EL MUNDO › AUTORIZAN AL EJERCITO PARA LA REPRESION INTERNA

La Doctrina de Seguridad Nacional a la Putin

Después de los macabros acontecimientos del sábado, en que 140 personas murieron en el rescate del teatro Dubrovka en Moscú, el presidente ruso Vladimir Putin ordenó que el ejército entre plenamente a sofocar los conflictos internos en Rusia. Ayer, Amnesty International condenó fuertemente a Moscú.

Rusia marcha cada vez más hacia la dictadura. Después del sangriento rescate de los rehenes del teatro Dubrovka, en que 140 secuestrados y raptores fueron muertos por el gas paralizante empleado para el desalojo, el Kremlin ordenó ayer movilizar al ejército para combatir “el terrorismo” en Chechenia y “cualquier otro punto caliente”, mientras los rebeldes separatistas derribaban el sexto helicóptero militar desde principios de año. El presidente Vladimir Putin anunció que se revisará la doctrina de seguridad nacional para convertir al ejército en un poderoso y rápido instrumento del Estado. La nueva doctrina ampliará los casos en los que se podrán emplear las Fuerzas Armadas, explicó el ministro de Defensa, Sergei Ivanov, tras una reunión de la plana mayor del Kremlin sobre la amenaza terrorista a Rusia y el conflicto de Chechenia.
La Constitución sólo permite el uso del ejército en conflictos internos en condiciones de estado de excepción, que nunca se impuso en Chechenia, por lo que la primera guerra de 1994-96 fue declarada “restablecimiento del orden constitucional”, y la actual, desde 1999, “operación antiterrorista”. De esta forma, el Kremlin busca sentar las bases legales para el empleo del ejército en su propio territorio, para lo cual se extenderían a las FF.AA. las prerrogativas de las tropas del Ministerio del Interior, que a su vez serán transformadas en Guardia Nacional. “Debemos tener en cuenta que la amenaza terrorista a Rusia va en aumento, incluso desde el exterior”, indicó Ivanov. Anteayer, a 48 horas de la operación para liberar a casi 800 rehenes de terroristas chechenos que habían asaltado un teatro de Moscú, Putin dejó claro que responderá con “medidas adecuadas” a “desafíos” similares incluso fuera de las fronteras de Rusia. “En vista de la creciente amenaza del terrorismo internacional de usar armas comparables a las de exterminio masivo, se impartirán instrucciones pertinentes al Estado Mayor General para introducir cambios en los planes de empleo de las Fuerzas Armadas”, señaló.
El presidente y otros dirigentes rusos enmarcaron la operación contra el comando suicida en la lucha internacional contra el terrorismo, restando carácter político al problema de la separatista Chechenia, donde los secuestradores exigían poner fin a la guerra. Respaldado por la solidaridad mundial en la crisis de los rehenes, Putin dijo que este atentado prueba que los extremistas que operan en Chechenia son una “avanzadilla de la internacional terrorista” y descartó negociaciones con los separatistas.
“El presidente ha dicho en voz alta lo que pensamos todos”, comentó con satisfacción el general y diputado Nikolai Bezborodov. Según el militar, Putin “sólo ha repetido las acciones del presidente (norteamericano, George) Bush”, después de los atentados del 11-S en Estados Unidos, cuando Washington “declaró que aniquilará a los terroristas dondequiera que se encuentren”. “¿Por qué Rusia no va a hacer lo mismo?”, sentenció. La prensa interpretó las palabras de Putin como amenaza directa a Georgia que, según el Kremlin, da cobijo a guerrilleros chechenos que realizan incursiones contra el ejército ruso, por lo que Moscú ya había amenazado a Tiflis con “ataques preventivos”. “El presidente está muy decidido, pero lo importante es que los ataques a lugares donde se encuentran los terroristas sean adecuados a la amenaza a Rusia (...) para no crear problemas políticos con Georgia, Europa y todo el mundo”, dijo el diputado Alexei Arbatov.
Putin ordenó crear un Ministerio del Interior de Chechenia, con una plantilla de 12 mil chechenes leales a Moscú, para reemplazar a otros tantos agentes rusos. Ivanov afirmó que el Kremlin mantiene la decisión anterior de reducir paulatinamente el número tropas desplegadas en Chechenia, pero sólo después de que se estructure la policía local.
Entretanto, la guerrilla, dada por derrotada por el Kremlin en abril del 2000, volvió a enseñar los dientes al abatir en la misma base militar rusa de Jankalá, contigua a Grozny, un helicóptero ruso MI-8, en el que murieron sus cuatro tripulantes. Ese derribo elevó a seis el número dehelicópteros abatidos en lo que va del año, el más grave el pasado 19 de agosto, cuando murieron 124 personas a bordo de un Mi-26 gigante.
Mientras tanto, la investigación sobre las muertes del teatro se enredó, más que aclararse, con una declaración de la Fiscalía Rusa que, contradiciendo al Kremlin, afirmó que se habían registrado 45 muertes por balazos entre los rehenes. Enseguida salieron a rectificar: cuatro de esos muertos eran rehenes, el resto eran secuestradores que presuntamente habían sido dormidos por el gas paralizante para luego ser rematados por las fuerzas especiales rusas.

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Vladimir Putin entre los uniformados, que ahora tendrán un papel protagónico en reprimir el disenso dentro de las fronteras rusas.
 
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