EL PAíS › EN MEDIO DE DENUNCIAS DE FRAUDE TODAVIA NO SE SABE QUIEN GANO LA INTERNA

En la UCR votaron para restar

Durante todo el día, Leopoldo Moreau y Rodolfo Terragno siguieron adjudicándose el triunfo en la interna radical que se celebró el domingo. El centro de la polémica fue el resultado a favor de Moreau que se registró en Chaco. El gobernador de esa provincia y presidente del partido, Angel Rozas, contestará hoy las denuncias de fraude.

 Por Fernando Cibeira

Con el correr de las horas, en vez de aclarar, la resolución de la interna abierta del radicalismo siguió oscureciendo hasta convertirse en la más escandalosa de los últimos tiempos. Durante todo el día, Leopoldo Moreau y Rodolfo Terragno continuaron adjudicándose la victoria. Moreau justificaba su triunfo en la gran ventaja conseguida en provincias como Chaco y Formosa, mientras que Terragno decía que era evidente que lo estaban robando porque el domingo votaron más chaqueños que en aquella interna entre Fernando de la Rúa y Graciela Fernández Meijide. En el centro de todas las miradas, el presidente de la UCR y gobernador de Chaco, Angel Rozas, prometió que hoy responderá a las denuncias de fraude. Mientras, la junta electoral llevaba adelante un escrutinio muy confuso porque hay distritos que no enviaban datos o lo hacían en forma fraccionada. Por eso, más que a los números, muchos dirigentes radicales ya le prestaban más atención a las negociaciones políticas porque consideraban que la solución a la interna tenía que venir por allí.
Sumergido en su peor crisis histórica, el radicalismo hace todo lo posible por ahogarse. En una interna en que sólo competían dos listas por un cargo –el de candidato presidencial– no le alcanzó con dos días de recuento para decir el nombre del ganador, al tiempo que se multiplicaban las sospechas y los resultados extraños en puntos distantes del interior. La lógica es que si tanto a Moreau como a Terragno les resultaba muy dificultoso asomarse a las encuestas encabezadas por varios candidatos justicialistas, después del papelón de esta elección les será todavía más difícil.
Algo que complicaba la resolución era que la interna fue muy pareja. Según el último cómputo difundido ayer por la junta electoral a las 21.34, Terragno obtenía 191.200 votos (50,12 por ciento) contra los 187.499 (49,15) que sacaba Moreau. La elección radical se contabiliza en tiempos medievales. Luego de un día entero de recuento, la junta recién llegó a escrutar el 47 por ciento de las mesas y anunció que pasaba a un cuarto intermedio hasta hoy a las 16. Para entonces es de esperar que alguna negociación política ayude a clarificar el panorama más de lo que hacen las planillas de los fiscales.
La estrategia de Moreau fue mostrarse desde temprano como el virtual ganador, algo que ya había intentado el domingo a la noche con un simulacro de festejo en el Comité Nacional. “Seguimos ratificando nuestro triunfo por más de 15 mil votos, eso no se ha modificado”, insistió ayer. En cada aparición radial, Moreau comparó a Terragno con el ex ministro Domingo Cavallo, protagonista del último gran escándalo electoral del país cuando impugnó a los gritos el triunfo de Aníbal Ibarra como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. “Que yo sepa, no hay presentada ninguna impugnación en la junta electoral. En todo caso, habrá una impugnación mediática, algo así como lo que hizo Cavallo en la elección con Ibarra”, dijo el diputado a propósito de las denuncias de fraude.
En tanto, la estrategia de Terragno y su gente piloteó en hacer hincapié en los triunfos conseguidos en los distritos grandes: provincia de Buenos Aires, Capital Federal, Córdoba y Mendoza. Con alguna lógica internista, los dirigentes terragnistas querían convencer que las victorias en esos distritos no podían ser descontadas en Chaco y Formosa, por más gente que haya ido a votar. En público, el ex jefe de Gabinete cuidó más sus palabras que su rival pero igual ratificó sus sospechas de fraude en Chaco.
A propósito de las denuncias, Rozas quedó desde el domingo en el ojo de la tormenta. Igual, ayer se cuidó de aparecer y recién hoy a las 11.30 tiene prevista una conferencia de prensa en Resistencia. Las cifras que difundió anoche el Comité chaqueño no eran las que mencionaban los terragnistas, pero igual eran altas. Con el 86 por ciento de las mesas escrutadas, Moreau obtenía allí casi 40 mil votos contra 16.500 deTerragno. La proyección permitía deducir que el domingo fueron a votar cerca de 70 mil chaqueños, el doble de los votantes de Capital Federal y, es cierto, más que los 65 mil que lo hicieron en aquella interna aliancista de De la Rúa contra Graciela.
Esos números volvieron locos a los terragnistas. Uno de sus principales apoyos, el presidente del Comité Provincia, Federico Storani, anunció que si confirmaban estos resultados y el triunfo de Moreau, tenía en mente declarar la autonomía del radicalismo bonaerense con respecto a las autoridades nacionales, es decir, Rozas. “No vamos a convalidar el fraude”, sostuvo Storani. Esa declaración hizo renacer la amenaza de fractura partidaria, algo de lo que se rumorea desde que empezó el escándalo. El presidente de la Juventud Radical, Alejandro Rabinovich, encabezó una movilización frente al Comité Nacional con la consigna “no al fraude” y pidió la renuncia de Rozas.
En los dos sectores, confirmaban que ayer hubo un contacto telefónico entre Terragno y Rozas cuyo contenido variaba de acuerdo a quien lo relatara. Allegados al gobernador chaqueño decían que el senador había querido pedirle disculpas por haberlo involucrado en un fraude. Desde el sector de Terragno, sostenían que el gobernador estaba interesado en consensuar una diferencia de votos en la provincia que le resultara potable a ambos, lo que –a decir de este sector– confirmaba que la interna chaqueña era “un dibujo”. En defensa de Rozas salió el legislador provincial Hugo Maldonado, quien señaló que “el radicalismo del Chaco demostró una vez más a los candidatos nacionales que tiene capacidad de movilizarse”.
Por la noche, una vez cerrado el confuso recuento oficial, en ninguno de los dos sectores aceptaban arriar banderas, pero reconocían que su victoria era por un margen más estrecho que el que habían proclamado. Por ejemplo, en lo de Terragno recalculaban en 10 mil la diferencia de votos a su favor mientras que en el comando de campaña de Moreau lo evaluaban en 8 mil.
Los números de la interna radical se mostraban de lo más elásticos. No sólo por las diferencias –abismales en algunos casos– que surgieron entre los datos extraoficiales y los oficiales. El consenso generalizado era que habían ido a votar 400 mil personas entre afiliados e independientes, pero en el recuento de menos de la mitad de las mesas ya estaban dando 378.700 votantes, lo que confirmaba lo inflado de las cifras que se estaban difundiendo.
Cerca de Terragno aspiraban a que todo se resuelva hoy a través de un acuerdo. Consideraban que el cómodo triunfo que obtenía en casi todos los distritos grandes colocaba a Terragno en la posición de ganador psicológico de la interna, más allá del resultado final. Y que, en esa condición, estaban dispuestos a negociar una derrota decorosa para Moreau y tranquilizar de inmediato el partido, cuestión de no zarandear más una interna que ya era un papelón para todos. Pero, anoche, cerca de Moreau no pensaban igual. “Para empezar, nunca el que acusa de fraude es quien ganó la elección”, sostenía un vocero. “Además, el candidato moral no existe, la elección la ganamos nosotros”, insistía.

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