Miércoles, 14 de diciembre de 2011 | Hoy
EL MUNDO › TIME UBICó AL PREMIER TURCO COMO EL LíDER MáS POPULAR
Para la revista Time, la gente eligió a Recep Tayyip Erdogan como el Hombre del Año. El primer ministro turco resultó el más popular en la encuesta anual de la revista y figuró en la tapa de las ediciones internacionales del 28 de noviembre. Fue alabado como el paladín de la democracia islámica. Ayudó a levantar a Turquía al lugar que tiene hoy como la segunda economía de crecimiento más rápido. Aunque no es árabe, es el líder más admirado en el mundo entre los árabes, según una encuesta de la Universidad de Maryland. Sus misiones diplomáticas provocan aplausos entre las multitudes que podrían poner verdes de envidia a las estrellas de rock.
Aparentemente es muy bueno en ganar popularidad en competencias en Internet también, ya que recibió 122.928 votos nominándolo como la persona más influyente del año. El primer ministro turco que ya lleva tres períodos aplastó a todos los otros competidores; el segundo lugar lo obtuvo Lionel Messi, el goleador del Barça con un mero 60 por ciento de los votos (74.412).
Aunque no todas son rosas para Erdogan. Un gran número de votantes votaron por el “no”, sosteniendo que no debería ser el Hombre del Año de Time. Más de 180.000 votos fueron negativos para el alabado político, y el margen de votos negativos fue mayor que los positivos. Así que ¿cómo ganó Erdogan el título de el Hombre del Año más favorecido y menos favorecido? Una campaña viral que circulaba en los sitios web turcos y vía correo electrónico mantuvo a las audiencias del mundo votando. Según el Wall Street Journal, una cadena de cartas vía correo electrónico les advierte a los turcos de las consecuencias de votarlo a Erdogan como el Hombre del Año. “Espero que pueden imaginar las consecuencias que pueden provocar el ganar ese tipo de encuesta para alguien que ansía ser sultán y al participar en este voto, los invito a no permitir que ese ambiente continúe”, decía.
Hasta el más sabio de los políticos se hace de algunos enemigos durante el curso de su carrera. Erdogan no ocultó su descontento con Israel después del ataque a la flotilla de Gaza en 2010. Y aun entre su propio pueblo tiene alguna inquieta resistencia. Los kurdos, un grupo minoritario de 14 millones viviendo en el sudeste del país, están frustrados con su estatus de segunda clase –la Constitución turca permite que el gobierno prohíba a los kurdos celebrar las festividades culturales y hablar en su lengua–. Durante casi tres décadas, el grupo separatista PKK kurdo ha peleado una violenta campaña contra Turquía en la esperanza de ser un Estado autónomo.
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