EL MUNDO › EL ATENTADO FUE REIVINDICADO POR UN GRUPO REBELDE SUNNITA, PERO IRáN ACUSó A EE.UU. Y PAKISTáN

Ataque contra la Guardia Revolucionaria

Al menos treinta y cinco personas murieron ayer por un atentado suicida en el sudeste iraní, entre ellas siete altos jefes de los Guardianes. Sucede horas antes de la reapertura del diálogo de Irán con las potencias occidentales.

Al menos treinta y cinco personas murieron ayer en el sudeste de Irán en un atentado que decapitó a la jefatura local de la Guardia Revolucionaria, el ejército ideológico del régimen. Según fuentes del Poder Judicial iraní, el atentado fue reivindicado por el grupo rebelde sunnita Yandallah (Soldados de Dios). Sin embargo, a horas de la reanudación de las negociaciones en Viena junto a las potencias occidentales por su programa nuclear (ver recuadro), Teherán acusó a Washington de estar detrás de los ataques. “Lo que sucedió constituye un signo de animosidad de América del Norte hacia nuestro país”, denunció Ali Lariyani, presidente del Parlamento del país persa. “El ataque es un signo de la arrogancia global y de sus elementos extranjeros que operan a sueldo”, afirmó, a su turno, la propia Guardia Revolucionaria a través de un comunicado emitido luego del atentado.

De inmediato, el gobierno de Estados Unidos condenó el atentado y negó cualquier implicancia en los hechos. “Condenamos este acto terrorista y lamentamos la pérdida de vidas inocentes”, señaló desde Washington Ian Kelly, vocero del Departamento de Estado. “Las acusaciones que vinculan a nuestro país con el ataque son absolutamente falsas”, insistió el funcionario.

El atentado se produjo a las ocho hora local en la ciudad de Pishin, fronteriza con Pakistán, cuando los comandantes de la Guardia Revolucionaria participaban en una reunión con jefes tribales de la provincia de Sistan-Beluschitán para reforzar la unidad entre chiítas y sunnitas. Las pretensiones de unidad estallaron por los aires. “Un hombre que cargaba explosivos se infiltró en la reunión y los hizo estallar”, explicó la agencia semioficial iraní Fars.

Dada la cercanía con Pakistán, el gobierno de Irán afirma que los responsables del atentado habrían operado desde el territorio del país vecino para preparar el ataque. Por eso, las autoridades iraníes citaron ayer al encargado de negocios del gobierno de Islamabad en Teherán para protestar por supuestas complicidades. “Nos hemos enterado de que ciertos agentes en Pakistán cooperaban con los principales responsables del atentado y consideramos que es nuestro derecho reclamar a esos individuos”, declaró el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad. “Estos criminales recibirán muy pronto una respuesta”, agregó el mandatario.

Esa respuesta a los rebeldes sunnitas, según el general Mohammed Pakpur, comandante de las tropas de infantería de la Guardia Revolucionaria, será devastadora. “Los Guardianes de la Revolución responderán de manera severa y aplastante a este grupúsculo para que no pueda nunca más atreverse a tales acciones en el país”, aseguró Pakpura. “En los países vecinos se encuentran los servicios de inteligencia estadounidenses y de otros países occidentales. El grupo dirigido por Abdolmalek Righi es entrenado por esos servicios”, agregó el general.

Los dichos de Pakpura sobrevienen luego de un ataque sin precedentes en la República Islámica. Entre las víctimas de este atentado suicida se encuentran siete altos jefes de los Guardianes, entre ellos el general Nour Ali Shushtari, adjunto al comandante de la infantería de la Guardia Revolucionaria; el general Rajab Ali Mohammad Zadeh, comandante para Sistan-Baluchistán; tres responsables de la vecina provincia de Kerman, el de la ciudad de Iranshahr y el de la unidad Amir al Mamen. “La cifra de víctimas aún puede aumentar”, advirtió ayer un comunicado oficial.

La población iraní ronda las 71 millones de personas y, de ellas, más del 90 por ciento es chiíta. No obstante, la provincia de Sistan-Baluchistán, cercana tanto a la frontera con Pakistán como a la de Afganistán, alberga una fuerte minoría sunnita. Debido a la presencia de rebeldes pertenecientes a esa comunidad y a los importantes recursos que genera el tráfico de opio, la región es considerada como una de las provincias más violentas del país.

El grupo rebelde no es un actor nuevo para el gobierno liderado por los ayatolás. Por el contrario, Yandallah es generalmente acusado por las autoridades iraníes de llevar a cabo acciones armadas de este tipo. De hecho, el grupo reivindicó un atentado suicida el 28 de mayo pasado que dejó un saldo de 25 muertos al estallar en el interior de la mezquita chiíta de Zahedan, capital de la región. Asimismo, los Soldados de Dios también se atribuyeron otro atentado en febrero de 2007, en el que un coche-bomba estalló al paso de un micro de la Guardia Revolucionaria, dejando trece muertos y unos treinta heridos en la ciudad de Zahedan.

Los Guardianes de la Revolución constituyen una rama semiindependiente de las Fuerzas Armadas iraníes y responden directamente a las órdenes del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei.

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El atentado se produjo en la ciudad sunnita de Pishin, fronteriza con Pakistán.
 
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