Miércoles, 9 de junio de 2010 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Claudio Gómez expone un caso práctico en el que los estudiantes de periodismo aportan una lección sobre ética y responsabilidad social.
Por Claudio Gómez *
Alumnos y docentes del área de prensa de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de La Plata dieron, días atrás, una lección de “profesionalismo”. Desde un pequeño gabinete desde el que despachan noticias para los medios, las mujeres y hombres de la prensa joven emitieron un comunicado en el que daban cuenta de la dura posición de la dirigente social Milagro Sala acerca de un sketch preparado por el programa de Tinelli. El resultado: el sketch todavía no salió al aire.
Sala ofrecía una charla sobre la relación entre la universidad y los movimientos sociales en un aula de la unidad académica. Tras el encuentro, los estudiantes y profesores la indagaron con respecto a su opinión de la parodia televisiva en la que un grupo de actores fingía arrasar un pueblo de la comunidad de Apipé en Corrientes en una presunta búsqueda de restos arqueológicos.
Casi como un avance de la presentación de Showmatch, que se emitía por primera vez en esta temporada, varios otros programas habían mostrado la escena, en algunos casos críticamente, para poner a la luz las incidencias que había suscitado entre los pobladores de Apipé la denominada “jodita para Tinelli”.
Dicho sea de paso, en Apipé no hay electricidad, por lo que pocos miembros de su comunidad conocen al conductor y mucho menos la televisiva y controversial jugarreta de macabra solidaridad que encierra el chiste: tras el sufrimiento viene un premio. Para que el lector comprenda la jugada, hay que señalar que el esquema es sencillo: es como si usted le dijera a su hija “mamá murió” (o papá según el caso) y acto seguido le avisara que es una broma, pero “acá tenés un celular”.
En las imágenes se veía a Matías Alé haciendo de arqueólogo, con barba rapaz y sombrero cazador, fingiendo un tono canadiense, para hacer más efectivo el rol que calzaba: la representación de una empresa transnacional. La gente de Apipé pasó rápidamente del asombro al llanto y de la bronca a la acción: se unieron codo a codo para repeler las máquinas que parecían querer avanzar, por lo pronto, por encima de la escuelita del pueblo.
Se formaron filas enteras de hombres, mujeres y chicos dispuestos a defender su tierra. Se organizaron rápido, puesto que un tiempo atrás ya habían sufrido la embestida de otra empresa, una amenaza semejante que, claro, tenía menos interés en joder que en quitarles su lugar para vaya a saber qué emprendimiento.
Lo cierto es que el sketch circuló. Milagro Sala, que poco sabía al respecto (no mira a Tinelli y mucho menos los avances sobre su programa), conoció la cuestión de parte de la gente de Periodismo de La Plata e inmediatamente se indignó. Ese lunes (el día que empezaba Showmatch) muchos medios de prensa “levantaron” las declaraciones de Sala que invitaban a poner en guardia a la propia Justicia. “Espero que la Justicia haga algo” al respecto, dijo la dirigente social. Frase que la desnudó ofuscada y encendida también contra Tinelli, porque “no puede maltratar a los pobres”.
Decimos que se trata de una lección de “profesionalidad” periodística porque los muchachos hicieron el mejor uso de la palabra: lograron justicia. Por ahora, esa forma de “jodita” no salió al aire. Probablemente, ya la producción del programa de Tinelli tenía temperatura de lo desafortunado de la idea, pero la palabra de Sala vino a coronar el temor a una acción judicial.
Actualidad, rareza, conflicto. Viejos axiomas que se denominan factores noticiables en los libros de periodismo. Señales que entraron en juego para que la producción de Tinelli decidiera dejar de lado la triste parodia en Apipé y consagrara su rating, otra vez, a la promoción de entredichos banales y culos publicitarios.
Tiempo atrás, cierto blog de un soldado ignoto en Afganistán descubrió que el príncipe Harry participaba en la guerra. La cosa tomó estado público y se abrió una profunda disputa de poder entre los medios y la realeza acerca del pacto de “silencialidad” en reserva de los intereses del Estado y sus jerarquías. Vencieron los medios, que publicaron hasta fotos del príncipe con un uniforme que acaso ni siquiera haya manchado con tierra. El blog lo sacó de la batalla.
El ingenio, la creatividad, el tempo noticioso como características del periodismo; las nuevas tecnologías como flamantes herramientas de cambio cultural y la responsabilidad social que a cada uno le cabe en la búsqueda de información son, en este caso, detonantes. Detonantes para pensar en que la utopía de los jóvenes ya no enfrenta sólo molinos de viento, aprovecha el viento para hacerlos funcionar mejor. “En algún lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...” a un intocable caballero se lo bajó del caballo. Como en Troya, los pibes de Periodismo entraron a las escondidas. Y su sueño se cumplió.
* Profesor asociado del Taller de Producción Gráfica II. FPyCS - UNLP.
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