Lunes, 28 de marzo de 2011 | Hoy
EL MUNDO › NUEVO DOLOR DE CABEZA PARA LA COALICIóN QUE LIDERA ANGELA MERKEL
Ayer fue electo por primera vez en el país un gobernador verde. Los sucesos ocurridos en Japón hace dos semanas contribuyeron a precipitar los acontecimientos y a radicalizar el humor ciudadano contra la política nuclear de Merkel.
Por Cristián Elena
Desde Frankfurt
En uno de los estados federales con más peso, y bastión inapelable de la democracia cristiana desde la posguerra, fue electo ayer el primer gobernador verde en la historia del país. Después de 30 años de existencia, Alianza 90/Los Verdes (tal la denominación del partido) logró una victoria estrecha pero significativa en Baden-Württemberg (BW). La victoria los coloca en una posición inmejorable de cara al “súper año electoral 2011”, al tiempo que suma una cuenta más al rosario de dolores de cabeza que el acontecer de los últimos meses le viene deparando a la coalición liderada por la canciller Angela Merkel.
Si bien los sucesos ocurridos en Japón hace dos semanas contribuyeron a precipitar algunos acontecimientos y a radicalizar el humor ciudadano contra la política nuclear de Merkel, los habitantes de BW y especialmente los de Stuttgart, la ciudad capital, saben que el ocaso de la hegemonía de los democristianos (CDU), bajo la conducción de Stefan Mappus, empezó mucho antes del desastre nuclear de Fukushima.
La puesta en marcha en 2010 del faraónico proyecto Stuttgart 21, que contempla –entre otras obras– la soterranización de la terminal de trenes de esa ciudad, llamó a la población a las barricadas, con una fuerte señal de descontento ante lo que se considera una subestimación del impacto ambiental y, para los contribuyentes, una espiral de costos ascendente y sin final a la vista. Las revueltas se sucedieron durante varios días en el mes de septiembre y obligaron al gobierno federal a convocar a una mediación. En los tribunales de BW tiene lugar actualmente el post-ludio judicial para aclarar responsabilidades en la severa represión de que fueron víctimas los manifestantes.
Justamente en esos agitados días de septiembre fue que comenzó a acrecentar su perfil la figura de Winfried Kretschmann, un profesor de escuela secundaria de 62 años, católico practicante, co-fundador de Los Verdes, cuyo nombre era –hasta ese momento– prácticamente desconocido fuera de la política regional. La picardía popular no se ha privado de sugerir que Kretschmann, por su trayectoria profesional y sus convicciones religiosas, es un conservador que milita en el partido equivocado. Sin embargo supo posicionarse como un vocero lúcido, primero en las jornadas de mediación por Stuttgart 21 y luego catalizando la disconformidad de sus conciudadanos hacia la política nuclear, en un estado en el que están emplazadas cinco de las diecisiete centrales nucleares en todo el país.
La victoria de Kretschmann lo pondría al frente de una coalición entre su partido y los socialdemócratas, quienes por apenas un punto quedaron relegados como tercera fuerza política en BW. En declaraciones a la cadena televisiva ARD, el futuro gobernador se mostró consciente de la importancia del resultado obtenido (“ahora sí que hemos logrado un cambio histórico en este país”), pero evitó las expresiones triunfalistas: “Todavía me falta el voto de los electores en la Asamblea”.
También hasta Renania del Palatinado (RLP) llegó el furor de la onda verde. Allí, el socialdemócrata Kurt Beck seguirá al frente del gobierno, pero deberá tejer una alianza con los verdes, a manos de quienes perdió aproximadamente el 20 por ciento de sus votantes.
Pasada la medianoche, la estrategia comunicacional de la canciller Angela Merkel había sido escabullirse en un silenzio stampa. En su lugar salieron voceros tanto de su partido como su vicecanciller, el liberal Guido Westerwelle, cuyo partido, si bien se identifica con el color amarillo, vivió una jornada electoral decididamente negra, logrando apenas el mínimo de votos para ingresar al Parlamento de BW y quedando fuera del de RLP. Sin excusas y con menos eufemismos que lo habitual, Westerwelle declaró: “El tema de la política energética ha sido decisivo, es lo que ha conmovido a la gente. Esta elección ha sido un plebiscito sobre el futuro de la energía nuclear. Hemos entendido el mensaje”.
Con el escrutinio provisorio en la mano y la política zigzagueante de Merkel, tanto en la política interna como en el frente externo, a la luz del papel de la UE y la OTAN en las acciones militares en Libia (Alemania votó el paquete de sanciones, pero se abstuvo en la intervención militar), los mismos analistas mencionados al comienzo de esta crónica han empezado a ver paralelos con lo que fueron las elecciones en Renania del Norte/Westfalia en 2005: el SPD perdió su hegemonía histórica frente a la CDU, desatando una reacción en cadena que terminó anticipadamente con el gobierno de Gerhard Schröder.
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