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Cómo Sharon desplazó a su enemigo y además lo hizo bailar con la más fea

El premier israelí sacó a su rival de derecha Benjamin Netanyahu de la Cancillería y le dio un cargo impopular en economía.

El reelecto primer ministro israelí Ariel Sharon completó ayer el nombramiento de los ministros de su coalición con una venganza. La travesura política del premier fue quitarle al ex premier Benjamin Netanyahu, su desafiante de derecha en el partido Likud, la cartera de Relaciones Exteriores, y otorgarle la de Hacienda, lo que es un presente envenenado en medio de la actual coyuntura recesiva de Israel. Netanyahu, al principio reticente, terminó aceptando para no perder espacio público. Como si esto fuera poco, Sharon negó a Netanyahu el cargo que quería en compensación –el de virtual vicepremier, que reemplazaría a Sharon en caso de ausencia– y se lo entregó a uno de sus hombres de confianza, el ex alcalde de Jerusalén, Ehud Olmert, quien también será miembro de un minigabinete para asuntos de Seguridad y del Exterior. El gobierno, que debe ejercer sus funciones hasta 2007, obtuvo anoche el voto de confianza del Parlamento, según anunció el presidente de la Knesset, Reuven Rivlin.
Sharon presentó en el Parlamento su nuevo gobierno eludiendo una definición sobre un Estado palestino, diciendo que se pronunciará sobre el tema “cuando llegue el momento”. También fijó condiciones firmes para ese Estado: los refugiados palestinos no volverán a Israel, Jerusalén seguirá siendo capital indivisible del Estado judío, y habrá zonas de seguridad israelíes. Sharon eludió así el rechazo al Estado Palestino de los partidos de derecha de su coalición –el Nacional Religioso y Unidad Nacional–, al tiempo que quedó bien con las demandas de George W. Bush en favor de una entidad palestina semejante en un futuro. Pero lo principal que ocurrió ayer fue una operación de microingeniería política. El premier “transfirió” de Asuntos Exteriores a su tradicional oponente por el liderazgo del Likud, Benjamín Netanyahu, a Hacienda, y lo reemplazó por el ministro que se desempeñaba en esta cartera, Sylvan Shalom. Sharon otorgó prioridad a la grave crisis económica que atraviesa el país, azotado por una recesión y el desempleo. “La primera tarea del nuevo gobierno será hacer frente a la situación económica, intentar mantener la estabilidad a nivel económico y volver al crecimiento”, declaró.
Los miembros del gobierno pertenecen al bloque Likud –con 40 bancas– y a sus asociados: el Partido laicista de centro Shinui (15 diputados) y los ultra-nacionalistas Partido Nacional Religioso (6 bancas) y el frente de Unidad Nacional (siete bancas). Es decir que el gobierno cuenta con 68 diputados a su favor del total de 120 del Parlamento unicameral. El partido que lidera Sharon se queda con las carteras de Hacienda (Netanyahu); de Defensa (sigue Shaúl Mofaz); Industria y Comercio (Ehud Olmert); Seguridad Interior (Policía. Tsaji Hanegbi) e Inmigración (Tsipi Livne), además de Educación y Agricultura. El partido laico Shinui obtuvo como dato sobresaliente la cartera de Justicia, a cargo de su líder, Tommy Lapid; además de los cargos de Interior (Abraham Poraz), Infraestructuras (Yosef Paritzky), Ciencia y Medio Ambiente. El Partido Nacional Religioso tiene la titularidad de Vivienda (Efi Eitam), lo cual es favorable para su impulso a los asentamientos judíos. Al Frente de Unidad Nacional se le asignaron Turismo (Beny Elón) y Transportes (Avigdor Liberman).
Y una paradoja final: los partidos de la minoría ultra-ortodoxa, Shas y Judaísmo Unido de la Torah, que reúnen 16 bancas, militarán en la oposición junto con los laboristas (19 bancas) y los partidos de la minoría árabe.

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Ariel Sharon sonríe; Benjamin Netanyahu mira a otro lado.
 
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