Lunes, 24 de agosto de 2009 | Hoy
EL MUNDO › EL PRINCIPAL COMPETIDOR EN LAS ELECCIONES AFGANAS ACUSó AL ACTUAL PRESIDENTE
El Ejecutivo negó las acusaciones del candidato opositor Abdulá Abdulá. La gran mayoría de las denuncias provendrían de la región sur, conocida como “el cinturón pashtún” por la gran predominancia de esa etnia.
Por Kim Sengupta *
Desde Kabul
El principal competidor en las elecciones presidenciales afganas acusó al mandatario Hamid Karzai de ser personalmente responsable por el fraude electoral que, según el candidato, se está llevando a cabo en el país asiático, en lo que fue el ataque más frontal hacia su antiguo jefe.
Los resultados preliminares no estarán disponibles hasta mañana; ayer, sin embargo, Abdulá Abdulá, ex ministro de Relaciones Exteriores de Karzai, convocó una conferencia de prensa en la capital y lanzó sus dardos. “El presidente llevó a cabo un fraude electoral masivo en todo el país a través de su equipo de campaña, de los fiscales electorales y de todo el aparato del Estado”, señaló Abdulá.
“Todo esto está sucediendo bajo su mando; todas las personas responsables por llevar adelante el fraude fueron nombradas directamente por Karzai. El debería haber impedido esta situación”, estimó el candidato. “Los informes que estamos recibiendo son realmente alarmantes”, agregó.
Abdulá precisó que su equipo de colaboradores ya recibió más de cien denuncias por parte de autoridades de mesa acerca de prácticas irregulares durante la jornada de los comicios, el pasado jueves 20 de agosto. Entre ellas, un testimonio relata cómo un jefe de policía y un alto funcionario del gobierno encargado de asuntos electorales habrían sido vistos llenando urnas con boletas de Karzai en al menos seis distritos electorales de las provincias de Kandahar y Ghazni. Además, Abdulá aseguró que muchos observadores electorales de su equipo se vieron impedidos de acceder a las salas de recuento de los sufragios cuando éstos comenzaron.
Desde el equipo de campaña del presidente negaron las acusaciones y dijeron que las mismas formaban parte del discurso de los perdedores. “Estuvieron hablando de fraude incluso desde antes de que las elecciones se llevaran a cabo”, afirmó el vocero Waheed Omar. “A menudo es la única táctica que les queda a los perdedores”, agregó.
Las posibilidades de que emerja una disputa entre los seguidores de Abdulá, en su mayoría tayikos del norte del país, y los de Karzai, pashtunes del sur, reavivó en el país asiático el temor a que se desate una ola de violencia interétnica como la que azotó al país durante los años de guerra civil, al comienzo de la década del ’90. Ayer, por lo pronto, Abdulá instó a sus seguidores a mantener la calma mientras que la Comisión Electoral de Quejas (CEQ), un organismo independiente compuesto por funcionarios internacionales, investiga las denuncias.
La Comisión, por su parte, informó que hasta el momento recibió 225 denuncias de irregularidades electorales, de las cuáles 25 fueron clasificadas como de “alta prioridad” y otras 110 como “prioirtarias”. El jefe del cuerpo de especialistas, Grant Kippen, precisó que las denuncias incluyen casos de “intimidación a los votantes, violencia generalizada y relleno de urnas con votos oficiales”, así como “interferencias” por parte de agentes de la Comisión Electoral Independiente, el organismo designado por el gobierno para supervisar los comicios.
El observador Kippen señaló que hasta el momento no se sabe cuántos votos podrían haber sido manipulados, así como tampoco si éstos serían suficientes como para torcer la tendencia de los comicios.
Lo que sí se sabe, según el funcionario, es que la gran mayoría de las denuncias provendrían de la región sur, conocida como “el cinturón pashtún” por la gran predominancia de esa etnia en esa parte del país. Allí, en un área considerada clave para las aspiraciones reeleccionistas del mandatario, se estima que la participación electoral fue de apenas un 10 por ciento del padrón.
Karzai, ungido como presidente provisional de Afganistán en el 2001 y luego confirmado por las urnas en el 2004 en las que fueron las primeras elecciones presidenciales en la historia del país, necesita más del 50 por ciento de los votos para evitar una segunda vuelta y asegurarse cinco años más en el poder. Según las últimas encuestas publicadas antes de la veda electoral, Abdulá tenía buenas chances de forzar el ballottage.
El presidente Barack Obama, por su parte, ha hecho del triunfo sobre los talibán en este país uno de los objetivos prioritarios de su política exterior. Con más de cien mil soldados extranjeros sobre el terreno, es crucial que estas elecciones sean vistas como la verdadera expresión de la voluntad del pueblo afgano.
Según analistas locales, ese objetivo sería casi imposible debido, fundamentalmente, a dos motivos. En primer lugar, una enorme cantidad de mujeres se vio impedida de votar dada la ausencia masiva de autoridades de mesa femeninas que pudieran llevar a cabo los controles de seguridad realizados durante la jornada de los comicios. Y, en segundo lugar, la bajísima participación en todo el sur del país a causa de las reiteradas amenazas por parte de los islamistas de tomar represalias contra aquellos que fueran a votar.
Observadores informaron que, durante el fin de semana, un grupo de milicianos les cortó los dedos a dos votantes en la provincia de Kandahar. Los habían encontrado con tinta indeleble en sus índices, signo inequívoco de que habían sufragado.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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