EL PAíS › EL PRESIDENTE LOGRO DOBLEGAR A CARLOS MENEM

Duhalde, con cierto alivio

 Por Martín Piqué

Eduardo Duhalde pudo finalmente sentir esa sensación de alivio y despedida que esperaba desde hace días. La confirmación de que Carlos Menem abandonaba el ballottage –que conoció ayer a la tarde en Uruguay– le permitió prepararse para otro viaje, el primero como ex presidente, que hará a Brasil el 26 de mayo próximo. Será un periplo especial, porque lo realizará, junto a su esposa Chiche, como invitado especial en el avión presidencial de su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Aunque para eso aún faltan diez días, en el entorno íntimo de Duhalde dicen que llegó la hora de “irse a casa”. Claro que esa frase no resume las afiebradas gestiones para garantizar el “traspaso” del poder, ni tampoco su obsesión por asegurar el apoyo de la provincia de Buenos Aires.
El día que tanto esperaba Duhalde llegó ayer, mientras se encontraba de visita oficial en Uruguay, acompañado por el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, y el canciller Carlos Ruckauf. Por esas ironías del destino, Duhalde había cruzado el río para despedirse formalmente del presidente uruguayo, Jorge Batlle, un reconocido amigo de Menem que hasta había pronosticado un triunfo electoral del riojano. Ya en Montevideo, ante los periodistas, el Presidente rompió el efímero silencio que se había autoimpuesto anteayer hasta que se confirmara el abandono de Menem. “Esperaba la renuncia”, admitió, y acusó a su rival de “defraudar a la opinión pública, a quienes lo votaron y a la imagen de Argentina en el exterior”.
Después, en un discurso en el Congreso, Duhalde anunció que la Argentina tenía “presidente electo”. “Es el doctor Néstor Kirchner, gobernador de Santa Cruz”, dijo casi a modo de presentación. Lo acompañaba también el embajador argentino en Montevideo, Hernán Patiño Meyer, quien definió a Menem como “el icono más representativo de la vieja política que la sociedad argentina repudió a partir de los acontecimientos de diciembre de 2001”. Mientras cumplía con su agenda protocolar, los funcionarios del Gobierno que habían quedado en Buenos Aires analizaban las consecuencias de la renuncia de Menem. “Puede haber existido presión de los sectores financieros”, admitía a Página/12 un secretario de Estado.
En la Rosada se escuchaban análisis disímiles –casi opuestos– sobre cuáles deberían ser los próximos pasos de Kirchner. El citado secretario de Estado, por ejemplo, admitía que “una fuerte presencia de Duhalde generaría un debilitamiento” en el nuevo Gobierno. Ante ese panorama, decía el funcionario, el santacruceño debería “ampliar su base de sustentación política” aunque teniendo en cuenta que “la base es el peronismo”. En cambio, otro miembro del Gabinete con ciertos contactos con el menemismo especulaba con que Kirchner, debilitado, tendría que recurrir a todos los gobernadores del PJ. La posición de Duhalde, sin embargo, quedó expuesta en la reunión que tuvo el martes, en Olivos, con varios intendentes del conurbano: “Ahora la manija la tiene Kirchner y le toca el juego a él”, les dijo a los bonaerenses.
En aquel encuentro estuvieron el ministro de Trabajo bonaerense, Mariano West, y los intendentes Hugo Curto (Tres de Febrero), Alberto Descalzo (Ituzaingó) y Gerardo Amieyro (San Fernando). Ante ellos, Duhalde explicó cómo deberían ser los festejos del 25 de mayo en la Plaza de Mayo. Para ese día, su último como Presidente, pidió que no haya excesos en la movilización: “Nos va a estar mirando todo el mundo”.

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