Miércoles, 9 de junio de 2010 | Hoy
EL MUNDO › EL CHILENO MIGUEL OTERO DEBIó RENUNCIAR A SU CARGO POR DEFENDER A LA DICTADURA
Al ahora ex embajador de Chile en Buenos Aires no le quedó más opción que dimitir a su cargo, luego de que en una entrevista afirmara que “la mayor parte de Chile no sintió la dictadura; al contrario, se sintió aliviada”.
Por Christian Palma
Desde Santiago
Por la boca muere el pez. Así reza el viejo dicho popular y que anoche se hizo más patente cuando, cercado por las presiones políticas de todos los colores, al ahora ex embajador de Chile en Argentina Miguel Otero no le quedó más opción que dimitir a su cargo, luego de que en una entrevista afirmara “que la mayor parte de Chile no sintió la dictadura, al contrario se sintió aliviada”.
El lunes, tras la avalancha transversal de críticas, Otero –abogado de 79 años especialista en temas internacionales–, pidió disculpas públicas por sus dichos, pero en la retina ya estaba incrustada su defensa a la actuación de los militares en los tiempos de Augusto Pinochet (“Sin ellos, Chile sería Cuba”) y la negación a la intromisión de Estados Unidos en el derrocamiento de Salvador Allende, junto a otras reivindicaciones a la Junta Militar (1973-1990). “Veamos cuánta gente siente su salida”, dijo –un poco en serio un poco con humor– un parroquiano de un céntrico café santiaguino cuando todos los canales transmitían la noticia, parafraseando al embajador desafectado.
Conocida oficialmente la renuncia a eso de las 20 horas local, las redes sociales, en especial Twitter –el chiche tecnológico de moda en la política chilena–, hirvieron con comentarios en contra de las palabras vertidas por el diplomático, las que, de paso, rozaron al presidente Sebastián Piñera, que finalmente fue quien lo designó en ese cargo.
El mandatario, de viaje por el norte del país, se aisló del tema ante las cámaras y grabadoras, no así en la interna. Más todavía, cuando los twitteos le enrostraron el pasado pinochetista de Otero, misma situación que no cayó bien en la administración de Cristina Fernández cuando asumió en Buenos Aires. Los dardos venían principalmente desde la Concertación –hoy oposición–, donde nadie quedó al margen del tema político del día.
“El Ministerio de Relaciones Exteriores informa que el embajador de Chile en Argentina, Miguel Otero Lathrop, ha presentado su renuncia indeclinable a dicho cargo”, fue la declaración oficial. La Cancillería precisó que Otero comunicó vía telefónica en la tarde su decisión al ministro de Relaciones Exteriores, Alfredo Moreno, quien se encuentra en Lima participando en la 40ª Asamblea General de la OEA.
Una vez en Santiago, Moreno se reunirá personalmente con el ex embajador. “La Cancillería acepta y respeta la decisión y agradece la labor desarrollada al frente de nuestra misión diplomática en Argentina”, añadió la diplomacia chilena.
De lo contrario, el gobierno de Piñera quedaba expuesto por diversos frentes. Primero, porque miembros de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados y la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), entraron al ruedo llegando al mismo Palacio de La Moneda a pedir la salida de Otero.
El socialista Sergio Aguiló dijo que si el presidente no pide su renuncia “se estará desenmascarando un gobierno y una campaña falsa de Piñera”, aludiendo a que el actual mandatario afirmó previo a su elección que reconocía que el régimen de Pinochet había sido una dictadura que violó los derechos humanos.
A su vez, la presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), Lorena Pizarro, dijo que si Piñera no remueve al embajador “el gobierno estará respaldando sus dichos..., la verdad es que no logramos entender esta actitud que ha tenido el gobierno, de señalar que él habló a título personal, eso es inaceptable”.
Por su parte, los senadores Juan Pablo Letelier (PS), Ximena Rincón (DC) y Guido Girardi (PPD) coincidieron en que si bien Otero entregó disculpas a las personas que sufrieron violaciones a los derechos humanos en Chile y en Argentina, no se va al tema de fondo, que es la transformación de un embajador inútil, que no le sirve a los intereses del país y a las relaciones de política vecinal.
Ya en la tarde, y tras una discutida votación, la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados también solicitó, por seis votos contra cinco, traer de vuelta a Otero “en vista de las declaraciones del embajador Otero que afectan gravemente a la posición del Estado chileno ante la arena internacional, sobre todo por haberlas hecho en Argentina un país que sufrió la dictadura y la represión como Chile”, sostuvo el diputado comunista Guillermo Teillier.
Justamente la relación con Argentina, que ha caminado por un cauce normal desde que Piñera llegó a La Moneda, interrumpida, eso sí, por el tema limítrofe de de Campos de Hielo, es el otro flanco que Piñera no quiere descuidar, tomando en cuenta otros líos fronterizos con Bolivia y Perú, país con el cual mantiene un diferendo en La Haya.
Desde la otra vereda, el senador del partido de ultraderecha Unión Demócrata Independiente (UDI), Hernán Larraín, defendió al diplomático y señaló que su dimisión “es un gesto patriótico que debemos valorar. Sus dichos fueron consecuencia de la expresión de un pensamiento personal. Sus declaraciones no fueron oportunas y pudieron ocasionarle problemas en su desempeño en Argentina”.
Al final del día, el diputado Tucapel Jiménez, del Partido por la Democracia (PPD), resumió la jornada al expresar: “La renuncia es un problema menos para el país. Esto debe servir como precedente para futuros nombramientos, ya que lo ocurrido es consecuencia de poner a alguien tan ligado al gobierno militar como Otero, desconociendo el presidente Piñera un compromiso de campaña respecto a no tener funcionarios ligados a la dictadura”.
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