EL MUNDO
Veinte muertos y 146 heridos para recibir a las fuerzas de George W.
Filipinas es uno de los escenarios de la guerra antiterrorista del Pentágono. EE.UU. planea desplegar allí un contingente de fuerzas especiales para adiestrar al ejército filipino. Ayer, el terror respondió de antemano. Y se sospecha de un grupo ligado a Al-Qaida.
Fue el peor atentado de los últimos años en Filipinas, donde la guerrilla islamista ha incrementado sus actividades antes de que se produzca el despliegue, previsto para este año, de un contingente estadounidense especializado en lucha antiterrorista. Una poderosa bomba devastó ayer el aeropuerto internacional de Davao, en el sur de Filipinas, provocando la muerte de 20 personas, entre ellas un estadounidense, y heridas a 146, entre los que se hallan al menos otros tres norteamericanos. El atentado no fue reivindicado, pero varias personas fueron detenidas y estaban siendo interrogadas, según un informe de la presidencia filipina en Manila. El Frente de Liberación Moro, una de las principales guerrillas islámicas del país, negó la autoría del hecho, y el sospechoso principal parece ser el grupo islamista Abu Sayyaf, una organización con vínculos a la red Al-Qaida, de Osama bin Laden. Paradójicamente, el atentado puede desbloquear el ingreso de las fuerzas especiales estadounidenses, que se encuentra en disputa debido a una cláusula de la Constitución que vuelve ilegal la autorización de entrada de tropas extranjeras.
La detonación se produjo hacia las 17.15, cuando una mochila que contenía dinamita estalló en una sala de espera exterior en la que decenas de personas aguardaban la salida o la llegada de sus aviones. La mochilabomba habría sido activada por un comando a distancia. Un portavoz de la embajada estadounidense, Ronald Post, precisó que cuatro norteamericanos resultaron heridos y que un quinto había fallecido en el hospital. La policía filipina informó que se trataba de un misionero. Un pequeño grupo de soldados estadounidenses entrena a sus homólogos filipinos en Zamboanga, en la gran isla de Mindanao, donde se encuentra Davao, si bien un consejero estadounidense con base en Manila, el capitán Dennis Willians, declaró que ningún miembro del personal militar de su país figuraba entre las víctimas. Un segundo artefacto explotó media hora más tarde frente a un edificio de la sanidad pública, cerca de la ciudad de Tagum, cerca de Davao, hiriendo levemente a tres personas, y, según una versión de prensa no confirmada, matando a una cuarta. Pero las fuerzas de seguridad desmintieron sus primeras declaraciones sobre una tercera detonación en una estación de autobuses de Davao. Se trató, explicaron, de una falsa alerta de bomba.
En Davao, el aeropuerto fue cerrado y rodeado por efectivos de la policía y del ejército, mientras los hospitales iban llenándose de heridos. El Davao Medical Center, adonde fueron trasladadas numerosas víctimas, registró 19 muertes y unos 50 heridos. Sumado este recuento a los datos proporcionados por otros centros hospitalarios, el balance de heridos se eleva a 114, afirmaron fuentes sanitarias. La cadena de radio DXDC anunció que treinta personas murieron en el atentado, pero no precisó cuál era la fuente de dicha información, que no recibió además confirmación inmediata.
“Era una bomba muy potente. La sala de espera donde la gente aguardaba ha explotado literalmente”, afirmó el alcalde adjunto de la ciudad, Luis Bongoyan. “Escuché una explosión terrible y vi a gente en el suelo”, narró Bobby Cabanban, un conductor de taxi.
Los presidentes de EE.UU. y de Filipinas, George W. Bush y Gloria Macapagal Arroyo, condenaron firmemente el atentado. “El presidente Bush condena el atentado con bomba de esta mañana en Filipinas –dijo Ari Fleisher, vocero de la Casa Blanca–. Estados Unidos trabajará unido con el gobierno filipino, que lucha valientemente contra el terrorismo, para asegurar que los responsables de este acto sean llevados ante la Justicia”, agregó. Arroyo, por su parte, dijo que el hecho fue “un acto cínico de terrorismo que no quedará impune”, de acuerdo a un portavoz. Los secretarios gubernamentales de Defensa, Angelo Reyes y del Interior, José Lina, se trasladaron a Davao después de que el gobierno se reuniera con carácter de urgencia.
El sur de Filipinas es el terreno de acción de grupos separatistas armados y bandidos de inspiración islamistas. Los secuestros, atentados yenfrentamientos con las fuerzas armadas son el pan de cada día. El atentado de Davao es el segundo que se produce en un aeropuerto del sur de Filipinas en menos de dos semanas. El 20 de febrero pasado, una persona murió y otras seis resultaron heridas al estallar una bomba en la playa de estacionamiento del aeropuerto de Datu Odin Sinsuat, en la provincia de Maquindanao, también en la isla de Mindanao.