Lunes, 20 de febrero de 2012 | Hoy
EL MUNDO › TEHERáN ANUNCIó QUE DEJA DE EXPORTAR PETRóLEO A FRANCIA Y REINO UNIDO
La decisión del gobierno de Ahmadinejad es más simbólica que práctica, ya que tendrá poco impacto en las importaciones de crudo de Francia. Sucede en momentos en que varias potencias presionan a la nación persa para que frene su plan nuclear.
Por Eduardo Febbro
Desde París
Irán cerró la válvula del petróleo que les vendía a Francia y Gran Bretaña, en represalia por la presión insistente con que París y Londres acosan a Teherán y por el embargo sobre el petróleo iraní decidido en enero pasado por los 27 países de la Unión Europea. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, Alireza Nikzad, declaró que “el Ministerio del Petróleo cesó sus ventas a las compañías británicas y francesas”. Nikzad precisó que “hemos previsto suministrar nuestro petróleo a otros clientes”. La decisión iraní es más simbólica que práctica y tendrá poco impacto en las importaciones de crudo de Francia. En 2011, éstas alcanzaron 58 mil barriles por día, lo que equivale al 3 por ciento de las necesidades francesas de bruto. Jean Louis Schilansky, presidente de la Unión Francesa de Industrias Petroleras, aclaró anoche que la medida iraní “no tiene consecuencias prácticas directas”. El responsable reveló también que Francia había “cesado de importar petróleo iraní desde 2011”. Gran Bretaña se encuentra en una situación similar.
El pasado 23 de enero, la UE decretó un embargo “gradual” sobre el crudo proveniente de la república islámica, que debe entrar en vigor el próximo 1º de julio. La UE también pactó sanciones contra el Banco Central iraní, con la meta de frenar la financiación del dudoso programa nuclear persa. Los nuevos contratos petroleros con Teherán fueron de hecho prohibidos por los europeos con efecto inmediato. El miércoles pasado, los embajadores de seis países europeos –Francia, Italia, Grecia, Portugal, España y Holanda– fueron “invitados” por el Ministerio de Relaciones Exteriores iraní. Los representantes diplomáticos recibieron una advertencia sobre las consecuencias que tendría la suspensión de los contratos petroleros. El forcejeo repercutió de inmediato en el precio en alza del petróleo, que llegó a su nivel más alto desde mayo de 2011. Si la mayoría de los especialistas descartan que la medida iraní tenga consecuencias directas en los países concernidos, los mismos coinciden en señalar el impacto indirecto de la misma. Uno, sobre los precios mundiales; dos, sobre la tensión que reina en el estrecho de Ormuz, por donde transita el 35 por ciento del petróleo mundial que circula por vía marítima, o sea, un total de 15 millones de barriles diarios.
La producción global iraní representa entre el 4 y el 5 por ciento de lo que se produce en el mundo. Segundo país de la OPEP, Irán produce 3,5 millones de barriles diarios, de los cuales exporta 2,5 millones. El 20 por ciento del petróleo iraní se vende en los países de la Unión Europea (600 mil barriles por día), principalmente a España, Italia y Grecia, y un 70 por ciento a Asia. Los países más afectados por la respuesta iraní a la presión de la Unión Europea son Grecia, Italia y España, que cubren el 14 por ciento de sus necesidades con el suministro de petróleo persa. Los faros rojos se han encendido ahora en varios puntos. La mecánica de las sanciones y contrasanciones es un eslabón más de una larga serie de provocaciones de una y otra parte. El aluvión de sanciones que emanan desde los centros de poder llevó a Irán a amenazar con cerrar el estratégico estrecho de Ormuz.
A su vez, Teherán está enfrentado con Israel. Tel Aviv se frota las manos con la idea de lanzar un ataque punitivo contra Irán, lo cual restauraría su ya desgastada legitimidad regional. Ambas capitales protagonizan una abierta controversia con acusaciones cruzadas, cuyo último capítulo son los atentados antiisraelíes en India, Georgia y Tailandia, de los cuales Israel responsabiliza a Irán sin prueba alguna. Los occidentales e Israel continúan señalando el programa nuclear iraní. Para Teherán, éste no tiene fines militares, pero para los occidentales el enriquecimiento de uranio y la velocidad con que Teherán desarrolla su estructura nuclear sólo tienen una explicación, y es militar, cosa que Irán niega. El escenario parece ya montado con vistas a una confrontación militar. Washington no pudo ser más explícito cuando pidió a Israel que no llevara a cabo una acción militar “prematura”. Los lobos muestran los dientes: sanciones, acusaciones y amenazas. Por segunda vez en el año, y en la historia de la república islámica instaurada en 1979, Irán despachó barcos de guerra al Mediterráneo.
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