Miércoles, 1 de agosto de 2012 | Hoy
EL MUNDO › EN LA CIUDAD SIRIA HUBO EMBOSCADAS, ASEDIOS Y EJECUCIONES
Los rebeldes se enfrentaron con el ejército de Bashar Al Assad intentando tomar el control de la ciudad más grande de Siria. Invadieron comisarías y otros puestos gubernamentales y en algunos casos decapitaron a los que se oponían.
Por Kim Sengupta *
Desde Alepo
Emboscadas y ataques aéreos, asedios y ejecuciones eran la sangrienta orden del día en Alepo ayer mientras los rebeldes y las fuerzas del régimen luchaban calle a calle para tomar posesión de la ciudad más grande de Siria. La violencia y la expectativa de los conflictos por venir se sumaban a una sensación de temor y el flujo de refugiados que huían de sus casas. Mientras continuaba su resistencia contra la artillería en los distritos de Salaheddine y Hamdaniyeh, los combatientes de la oposición encararon la ofensiva en otras áreas: tomaron comisarías y otros puestos gubernamentales y en algunos casos capturaron a sus defensores; también ocasionaron un gran número de muertos por disparos y se hicieron de armas y municiones.
Los rebeldes también estaban en la mira del enemigo, mientras las tropas de Bashar Al Assad enviaban salvas de morteros y ataques con misiles desde helicópteros de combate y aviones de guerra. Asimismo se introdujo una nueva dinámica en el conflicto ya profundamente dividido y sectario, con una milicia de la tribu de Al Barre gritando su lealtad a Assad y llevando a cabo un ataque cerca del aeropuerto de la ciudad que mató a 16 combatientes rebeldes y limpió, por el momento, una ruta a través de la cual se traen las provisiones y soldados desde Damasco.
Sin embargo, la captura de las estaciones de seguridad de Bab Al Nerab, Al Miersa y Salhain, y con ello el control de los barrios adyacentes, significa que los opositores están ganando mucho terreno. En cada ocasión, los helicópteros de combate aparecían más tarde para bombardear, pero no había señales de fuerzas terrestres llegando a retomar las posiciones. Ninguna de las bases fue tomada fácilmente, y los defensores lucharon con fuerza. No eran sólo oficiales de policía, sino miembros de la policía secreta Mukhabarat y también el Shabiha, los paramilitares reclutados entre los leales al régimen. Ambos grupos han sido acusados de cometer abusos, incluyendo tortura y violación, en la campaña para suprimir el levantamiento. La justicia sumaria parece haberse impuesto en algunas instancias, con los cadáveres mostrando heridas de bala en las nucas.
Cuando se le preguntó a un joven rebelde en Bab Al Nerab si se les había disparado a algunos de los oficiales después de haberse rendido, respondió: “No se rindieron, fueron capturados”. Esto fue discutido por un viejo y enojado combatiente, Syed Abdul Qadar, quien insistió en que las muertes ocurrieron en el curso del combate. “Pero en el aeropuerto, los Barre asesinaron a gente que tenía las manos atadas detrás de sus espaldas”, añadió.
Los cuerpos de los 20 oficiales yacían en varias partes de una comisaría que se incendió cuando los disparos de las Kalashnikov encendieron un líquido inflamable. El jefe de la unidad rebelde que llevó a cabo el ataque, Omar Abdel Aziz Hatteh, dijo: “Les ofrecimos la oportunidad muchas veces de rendirse. Pero el coronel a cargo aquí se negó a dejar que alguno de sus hombres saliera con vida. Nos gritaba en el teléfono, usando un lenguaje soez”.
El cuerpo del teniente coronel Maklesh El Ali fue puesto más tarde en la parte de atrás de una pick-up y llevado a dar una vuelta por la ciudad. “Era un hombre malvado, nos trataba como perros”, dijo Nouri Hassan al Batme. Los departamentos en el edificio donde vivía con su familia, frente a la estación, habían sido usados por los oficiales de seguridad para ubicar a los francotiradores durante la balacera.
“No les importaba lo que nos sucedía a nosotros”, dijo Batme, un contratista de 47 años. “A este régimen no le importa su gente. Tengo un hermano, Faisal, que fue arrestado hace 32 años, no lo hemos visto desde entonces. Este coronel era un hombre brutal, me arrestó por un asunto familiar hace diez días y me golpeó los pies con un palo. También me golpeó tan fuerte en la cabeza que no oigo bien de uno de mis oídos”. Batme y su familia de seis se están mudando de su departamento en estos momentos porque su mujer está aterrada por los ataques de los helicópteros. Pero él se resistía a mudarse diciendo: “Con esto vacío, los ladrones podrían venir y llevarse cosas. No tenemos más comisaría. ¿Quién se supone que esté haciendo su trabajo?”. Muchos habitantes se han trasladado a otras zonas más seguras de Alepo, que sufre continuos cortes de electricidad y escasez de agua.
El asalto a la comisaría en al Marju en Salhein fue llevado a cabo por más de 700 combatientes: el fuerte destacamento con 45 hombres adentro se resistió hasta que una bomba hecha con un contenedor de depósito de agua y TNT fue tirada sobre las bolsas de arena por dos voluntarios. Quince oficiales del régimen fueron muertos y el resto arrestado, excepto cuatro que lograron escapar. “Eran francotiradores. Tres de ellos eran iraníes, el otro era ruso”, sostuvo Abdel Rahman Moussa, uno de los rebeldes. “El ruso debe haber sido valioso. Al final mandaron a 200 soldados para sacarlo. Siempre oímos sobre rusos e iraníes. También creemos que algunos de Hezbolá están aquí.”
Hubo rumores de que mercenarios extranjeros pagados por Assad, así como el inminente lanzamiento de armas químicas, corrían por la ciudad, sin una evidencia detectable de alguno de ellos. Tampoco se encontraban los cientos de islamistas extranjeros quienes, según algunos informes de los medios, llegaron para izar la bandera de Al Qaida y de la Jihad en Alepo.
Los rebeldes gastaron parte de sus últimas rondas de Kalashnikov proveyendo fuego de cobertura, mientras las familias huían de la calle y una pequeña lloró hasta que se reunió con su mascota.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhére.
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