Jueves, 24 de septiembre de 2009 | Hoy
EL MUNDO › EN EL DISCURSO DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS
El mandatario señaló cuatro pilares de acción: la búsqueda de un mundo sin armas nucleares, la promoción de paz y seguridad, la lucha contra el cambio climático y una más amplia redistribución de la prosperidad económica.
Por David Usborne *
Desde Nueva York
A veces indignado y a veces retando, el presidente Barack Obama subió al podio de la Asamblea General de las Naciones Unidas por primera vez ayer para emitir un llamado al mundo a rechazar “el antiamericanismo irreflexivo” y unirse a él para recibir una era de cooperación global. En su discurso más completo sobre asuntos exteriores desde que asumió sus funciones, Obama expuso “cuatro pilares” de acción para asegurar un mejor futuro: la búsqueda de un mundo sin armas nucleares, la promoción de paz y seguridad, la lucha contra el cambio climático y una más amplia redistribución de la prosperidad económica.
Reconociendo que Estados Unidos en los últimos años puede haberse quedado corto de expectativas internacionales, Obama reiteró el mensaje que había dado en otros discursos clave alrededor del mundo, especialmente en El Cairo, Ankara y Praga, de que él era una clase de líder distinto. “Estados Unidos está listo para comenzar un nuevo capítulo de cooperación internacional”, prometió al cierre de su discurso.
Menos conciliador fue su tono al exhortar al resto del mundo a responder al cambio que está prometiendo, de aceptar más honestamente sus responsabilidades para manejar las crisis mundiales y cumplir las promesas expresadas en el estatuto de la ONU. “Debemos abrazar una nueva era de compromiso basada en los intereses y respetos mutuos, y nuestro trabajo debe comenzar ahora”, dijo. “No se equivoquen, éste no puede ser sólo un esfuerzo de los estadounidenses. Aquellos que solían castigar a Estados Unidos por actuar solo en el mundo no pueden ahora pararse a observar que Estados Unidos resuelva solo los problemas del mundo. Llegó la hora para que todos nosotros asumamos nuestra cuota de responsabilidad en la respuesta global o los desafíos globales.”
“Debemos admitir que no estamos viviendo a la altura de esa responsabilidad”, afirmó haciendo una lista de las calamidades desde ataques terroristas a genocidios, atrocidades masivas, el deshielo de los glaciares y enfermedades pandémicas. “No digo esto para sembrar el terror, sino para establecer un hecho: la magnitud de nuestros desafíos debe enfrentarse con la medida de nuestras acciones.”
A medida que Obama progresaba, las interrupciones de los aplausos corteses se hacían más frecuentes. Aplaudieron cuando habló de su decisión de prohibir la tortura en Estados Unidos, cuando se comprometió a terminar con el sufrimiento en Darfur (Sudán) y cuando prometió presionar por la paz en Medio Oriente. Aplaudieron cuando dijo que no hacía ningún bien pretender que Israel no cargaba con alguna responsabilidad por ese conflicto. Y también lo hicieron cuando castigó a los palestinos por equivocarse “cuando eligieron ataques vitriólicos contra Israel”.
El presidente sabía que tenía un margen de capital con su audiencia de Nueva York simplemente por el hecho de no ser su predecesor. No necesitó mencionar a George W. Bush por su nombre. Apuntando que hoy, Estados Unidos se ha “comprometido nuevamente con las Naciones Unidas”, dijo: “Hemos pagado nuestras cuentas”. Y respecto de frenar el calentamiento global advirtió que Estados Unidos se había corrido de “observador a líder”.
Obama sostuvo que el “persistente escepticismo y desconfianza” que siente el mundo hacia Estados Unidos en parte se debía “a malas percepciones y a la equivocada información sobre mi país”. Pero aludiendo claramente a la invasión de Irak en 2003, sugirió que también se debía a “la creencia que sobre ciertos temas críticos, Estados Unidos actuó unilateralmente, sin considerar los intereses de otros. Esto alimentó un antiamericanismo irreflexivo”. Pero eso, advirtió, “sirvió demasiadas veces como una excusa para nuestra inacción colectiva”.
En cuanto a la ONU, dijo, a veces “se ha convertido en un foro para sembrar la discordia en lugar de forjar un terreno común; un lugar para jugar a la política y explotar las quejas en lugar de resolver problemas. Después de todo, es fácil subirse a este podio y señalar con el dedo y provocar divisiones”. El discurso fue el momento cúlmine de cuatro intensos días de compromisos diplomáticos para Obama.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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