EL MUNDO

Guerra calle por calle en torno de una base militar

Caracas volvió a ser ayer escenario de una múltiple lucha de calles entre antichavistas, chavistas y fuerzas de la Guardia Nacional que dispararon contra ambos bandos. El presidente advirtió que podría tomar medidas de excepción.

Primero intentaron con los militares, luego con los petroleros y ayer los opositores venezolanos volvieron a la guerra de calles. Catorce heridos y 30 intoxicados por gases lacrimógenos fue el desenlace de la batalla campal que hubo ayer entre simpatizantes y opositores del presidente Hugo Chávez cerca de la principal guarnición militar de Caracas. Al menos hubo dos heridos de bala y doce por piedras. El paramédico William Agüero, de 18 años, recibió un tiro en el abdomen mientras auxiliaba a una manifestante que se ahogaba con los gases que tiró la policía para desalojar el lugar. Y un guardia nacional está internado con un balazo en la cabeza. La TV venezolana mostró imágenes de los manifestantes de ambos bandos que se tiraban al suelo para esquivar las balas que al parecer venían de la terraza de un edificio del paseo Los Próceres, cerca del Fuerte Tiuna, al oeste de la capital.
Mientras avanzaba hacia el paseo Los Próceres, la multitudinaria “gran batalla”, como los manifestantes llamaron a la primera marcha opositora del año, se encontró con una pequeña concentración oficialista. Los chavistas empezaron a agredir a los opositores con piedras, botellas y petardos. La policía militar y la Guardia Nacional miraban expectantes, alineados en una barrera. Pero cuando comenzó la lluvia de piedras y vidrios, comenzaron a reprimir con gases lacrimógenos a los dos bandos, entre los que había mujeres y chicos. La multitud opositora se replegó unos metros pero se quedó en la zona gritando: “Somos mayoría, no tenemos miedo”. Luego empezó un tiroteo confuso, que según la policía venezolana vino de francotiradores apostados en un edificio. Según el comandante general de la Policía Metropolitana, Henry Vivas, siete efectivos resultaron heridos por las piedras que tiraron los manifestantes. A las 16 (hora local), Vivas ordenó a los últimos opositores que quedaban en el lugar que se retiraran para “evitar muertos y más heridos”. Poco después, un helicóptero del servicio de inteligencia venezolano (DISIP) comenzó a buscar a los francotiradores que supuestamente habrían actuado desde la terraza de un edificio de la zona.
Según el dirigente sindical Alfredo Ramos, los manifestantes fueron emboscados cuando pretendían llegar hasta el final del recorrido autorizado. “Nuevamente, el gobierno represor arremete contra la población indefensa”, denunció. “Fue una emboscada de la policía pero el pueblo seguirá en la calle hasta lograr la salida de Chávez”. Del otro lado, el comandante de la policía militar, coronel José Rodrigo, justificó la represión diciendo que la marcha no tenía permiso para llegar hasta el Paseo de Los Próceres, donde iban reclamar la libertad de un general disidente. La oposición negó la versión de Rodrigo y el gobernador del estado de Miranda, Enrique Mendoza, aseguró que la Alcaldía Mayor de Caracas autorizó la marcha hasta el lugar del homenaje. Y agregó que en el futuro la policía no será notificada sobre movilizaciones para “evitar nuevas celadas”. Según el gobernador de Miranda, que limita con la capital, “no habrá perdigones ni bombas que puedan con este pueblo. Desde ahora, activaremos la gran toma de Caracas”. Pero para el diputado oficialista José Khan, la concentración chavista fue organizada para protestar contra los golpistas que “pretenden derrocar a Chávez”.
Los manifestantes opositores habían partido desde tres puntos de la capital y planeaban llegar hasta el paseo de Los Próceres, una explanada cercana a la principal guarnición militar de la ciudad, el Fuerte Tiuna. Reclamaban la liberación del general disidente Carlos Alfonso Martínez, detenido por fuerzas de seguridad venezolanas la semana pasada. Desde el 22, y junto a un grupo de militares que no reconocen a Chávez como presidente, ocupaba pacíficamente la plaza de Altamira, en Caracas. Ahora está detenido en un cuartel militar, pese a que un tribunal ordenó liberarlo.
En medio de los disturbios, el paro general contra Chávez cumplió treinta y un días. El mandatario dijo que todavía no tuvo que tomar medidas excepcionales para desactivar la confrontación que hay en sucontra, pero que las adoptará si los opositores lo obligan. “Con todo lo que ha pasado, hasta ahora no hizo falta aplicar ninguna medida excepcional. Pero estoy obligado a proteger al pueblo, el orden público y la soberanía del país. Esperemos que no, pero si me obligan, tendré que hacerlo”, les dijo Chávez ayer a unos periodistas en su primera declaración pública en Venezuela después de que el miércoles viajó a Brasil para la asunción del presidente Lula. La Constitución venezolana contempla la posibilidad de fijar estados de excepción ante una catástrofe, una emergencia económica y conmoción interior o exterior.
EE.UU. exhortó al gobierno y a la oposición de Venezuela a negociar con la “máxima flexibilidad” en la Mesa de Negociaciones de la OEA. “Urgimos a los dos bandos a demostrar la máxima flexibilidad para trabajar con la OEA y encontrar una salida pacífica y democrática a la crisis”, dijo el vocero del departamento de Estado norteamericano, Richard Boucher. Según el funcionario, EE.UU. no considera necesario formar un grupo de países amigos, como había anunciado Chávez durante su viaje a Brasilia. “Hemos subrayado la importancia de la misión del secretario general de la OEA, César Gaviria, y que las dos partes cooperen con él para resolver sus diferencias políticas”, agregó Boucher.

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Miembros de la Policía Metropolitana de Caracas se protegen de pedradas de los chavistas.
 
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