciativa de paz para reemplazar el moribundo proceso de Annapolis. Pero hay dos grandes obstáculos en el camino. Debe esperar por lo menos seis semanas para las elecciones generales de Israel, que pueden producir otro gobierno débil y fracturado. Mientras, hay pocas señales que Hamas y el movimiento Fatah conducido por el presidente palestino Mahmud Abbas resuelvan sus diferencias.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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