EL MUNDO
La secretaria de Hitler que vivió para contarlo y para arrepentirse
Traudl Junge, que acompañó a Adolfo Hitler hasta su suicidio en el bunker de la Cancillería en 1945 y fue una fuente muy rica para los historiadores, murió a los 82 años. Poco antes del fin dijo: “Ahora he contado la historia de mi vida y estoy lista para morir”.
Estuvo en el bunker de Adolfo Hitler cuando el Führer se suicidó en 1945 y trabajó a su lado durante años. Traudl Junge, conocedora de los pormenores de la vida del líder nazi por haber trabajado como su secretaria hasta el final, murió el domingo, pocos días después de publicar sus memorias y aparecer en una película donde aseguró: “Mientras más vivo y me hago más vieja, es mayor mi sentimiento de culpa”. Víctima del cáncer, Junge murió a los 82 años.
Su historia había comenzado en 1942. En plena guerra mundial, Junge -que quería ser bailarina– se convirtió en secretaria privada de Hitler. En el documental de Othmar Schmiderer, Blind Spot, Hitler’s Secretary (Punto ciego, secretaria de Hitler), Junge dio testimonio tras medio siglo de callar las experiencias de que fue testigo. “Hoy puedo decir que él era un verdadero criminal”, afirmó. También a través del libro Through the final hours (Hasta las horas finales), Junge da a conocer que fue ella quien redactó la última voluntad y el testamento de Hitler antes de escapar del bunker días después. Junge también presenció cuando Hitler besó a su compañera Eva Braun en frente de testigos antes de contraer matrimonio y posteriormente suicidarse, en los días cuando las tropas soviéticas estaban a las puertas de Berlín y el máximo deseo del dictador nazi era evitar ser capturado vivo por los rusos.
Pero eso no es todo. Durante años fue Lange quien dio información precisa sobre cuestiones de la vida política y cotidiana del Führer que sirvió al historiador negacionista David Irving a escribir páginas enteras con detalles que todos querían conocer. Y no fue casual que fuera éste inglés quien lograra este tipo de información. Irving entabló una estrecha relación con la ex secretaria de Hitler, que le permitió acceder al círculo de colaboradores que durante años acompañó a Hitler: una larga lista de victimarios entre quienes se contaban políticos, militares y diplomáticos, así como sus descendientes, que le entregaron una impresionante masa de documentos en forma de diarios personales, documentos militares y minutas de reuniones de todo tipo. El fruto de esa investigación fue el monumental pero tendencioso trabajo La guerra de Hitler, publicado en 1977, que algunos han descripto como “la autobiografía que Hitler nunca escribió” ya que el propósito declarado del autor fue investigar y narrar la guerra tal como se la veía desde el escritorio del Führer. Irving –que en años posteriores se describiría a sí mismo como un “fascista moderado”– concluyó en ese libro que Hitler no ordenó ni tuvo conocimiento de la “decisión final” de exterminar a los judíos. Veinte años después, su tesis se había radicalizado aún más, para sostener que todo el Holocausto no era más que una inmensa invención sin documentación valedera que la probara. Fue en ese momento que Irving llegó a la culminación de su carrera como historiador “negacionista” (del Holocausto), ya que se embarcó en un catastrófico juicio (que perdió) contra la historiadora norteamericana Deborah Lipstadt.
No fue el mismo camino que siguió su amiga. De acuerdo con Schmiderer, director de la película en que Lange dio testimonio y fue proyectada en el Festival de Cine de Berlín el domingo, él y su equipo tuvieron “la impresión de que sentía una pesada carga que se alivió después que contó su historia”. “Ella dijo ‘ahora he contado la historia de mi vida y estoy lista para morir’”, dijo Schmiderer. Schmiderer dijo que había hablado con Junge sólo días antes.
De acuerdo a sus relatos, ella había querido ser una bailarina de ballet, pero cuando oyó que había una vacante en la Cancillería, aprovechó sus habilidades en el tipeo y la taquigrafía para obtener el trabajo. Fue así como conoció personalmente a Hitler en su cuartel general Wolf’s Lair (Guarida del Lobo) en el este de Prusia, en lo que hoy es Polonia. Recordando el primer encuentro con el líder nazi, Lange sostuvo: “El era un agradable hombre mayor que nos dio la bienvenida en forma realmente amistosa. Pensé que estaría en la fuente de toda la información. Pero realmente era un punto ciego”. Lange aseguró que durante el tiempo en que trabajó para Hitler, ella y otras secretarias cenaban frecuentemente con él. En esos encuentros, el Führer evitaba tocar temas polémicos. También pasó un tiempo a solas con Hitler en sus horas finales mientras le dictaba su testamento final. “Pensé, ahora sabré lo que realmente pasó –dijo–. Pero todo eran viejas frases como que los judíos eran los responsables... fue enloquecedoramente insensible.” En la película, Lange reflexiona sobre el papel de quien fue su jefe: “Algunas veces pienso que si tuviese la oportunidad de conocer a Hitler de nuevo, le preguntaría que si descubriera que tiene sangre judía en su árbol genealógico, ¿se habría asfixiado con gas?”.