EL MUNDO
Catorce expulsiones que no pasarán sin respuesta
El gobierno de Cuba anunció que “se tomará todo el tiempo necesario” para responder a la “nueva provocación norteamericana” representada por la expulsión de 14 de sus diplomáticos de territorio estadounidense. Y en Washington comenzó el debate.
Por Mauricio Vicent *
Desde La Habana
El gobierno de Fidel Castro afirmo ayer que la expulsión de 14 funcionarios diplomáticos cubanos de Estados Unidos por espionaje es parte de una “escalada agresiva” de Washington que pretende “crear una crisis y propiciar una confrontación entre los dos países”. Según La Habana, la medida adoptada esta semana por el gobierno norteamericano pretende “sabotear” los acuerdos migratorios firmados por Cuba y EE.UU. en 1994 y 1995 y también “provocar una escalada que culmine con el cierre de las Secciones de Intereses en ambos países”. Dagoberto Rodríguez, jefe de la Sección de Intereses en Washington, dijo que los norteamericanos “mienten como pinochos”, y dijo que la crisis era un pretexto estadounidense para invadir la isla.
“La expulsión de 14 diplomáticos cubanos es un irracional acto de venganza del gobierno de los Estados Unidos”, asegura el Ministerio cubano de Relaciones Exteriores, en una declaración oficial publicada el miércoles por el diario comunista Granma. En esta las autoridades advierten que “Cuba se tomara el tiempo necesario” para responder a la “nueva provocación norteamericana”. “Esta arbitraria decisión es otra prueba de que se está ejecutando contra Cuba un plan dirigido a sabotear los Acuerdos Migratorios, crear una crisis y provocar una confrontación entre ambos países”, denuncia la Cancillería cubana. En recientes discursos, Fidel Castro ha acusado a los sectores más conservadores del exilio de Miami y de la administración Bush de estar preparando el terreno para una agresión militar contra Cuba.
Estados Unidos expulsó el lunes a 14 diplomáticos cubanos por realizar “actividades incompatibles con su función”, que en lenguaje diplomático equivale a acusarlos de espiar para La Habana. Según un portavoz del Departamento de Estado, Chip Barkley, la medida se tomó como parte de una “amplia investigación sobre espionaje de Cuba en EE.UU.” y “no está relacionada” con la reciente escalada de tensión en las relaciones bilaterales. Siete de los expulsados ejercían funciones en la Embajada de Cuba ante Naciones Unidas y los otros siete pertenecen a la Sección de Intereses de Cuba en Washington.
La expulsión de los diplomáticos cubanos tiene lugar después de que las autoridades de la isla condenasen a 75 disidentes a severas penas de privación de libertad por “conspirar” con el jefe de la sección de Intereses de EE.UU. en La Habana, James Cason. Las declaraciones del presidente cubano se produjeron tras una ola de represión de disidentes y de ejecuciones sumarias. Setenta y cinco opositores, en su mayoría periodistas, escritores y activistas críticos de la revolución, han sido sentenciados a penas de hasta 28 años de cárcel. Y hace tres semanas, el gobierno condenó a muerte a tres jóvenes que secuestraron una embarcación para dirigirse hacia las costas de Florida. La severidad de las medidas le ha valido a Cuba una lluvia de críticas y retiradas de apoyo a nivel internacional.
EE.UU. tiene previsto responder a la represión de disidentes con un nuevo endurecimiento del embargo. No existe sin embargo consenso en la cúpula política norteamericana sobre los pasos a tomar. Anteayer se introdujo en la Cámara de Representantes del Congreso un proyecto de ley para levantar la prohibición de viajar a Cuba, sin precedentes en los últimos 40 años de Guerra Fría. En el Senado también se ha presentado un proyecto de ley idéntico.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.