EL MUNDO › CAYO BO XILAI, UN LIDER INFLUYENTE EN LA LUCHA POR LA SUCESION DE HU JINTAO

El ala reformista se impone en China

La dramática caída de Bo Xilai, defenestrado como secretario general de la megametrópolis china Chonqing esta semana, es una victoria para quienes buscan profundizar la liberalización económica. Xi Jinping será el sucesor de Hu Jintao.

Bo Xilai en una reunión en Manila, antes de ser destituido como secretario general del PC en Chonqing.
Imagen: EFE.

Con la elección de un nuevo presidente y secretariado general a la vista, la lucha por la sucesión en China está al rojo vivo. La dramática caída de Bo Xilai, defenestrado como secretario general de la megametrópolis china Chonqing esta semana, es una victoria para el ala reformista que busca profundizar la liberalización económica.

Bo Xilai era el adalid de la Nueva Izquierda y de un neomaoísmo, que buscaba combinar apertura económica, crecimiento y justicia social. Su éxito en el municipio de Chonqing –una virtual nación de más de 30 millones de habitantes, que tuvo un crecimiento del 16 por ciento el año pasado y está llevando adelante un gigantesco programa social– era el trampolín político para acceder al secretariado general, que renueva siete de sus nueve puestos en el congreso partidario de octubre-noviembre. El anuncio este miércoles de su defenestración se hizo después de que el primer ministro Wen Jiabao advirtiera en una conferencia de prensa de tres horas que China podría repetir los traumáticos sucesos de la Revolución Cultural si no avanzaba en una reforma política y apuntara directamente a errores cometidos por Bo Xilai.

En el hermético mundo político chino, esta advertencia pública equivalía a un pedido de renuncia. Los “errores” de Bo Xilai se referían a un rocambolesco episodio con todo el aspecto de maniobra política para sacarlo del medio. El 6 de febrero, su mano derecha en la campaña anticorrupción (Da hei, “golpear negro”), el ex jefe de policía Wang Lijun, acusado de “excesos”, pasó varias horas en el consulado de Estados Unidos de la vecina provincia de Chengdu, aparentemente para pedir asilo.

Nadie espera una aclaración oficial de un episodio que revela fuertes fisuras internas en la dirigencia. Según los analistas, Bo Xilai intentó librarse de Wang Lijun al enterarse de una investigación que se le estaba haciendo al policía por corrupción, investigación que el ahora ex secretario general de Chonqing interpretó como un tiro por elevación de los liberales hacia su figura. Su suerte, sin embargo, pareció echada cuando un multimillonario de Chonqing, Li Jun, denunció que había sido arrestado y torturado durante tres meses por la policía de la municipalidad en el marco de la lucha contra la corrupción que llevó al arresto de más de 3 mil personas, entre ellos empresarios, jueces y miembros del Partido Comunista.

Bo Xilai sigue formando parte del selecto Politburó, compuesto por 24 miembros, pero sus chances de acceder al secretariado general han quedado seriamente comprometidas. Hijo del general Bo Yibo, lugarteniente de Mao Tse Tung y considerado uno de los ocho padres del Partido Comunista, Bo Xilai apostó sus fichas a combatir y promover su modelo “Chonqing” que roció con canciones rojas (Chang hong) que reivindicaban la mística igualitaria maoísta y desenterraban el traumático fantasma de la Revolución Cultural.

Este modelo ha sufrido un duro golpe, pero los problemas que plantea siguen en pie. Desde 2000, China no publica índices del coeficiente Gini de desigualdad. Ese año, el coeficiente era 0,412, superando al de Estados Unidos. Muchos académicos chinos estiman que hoy supera el 0,5 (la escala va de la igualdad absoluta del 0 a la máxima desigualdad del 1). Según un reciente informe conjunto del Banco Mundial y un think tank chino, China es el país más desigual de Asia. En un gesto que mostraba sus credenciales políticas, Bo Xilai se había comprometido a publicar el coeficiente de desigualdad del municipio de Chonqing.

Su caída no parece afectar la elección del hasta ahora aparente heredero de Hu Jintao: Xi Jinping. El actual vicepresidente de China acaba de visitar Estados Unidos, donde fue recibido como el próximo presidente y secretario general del Partido Comunista. Xi Jinping reveló poco en su viaje, pero aparece alineado con el “ala izquierda” del partido. Un alarmado artículo del matutino conservador británico Daily Telegraph lo pintaba recientemente como un “irredento comunista”.

En este contexto, la caída de Bo Xilai puede interpretarse como un mensaje indirecto a Xi Jinping. Según el académico chino de la Universidad de Nottingham, Shujie Jiao, el resultado a nivel político será la inmovilidad. “Desde ya que no significa el fin de la reforma o de la política de puertas abiertas, pero congelará la reforma política y alentará la connivencia entre el gobierno y las empresas. Empeorarán la corrupción y la desigualdad social, pero no se puede considerar un triunfo de la derecha sino más bien una llamada al inmovilismo”, señaló Shujie Jiao.

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