SOCIEDAD › PERSEGUIDO POR EL EX MARIDO DE SU MUJER, PIDIO ASILO ANTE LA ONU
Historia de amor, amenazas y exilio
El protagonista es un ex combatiente de Malvinas que se enamoró de la ex de un oficial. Sufrió amenazas e incendios, le dieron la baja y tuvo que mudarse. Ahora vive en España, donde pide asilo.
Por Horacio Cecchi
Tipo de agallas, Néstor La Veglia. O apasionado. Su romance con María Inés Mulhall fue más fuerte que todas las contingencias sufridas, incluyendo amenazas y persecuciones que después de un largo peregrinar desviaron a la pareja y sus dos hijos hacia la Madre Patria. A principios de los ‘90, La Veglia no era don Néstor a secas sino sargento ayudante del Ejército, con asiento en el Regimiento de Infantería Mecanizada 8 de Comodoro Rivadavia. Y María Inés no era simplemente María, sino que para esa fecha ya era la ex mujer del mayor retirado Marcos Patterson, radicado en la misma ciudad. Tal parece que Patterson, según denunciaron los La Veglia, se tomó a pecho aquello de que donde manda mayor no manda sargento ayudante y descargó toda su ira sobre la feliz pareja. Después del incendio del almacén de los La Veglia, la baja obligada, una sucesión interminable de cartas y llamadas amenazantes, y una mudanza a San Luis, los La Veglia decidieron poner proa hacia el Viejo Mundo. Ahora, el ex sargento y actual marido de Mulhall tramita ante la ONU su condición de refugiado.
La Veglia había obtenido galones suficientes, al menos desde la perspectiva de un sargento ayudante: fue condecorado por su actuación en Malvinas, fue enviado a Croacia con los Cascos Blancos, y recibió medalla y diploma de honor de la ONU en el ‘93. Y aunque en su legajo personal no figurara expresamente, en el ‘92 formó pareja con María Mulhall, “simplemente María” para La Veglia, y “esa señora” para el ex mayor Patterson, su ex marido con quien tuvo tres hijos y residía en la zona de conflicto, o sea, la misma Comodoro Rivadavia. A su vez, el sargento tenía un hijo de un matrimonio anterior que sufría problemas pulmonares y por orden médica debía residir en una zona climática más al sur de Bahía Blanca. Comodoro Rivadavia era el lugar ideal. Y allí se conoció la pareja. Para entonces, Mulhall ya no era la señora de Patterson, cuestión que más allá del ex mayor, en el Ejército importaba poco y nada.
Empezó a importar y de un modo aparentemente intolerable en la medida en que los rumores de la nueva parejita comenzaron a andar por la cornisa de los mentideros de cuartel. Resultaba algo así como un “deshonor” y un mal mensaje a las camadas de suboficiales y a las esposas de oficiales. A la vuelta de su misión de paz en Croacia, a La Veglia lo esperaba la guerra: le ordenaron que pusiera fin a su “concubinato subversivo”. El sargento se negó. Lo trasladaron al Regimiento 15, de La Rioja. El sargento se negó por su hijo enfermo. El Ejército insistió. El sargento pidió el pase a disponibilidad. El Ejército se lo rechazó. El sargento presentó un recurso de amparo. La Justicia se lo rechazó. El 5 de septiembre del ‘94 le dieron la baja, y el 2 de octubre del ‘95 se la volvieron a dar. La doble baja, inédita, parece indicar que durante un año alguien cobró su sueldo.
Entretanto, los La Veglia consolidaron interiormente sus defensas: contrajeron matrimonio y tuvieron dos hijos; y exteriormente: pusieron un almacén a 15 kilómetros de Comodoro. En tres ocasiones, un llamado de urgencia a los bomberos intentó detener misteriosos incendios en el local. Pero también llegaron amenazas del tipo “Perra hija de puta, terminala, rajen o son boleta”, “Soy peligroso” y llamados telefónicos amenazantes del mismo o peor tono.
Durante varios años, el ex sargento ayudante y la ex de Patterson sufrieron y resistieron todo tipo de situaciones hasta que, atemorizados, los La Veglia decidieron mudarse a San Luis. No fue suficiente. “Creíamos que alejándonos de Comodoro Rivadavia nos iban a dejar tranquilos, pero nos siguieron persiguiendo y amenazando”, aseguró La Veglia a Hugo Lucero, de la agencia Télam. El 23 de mayo del ‘97, el ex sargento presentó una denuncia en la comisaría 2ª de San Luis. “Es inútil que te escondas, sabemos que estás en San Luis. Te vamos a hacer boleta a vos y a tu familia”, había escuchado en el contestador. La Veglia pidió la intervención del número. La cosa no varió: “Es inútil, pidas lo que pidas,cuando te cansés y te olvidés, nos acordaremos de vos y te vamos a hacer boleta”, fue el nuevo mensaje.
Desde el costado legal, Eduardo Barcesat, abogado de La Veglia, pidió el procesamiento del ex jefe Martín Balza (quien firmó la baja del ex sargento), y de una docena de oficiales, como partícipes necesarios en la separación de La Veglia. Desde el costado estratégico y supervivencial, Néstor y María Inés, junto a sus dos hijos Nicolás y Santiago, de 8 y 7 años, se mudaron a España. Allí, el ex sargento inició un trámite ante las Naciones Unidas solicitando asilo como perseguido por un ex mayor y el Ejército argentino.