EL MUNDO

¿Salió mal? No importa: es lo que queríamos hacer

La guerra a Irak no ha seguido el curso suave y rápido previsto por los halcones estadounidenses, pero éstos no se desalientan y han empezado a decir que las malas noticias, en realidad, son buenas.

Por Enric González
Desde Washington

Todo va bien. Y si la guerra resultara larga y muy cruenta, aún mejor. El grupo de “halcones” republicanos que desde 1998, o incluso antes, convirtió la invasión de Irak en uno de sus principales objetivos políticos considera, a diferencia de algunos generales del Pentágono, que todas las noticias que llegan del frente son buenas para Estados Unidos. William Kristol opina que un alto número de bajas en las filas de la fuerza expedicionaria sería positivo, porque desmentiría las tesis de Osama Bin Laden y demostraría a los árabes que los ciudadanos de la hiperpotencia no se asustan ante su propia sangre.
Paul Wolfowitz asegura, por su parte, que la necesidad de enviar refuerzos demuestra que la invasión “se desarrolla incluso con más rapidez de la prevista”. Los “halcones”, que en 1998 se agruparon en torno a una asociación llamada Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, ocupan actualmente posiciones muy variadas. Donald Rumsfeld, por ejemplo, es secretario de Defensa, Paul Wolfowitz es subsecretario del mismo departamento, William Kristol es director de la revista ultraconservadora Weekly Standard y Kenneth Adelman es asesor del Pentágono. Alguno está en horas bajas, como Richard Perle, que anteayer tuvo que dimitir como presidente del Consejo Asesor del Pentágono, después de conocerse que también cobraba por asesorar a compañías de inversiones beneficiadas por la guerra y que mantenía contactos con personajes tan polémicos como el intermediario saudita Adnan Kashoggi. Pero ninguno pierde el optimismo. La justificación de la guerra sigue siendo sagrada para ellos, incluso si para ello tienen que decir cosas muy distintas a las que decían hace unos meses.
Kristol predijo con insistencia una guerra fácil y prácticamente indolora. Ayer declaraba que una acumulación de bajas sería bien tolerada por la opinión pública, y podría ser incluso conveniente. “Lo que no toleran los estadounidenses es la derrota o la mentira”, dijo. En cambio, “en cierta forma, la voluntad de perseverar en la lucha sería tan impresionante como una victoria rápida” y desmentiría una de las tesis básicas de Osama Bin Laden, según la cual EE.UU. es “débil”, y lo demostró al huir de Somalia tras sufrir 19 muertes entre sus tropas.
Michael Ledeen, académico en el American Enterprise Institute, expresó su acuerdo con Kristol: “Todos los investigadores que han estudiado el carácter americano han llegado a la conclusión de que somos un pueblo guerrero y que amamos la guerra; lo que odiamos no son las bajas mortales sino la derrota”, declaró a The Washington Post.
El subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, compareció ayer ante un grupo de periodistas extranjeros acompañado por tres ciudadanos iraquíes exiliados en Estados Unidos para hablar sobre la crueldad de Saddam Hussein. Cuando se le pidió que hiciera un comentario sobre la dura resistencia que ofrecían los iraquíes, aparentemente confirmada por la necesidad de enviar al campo de batalla fuerzas que estaban reservadas para la posterior ocupación del país, Wolfowitz indicó que todo el mundo había malinterpretado esa noticia: “Ha habido que acelerar el envío de esas divisiones porque nuestro avance ha sido tan rápido que nos hemos adelantado al calendario y estamos ya a las puertas de Bagdad; la invasión se desarrolla incluso con más rapidez de la prevista”, dijo. Kenneth Adelman, uno de los asesores del Pentágono, escribió en febrero del año pasado lo siguiente: “Creo que la demolición del poder militar de Saddam Hussein y la liberación de Irak sería un paseo. Ofreceré razones simples y concluyentes: una, fue un paseo la última vez; dos, ellos son más débiles; tres, nosotros somos más fuertes; cuatro, esta vez vamos a por todas”. Ayer aseguró que no rectificaba una coma porque no habían “llovido misilessobre Israel y sobre nuestras tropas”, no había miles de muertos y no se había producido “la explosión de terrorismo que algunos pronosticaban”.

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Misiles Amraam en la zona de hangares del portaaviones estadounidense USS Kitty Hawk.
“Amamos la guerra; lo que odiamos no son las bajas mortales sino la derrota”, racionaliza un halcón.
 
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