El presidente sirio, Bashar al Assad, justificó la acción militar contra quienes manifiestan en su contra después de que tanques del ejército y excavadoras cubiertas por un intenso fuego de artillería ingresaran a las ciudades de Deir al Zor y Homs. En la madrugada de ayer, un número no identificado de francotiradores recostados en las terrazas de Deir al Zor, uno de los bastiones de las protestas contra el régimen, abrió fuego contra los manifestantes, causando la muerte de al menos 57 personas, según informaron agencias de noticias. Los ataques despertaron el repudio de Estados Unidos, Francia, Alemania, el papa Benedicto XVI y la Liga Arabe. Arabia Saudita llamó a su embajador en Damasco. El régimen sirio había anunciado el sábado elecciones legislativas antes de fines de año.

Ante el intenso fuego cruzado en varios barrios de Deir al Zor, algunos sirios intentaron instalar barricadas improvisadas con automóviles, piedras y postes para impedir que los vehículos militares accedieran a las calles más estrechas de los lugares sitiados por el ejército. Según la oposición, la represión mató al menos a 38 personas en Deir al Zor, otras 16 en Houle en la provincia de Homs y tres en Idinib. Al Assad, en tanto, aseguró ante el ministro de Asuntos Exteriores de Líbano, Adnan Mansour, que el país sigue el camino de la reforma tras rechazar el repudio de la comunidad internacional. Y anunció elecciones libres pese a que su reciente ley de partidos sólo admite como legales las formaciones que suscriban los principios del Baaz (partido prácticamente único) y expresen fidelidad al régimen.

Como vino ocurriendo desde el inicio de las protestas, que comenzaron el 15 de marzo, la versión oficial sostiene que la población siria está en calma y respalda a Al Assad, y que los incidentes son causados por las bandas armadas que asesinaron a 500 soldados y policías. Lejos de escuchar el reclamo internacional para que termine con la represión, Al Assad se comprometió a seguir con paso firme un programa de reformas.