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Este ha sido el final de una hermosa amustad, dijo el jefe del Pentágono

Estados Unidos anunció ayer el retiro de las fuerzas y bases que tenía desplegadas en Arabia Saudita, tras una historia de tensiones crecientes.

¿Es un gesto de paz o es un gesto de guerra? Después de 12 años y una relación estratégica privilegiada, Estados Unidos acordó el retiro de las tropas norteamericanas desplegadas en Arabia Saudita, según anunció ayer en Riad el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, junto a su par saudita, el príncipe Sultán ben Abdul Aziz. Unos 5000 soldados estadounidenses se encontraban en Arabia Saudita desde la Guerra del Golfo de 1991. Este contingente se duplicó poco antes de la reciente invasión angloestadounidense a Irak. La decisión de Washington pone fin a su relación privilegiada con el país árabe más rico e influyente del Golfo Pérsico, aunque éste se había negado al empleo de su territorio para la guerra contra Irak. Estados Unidos trasladará las fuerzas que estaban en Arabia Saudita a la base qatarí de Al Udeid.
Después de la guerra en Irak “ya no hace falta que los soldados estadounidenses se queden” en el país, dijo Aziz en la conferencia de prensa que dio ayer en Riad junto a Rumsfeld. Pero aclaró que esto no significa que Arabia Saudita haya requerido el retiro de las tropas norteamericanas. Rumsfeld dijo que la “liberación de Irak” cambia la situación en el Golfo y permite a Washington reducir sus despliegues militares en la región. “Por mutuo consentimiento, los elementos que estaban aquí van a poder partir”, dijo el jefe del Pentágono. El ministro saudita de Defensa, Príncipe Saud al-Faisal, que se reunió con Rumsfeld, se apuró a señalar que en ningún momento pidió a Washington la retirada de las tropas, pese a la fuerte oposición que éstas enfrentan entre la población del reino.
Por su parte, Rumsfeld agradeció a Arabia Saudita su “cooperación y apoyo”. El secretario de Defensa norteamericano se refería al traslado a Qatar del cuartel general de la Fuerza Aérea estadounidense en Arabia Saudita, primer paso de este retiro de tropas. La base saudita de Príncipe Sultán, 50 kilómetros al sur del Riad, se trasladará a la base qatarí de Al Udeid, a 30 kilómetros de Doha. Allí también funciona el Comando Central (Centcom) estadounidense, que condujo la inva-sión a Irak.
La decisión de EE.UU. representa el fin de una polémica relación de más de 10 años y que tendrá gran repercusión política en la región. Después de la guerra del Golfo de 1991, Estados Unidos desplegó 5000 soldados y 100 aviones en Arabia Saudita para realizar patrullajes en el sur de Irak. Ese número trepó a 10.000 durante la reciente invasión a Irak. La presencia de tropas estadounidenses en el reino saudita, donde están los templos más sagrados del Islam, generaba resentimiento entre los árabes y musulmanes, por lo que la retirada militar de Estados Unidos podría obedecer a la presión que soporta el gobierno saudita. Gran parte de la población comparte las ideas integristas islámicas radicales, que consideran una herejía a la presencia norteamericana en la cuna del Islam. Esa fue una de las razones que utilizó el multimillonario saudita Osama bin Laden, líder de la red terrorista Al-Qaida, para justificar los atentados del 11 de septiembre.
“Hay ventajas políticas para ambos países”, indicó Tim Garden, del Instituto Real de Asuntos Internacionales de Gran Bretaña. “Estados Unidos tendrá mayor libertad de acción y Arabia Saudita se sentirá más cómoda. Y ninguno de los dos mencionará que era una exigencia de Bin Laden”, dijo Garden. Paul Beaver, analista en temas de defensa, opinó que “el anuncioreduce la dependencia estadounidense de Arabia Saudita y abre la posibilidad de que Irak se convierta en la base militar norteamericana preferida de la región”.
Los lazos entre ambos países se han ido deteriorando desde que se supo que asociaciones de caridad sauditas (incluyendo una a la que contribuía la esposa del embajador estadounidense en Washington) pudieron haber financiado los atentados. Además, 15 de los 19 terroristas involucrados en estos ataques son sauditas. Desde entonces, Riad y Washington se han enviado mensajes cruzados, aunque nunca hubo una confrontación pública.

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Donald Rumsfeld (der.), secretario de Defensa norteamericano, en su avión C-17 ayer.
 
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