ESPECTáCULOS › PRESENTAN EN SOCIEDAD UN “ARCHIVO ORAL” SOBRE LA DICTADURA MILITAR 1976 1983

Ahora la memoria tiene copia de seguridad

Realizado a la manera de la Shoah Foundation de Steven Spielberg, el proyecto de Memoria Abierta compila una multitud de testimonios audiovisuales sobre la dictadura. “No queremos que la historia seleccione por su cuenta”, dicen los investigadores.

 Por Mariano Blejman

Los testimonios están arrinconados en una especie de búnker multimedia, en pleno barrio de Once, ahí donde el crisol de razas está abrumado de presente. Son los increíbles –pero ciertos– testimonios de unas 250 víctimas directas del terrorismo de Estado que tuvo lugar entre 1976 y 1983, que colaboraron en un intento por contar la historia de la dictadura militar 1976-1983. Un material de incalculable valor político, histórico y también audiovisual que quedará disponible al público después de dos años de trabajo, al fin, mañana a las 18.30, cuando se presente en el Auditorio Público del Colegio de Abogados (Corrientes 1441) con la presencia de muchos de los entrevistados. El proyecto reúne a varios organismos de derechos humanos en Memoria Abierta, institución que, dentro de su proyecto Archivo Oral, se ha dedicado a entrevistar y guardar la historia verbal de aquellos años de plomo.
“Las experiencias de los propios protagonistas, de cómo vivieron los hechos, esas múltiples visiones de la historia, provocan una trama única y hacen que gente que no vivió la experiencia pueda ir armando su propia visión de la historia. La historia oficial siempre es seleccionada de acuerdo a quién está en el poder. Por eso nosotros garantizamos que estas fuentes existan, y pretendemos mostrar lo que ocurrió sin esperar que la historia seleccione por su cuenta”, dice Alejandra Naftal, coordinadora general del proyecto, quien trabajó junto Dora Schwarzstein, directora del Programa de Historia Oral de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, que falleció este año. Entre los entrevistadores estuvieron Vera Carnovale, Federico Lorenz y Pablo Palomino. El proyecto estuvo supervisado por Patricia Valdez, directora de Memoria Abierta. Así es como en una gigantesca base de datos se podrá investigar en formato audiovisual sobre la vida cotidiana, los días anteriores y posteriores al golpe, los secuestros, las desapariciones, las cárceles, junto a acontecimientos concretos como Ezeiza, el Mundial ‘78, la guerra de Malvinas, entre otros innumerables ejes.
El proyecto comenzó hace dos años, luego de que estos organismos recibieran financiación internacional. Uno de los modelos a seguir era el de la Shoah Foundation, que reúne testimonios de víctimas del Holocausto, dirigido por el cineasta Steven Spielberg. Sin embargo, a diferencia del anglosajón, el proyecto argentino era impulsado por organismos. De modo silencioso y sistemático se realizaron entrevistas de dos a cuatro horas de duración. Así pasaron por las cámaras digitales familiares directos de las víctimas, madres, padres, abuelas y abuelos de niños apropiados, hijos, hermanos, tíos, ex detenidos-desaparecidos, ex presos políticos legalizados, militantes, exiliados, testigos de hechos e incluso miembros de las iglesias.
El acceso a testimonios de la época del Proceso siempre fue un problema tanto para investigadores como para documentalistas. “Mucha gente dio testimonio en causas judiciales o en denuncias o para productos concretos como documentales, o para historiadores: todo ese material que usaron los productores luego quedó archivado en los cajones de quienes lo hicieron. Nuestro objetivo es lograr la accesibilidad para presentes y futuras generaciones”, dice Naftal. Sin embargo, el equipo de entrevistas es respetuoso de la imagen privada de los testimoniantes. “Sabemos que ha pasado muy poco tiempo, que hay causas que están abiertas, y que hay muchas víctimas que están vivas. Por eso, por ahora va a funcionar como una biblioteca: la persona que quiera ver material va a solicitar una visualización y el pedido será evaluado por la organización”, agrega (ver recuadro).
La realización de cada entrevista implicó un largo esfuerzo: un primer contacto con el entrevistado buscó un acercamiento para conocer a la persona y su vinculación con los hechos. Las entrevistas filmadas serealizaron en lugares elegidos por los protagonistas. En general, fueron en sus domicilios, sus lugares de trabajo o la sede de Memoria Abierta. Durante los reportajes se les preguntó a los entrevistados por documentación, objetos, fotografías referidos a la experiencia personal, y se realizó un registro en video de estos objetos, así como del ambiente en el cual se realizó el encuentro.
Hubo un equipo de seis camarógrafos, egresados universitarios de las carreras de Cine y Comunicación. Se definieron criterios comunes para la filmación para crear una unidad visual y estética para todas las entrevistas, y evitar decisiones o interpretaciones subjetivas por parte de los camarógrafos. Se establecieron procedimientos para el traslado de los camarógrafos y los equipos para resguardar la seguridad. Los primeros entrevistados habían brindado su testimonio en otras oportunidades, la mayor parte de ellos con ocasión de presentaciones de carácter judicial (juicios a represores, procesos judiciales por el derecho a la verdad, juicios celebrados en el exterior) o en publicaciones periodísticas o films documentales. Pero las entrevistas incluyeron aspectos más allá de la experiencia personal, información referida a su vida: la infancia, el trabajo, su vinculación con la política, la religión, la vida familiar, las características personales de sus seres desaparecidos, la vida antes, durante y después de la dictadura.
“Tenemos un material importantísimo para documentalistas. Queremos sistematizar, producir y hacer accesible el material, siempre con cuidados y criterios de resguardo. Lo importante es la trama. Un testimonio potencia al otro y los silencios cuentan. Lo que no dijo una madre lo dijo otra. Sabemos que hay datos, fechas, lugares que están mal, si se los chequea con otras personas. Pero se trata de resguardar el recuerdo, y el paso del tiempo también produce agujeros en la memoria”, dice Naftal. El mapa de la memoria audiovisual en Argentina comienza a tomar un cuerpo concreto. Todo desmitifica aquello de que el saber no ocupa lugar. En este caso ocupa, y afortunadamente tiene copia de seguridad.

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Patricia Valdez, Federico Lorenz y Alejandra Naftal, parte del equipo de Memoria Abierta.
Tras dos años de concienzudo trabajo, el archivo quedará habilitado al público a partir de mañana.
 
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