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El sindicalismo sigue siendo la fuerza más importante de oposición en Italia. Ayer se trató de una huelga general de 24 horas convocada por los sindicatos del transporte público, quienes paralizaron las principales ciudades del país: Roma, Milán, Nápoles y Florencia. Autobuses, tranvías y subterráneos dejaron de funcionar. El gobierno pudo asegurar un mínimo del 30 por ciento del personal en las horas pico. El reclamo es por un aumento salarial de 100 euros, reducción de 39 a 38 horas de trabajo semanales y renovación de los contratos de trabajo flexibilizados. Por otra parte, un paquete-bomba y una carta-bomba fueron enviados a las sedes romanas de la compañía aérea española Iberia y de la emisora estatal RAI.
El paquete-bomba dirigido a Iberia era similar a los hallados el viernes y el sábado pasado en las oficinas de la compañía aérea en Roma y Milán. El artefacto, descubierto por la oficina de correos del aeropuerto de Roma, fue desactivado en una zona protegida del aeropuerto internacional de Fiumicino. La carta-bomba enviada a la RAI se incendió cuando era manipulada por el personal de la emisora pública italiana, sin causar heridos. El documento está firmado por “CCCCC”, que se identifica como “Células contra el capitalismo, las cárceles y los carceleros”, una organización anarquista. El paquete-bomba dirigido a la compañía de aviación española es el cuarto de una serie que comenzó el jueves pasado con el fallido atentado a la redacción en Barcelona del diario El País.
En cuanto a la huelga, la empresa de transportes de Roma, Atac, estimó que entre el 85 al 90 por ciento del personal del sector de autobuses dejó de trabajar, mientras el subterráneo permaneció cerrado varias horas.
En Milán, la adhesión fue de cerca del 85 por ciento, mientras en Florencia y Nápoles paró casi el 95 por ciento de los trabajadores del transporte público.