EL MUNDO › ITALIANOS Y ESPAÑOLES VOLVIERON A MARCHAR CONTRA SUS GOBIERNOS
Decir que “no” en las vísperas
Mientras el mundo espera los resultados de la cumbre de hoy entre George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar en las Azores, italianos y españoles, cuyos gobiernos se han alineado con el belicismo de Washington, volvieron a realizar ayer marchas masivas contra la guerra, en el marco de una jornada mundial por la paz.
Una vez más, como hace exactamente un mes, aunque en menor número, italianos y españoles –dos de los países europeos cuyos gobiernos están alineados con Estados Unidos– salieron a las calles con la consigna de “no a la guerra” y de oposición al acatamiento a los planes belicistas de Washington. En Milán, la adhesión a la protesta –convocada por el principal sindicato italiano, que amenaza con una huelga general en caso de iniciarse el conflicto– fue calculada en 700.000 personas según sus organizadores y en 400.000 según la policía. En Madrid y Barcelona, además de otras ciudades españolas, se manifestaron alrededor de un millón y medio de personas según los organizadores y 400.000 personas según la policía. Las protestas sucedieron en la víspera de la cumbre que el presidente estadounidense George W. Bush tendrá con los primeros ministros Tony Blair de Gran Bretaña y José María Aznar de España. El anfitrión de la cumbre, el premier portugués José Manuel Durao Barroso, declaró en este contexto que “las posibilidades de encontrar una solución pacífica son mínimas”.
En Madrid, los organizadores cifraron en más de un millón de personas a los asistentes, mientras la policía sostuvo que no superaron los 120.000. Tres pancartas encabezaron esa movilización con los lemas “No a la intervención de España”, “No a la guerra”, y “Paremos la guerra contra Irak”, portadas por líderes de la oposición, dirigentes sindicales y representantes del mundo de la cultura. Al finalizar la protesta, el premio Nobel de Literatura, el portugués José Saramago, leyó un manifiesto en el que aseguró que estas movilizaciones no suponen un apoyo al presidente iraquí, Saddam Hussein, sino que representan un rechazo a un ataque militar contra ese país. “Se trata de ir contra los caprichos belicistas de algunos políticos que están a favor de la guerra”, agregó el escritor. En la vereda diplomática, la canciller española, Ana Palacio, fue contundente al señalar ayer que no presentar una nueva resolución sobre Irak ante la ONU sería “una quiebra profunda” del Consejo de Seguridad. Palacio se inclina por presentar la segunda resolución a pesar de los anuncios de veto de Francia, Rusia y China.
En Barcelona, 300.000 personas, según el ayuntamiento de la ciudad, y 500.000 según los organizadores, formaron una cadena humana desde la sede del consulado de Estados Unidos a la del gubernamental Partido Popular (PP), con unos cinco kilómetros de longitud, y posteriormente se celebró una concentración en la céntrica Plaza de Cataluña. Además de manifestaciones, en diversos lugares se celebró otro tipo de actos con el mismo motivo, que incluyeron marchas por la paz, cacerolazos, pintadas, ceremonias religiosas e incluso representaciones teatrales. La adhesión de ayer fue menor a la multitudinaria del 15 de febrero, cuando tres millones de españoles se congregaron en los principales puntos del país.
Mientras tanto, las calles de Milán fueron escenario de una multitudinaria manifestación convocada por el principal sindicato italiano, el ex comunista CGIL, contra una guerra en Irak que la central denunció como carente de legitimidad internacional. La protesta, de carácter pacífico y festivo, bajo el lema “por la paz y por los derechos”, reunió en la capital lombarda a cerca de 700.000 personas, según la cifra proporcionada por los organizadores y que fue rebajada a medio millón por la policía. La marcha se inició desde tres puntos distintos de la ciudad para confluir en la plaza Duca d’Aosta, frente a la Estación Central y en donde intervinieron diversos oradores. La alta participación, con personas llegadas de toda Italia en varios cientos de vehículos, la convirtieron en una de la mayores manifestaciones celebradas en la historia de Milán.
En su intervención, el secretario general de la CGIL, Gugliemo Epifani, pidió al gobierno italiano que no se embarcara en una guerra “sin justificación política, base moral o legitimidad internacional”. Ante una plaza repleta con “banderas de la paz” (que en Italia está representada por los colores del arco iris), Epifani criticó la “postura ambigua” del gobierno del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, que al tiempoque declara su apoyo a EE.UU. insiste en la búsqueda de una solución diplomática a la crisis. El líder sindical, que recordó ayer las palabras del papa Juan Pablo II de que la guerra “será una derrota para toda la humanidad”, advirtió a Berlusconi que Italia “se paralizará en cuanto empiecen a caer las bombas” y que los trabajadores expresarán su rechazo al conflicto a través de una huelga. Los responsables del CGIL pidieron igualmente que Italia retirara su oferta al ejército norteamericano de utilizar sus infraestructuras de transportes, como puertos y aeropuertos, según aprobó el gobierno el pasado febrero.