EL PAíS › SOLA INICIA UNA PULSEADA CON EDUARDO DUHALDE
Le quiere recortar el aparato
El gobernador busca limitar los gastos de la organización del Presidente en la provincia. Los duhaldistas le critican que les impide hacer política. Ya cayó el ministro de Economía.
Por Raúl Kollmann
La renuncia del ministro de Economía bonaerense, Jorge Sarghini, no sólo encierra un problema económico sino también una fuerte interna entre el actual gobernador Felipe Solá y el presidente Eduardo Duhalde. Según confiaron a este diario distintas fuentes coincidentes, la cuestión de fondo es que Solá se encontró con una provincia en llamas, inició una serie de durísimos recortes en todas las áreas, algo que puso en guerra al aparato duhaldista. “Me tiraron la provincia por la cabeza –dicen que dice habitualmente Solá– y si no tomo el toro por las astas, esto va a ser un incendio.” Solá, además, quiere que se cobren impuestos a una serie de contribuyentes que en épocas anteriores aparentemente no se tocaba e incluso mantenían deudas con el Banco Provincia. Los duhaldistas, por su parte, sostiene: “Felipe se corta solo: tiene que negociar con nosotros”. El tema no es menor: se habla de la provincia que es sostén de Duhalde y de la que tiene que salir la gente para llenar más de una plaza de sostén al Presidente. Más todavía, si los problemas nacionales se agravan.
Los temas que motivaron la fricción que terminó en la renuncia de Sarghini fueron básicamente dos:
u Solá la emprendió con durísimos recortes. Por ejemplo, suspendió el pago de viáticos a empleados estatales, cortó celulares, limitó el uso de automóviles y otras reducciones por el estilo. Además, anunció la suspensión de las becas y ya adelantó que habrá limitaciones al gasto en suplencias de los docentes. Todo esto afecta, por un lado, al aparato duhaldista, pero además no encaja con la política del ex presidente de “no apretar” justamente en su territorio.
u El otro punto de controversia se refiere a la recaudación impositiva. Es cierto que Solá criticó a Sarghini en ese terreno en una jornada de reflexión realizada el viernes pasado, pero lo importante es el trasfondo. Solá desplazó hace poco a los responsables de cobrarles a los grandes deudores del Banco Provincia, algo que de hecho indicaba su disconformidad con la poca vehemencia que se estaba poniendo en cobrarles a empresarios que –muchos sostienen– tienen vieja relación con el gobierno bonaerense. Por otra parte, también una fuerte presión para cobrar impuestos es mal vista por los duhaldistas, ya que crea un clima adverso en la provincia clave de su jefe y actual Presidente.
Los hombres de Duhalde que conversaron con este diario argumentaron que es cierto que deben bajarse los gastos, pero que “ello debe ser consensuado, acordado, con los principales referentes de la Legislatura provincial”. En una palabra, dicen que no se pueden socavar las bases del respaldo político del Presidente. Tampoco faltan los duhaldistas que insisten en que los recortes que pretende hacer Solá son arbitrarios y que –por ejemplo– mientras limita el uso de celulares a buena parte de los funcionarios, los hombres del gobernador siguen utilizando los suyos sin limitaciones.
Ayer, Solá trató de minimizar la renuncia de su ministro de Economía aduciendo que “había discrepancias en la política de recaudación, pero sobre todo tenemos distintos estilos”. El gobernador habló también de los recortes: “La recaudación cayó un 32 por ciento en enero y la situación no es sencilla. Si suspendo un plan como el de becas, es porque no podemos pagarlo. Por eso digo que prefiero que se me juzgue por sincero y no por demagógico.” Aunque todo el justicialismo sabe que Solá está también furioso con su antecesor, Carlos Ruckauf, por el estado en el que dejó la provincia, ayer el gobernador le apuntó sólo tangencialmente diciendo que “no voy a juzgar la actitud de Ruckauf, lo que creo es que esto es una brasa caliente desde hace mucho tiempo y lo que tenemos que hacer es ponernos la camiseta”.
Las peleas entre Solá y Duhalde no son nuevas. Tienen picos de confrontación, después se reúnen y acuerdan una especie de tregua. Locierto es que ahora los dos se necesitan más que nunca. Es obvio que Solá no puede gobernar la provincia sin el respaldo del formidable aparato duhaldista. Por el otro lado, Duhalde no puede permitir que se le arme lío en la provincia que es su principal apoyo. Hoy por hoy, el clima es de tensión y por abajo los hombres de uno y otro despotrican en voz alta. Lo más probable es que en los próximos días busquen algún acercamiento y digan “aquí no ha pasado nada”. Eso sí, como parte de los platos rotos quedó la renuncia de un ministro de Economía que ocupó cargos de responsabilidad durante los últimos 15 años. Su sucesor, dijo el gobernador, todavía no está designado. Pero indicó a sus allegados algunas referencias sobre su perfil: “No será un cavallista. Debe ser una figura con capacidad técnica y cintura política”. Un periodista le preguntó si ese sayo le calzaba a Horacio Rodríguez Larreta (h.). Solá se limitó a responder que no ha elegido aún al sucesor de Sarghini.