EL MUNDO › EL PARTIDO DEL EX PREMIER DEJó FUERA A CANDIDATOS CUESTIONADOS

Disputas en el berlusconismo

La contienda más difícil al interior del Pueblo de la Libertad terminó con la renuncia del secretario del partido en la región de Nápoles, Nicola Cosentino, un amigo de Il Cavaliere, que también tiene juicios pendientes.

 Por Elena Llorente

Desde Roma

Ningún partido político italiano ha pasado por disputas más duras entre sus militantes y dirigentes por las candidaturas para las elecciones –el 24 y 25 de febrero– como el Pueblo de la Libertad (PDL), el partido de Silvio Berlusconi. La más difícil tal vez terminó ayer con la renuncia del secretario del partido en la región de Nápoles y ex subsecretario de Economía durante el gobierno de Il Cavaliere, Nicola Cosentino. Habían volado amenazas varias en esa encarnizada batalla como, por ejemplo, la de revelar supuestos secretos del PDL que hacía suponer que podían salir a la luz matufias de todo tipo que, a su vez, podían poner en peligro el futuro electoral.

El discutido candidato, con juicios pendientes por presunta asociación mafiosa y corrupción, hizo ayer una rueda de prensa explicando que no compartía la decisión de su partido, pero que la aceptaba renovando su amistad con Il Cavaliere. Berlusconi no perdió la oportunidad de echarles la culpa de la renuncia de Cosentino a los jueces que, dice, lo persiguen a él y a varios de su partido. “Es un amigo. Hemos tenido que decidir de esta manera por culpa de los jueces”, dijo, aludiendo a los procesos que Cosentino tiene pendientes.

Para poder ascender en los sondeos que lo ven por debajo de su principal opositor el Partido Democrático (PD, centroizquierda), el PDL ha tenido que dejar afuera a varios de los que creían que serían obviamente candidateados. Dado que el PD hizo elecciones primarias para elegir de modo transparente a sus candidatos y el PDL no, éste prometió a cambio que no llevaría a las urnas a quien hubiera sido condenado de forma definitiva. Es decir que quien tenía una condena de primera instancia (en Italia la Justicia tiene tres instancias) o de segunda, podía hacerlo. Así comenzaron a hacer alguna limpieza dentro del partido, un poco para sacarse de encima la fama de ser el partido que más diputados y senadores tiene bajo investigación judicial. Basta pensar en Berlusconi, que en este momento tiene en curso al menos tres procesos, incluido el famoso “Ruby” por presunta prostitución de menores. Pero la candidatura de Berlusconi, que según la prensa italiana reparte dinero cuando quiere y a quien quiere sin problemas, por ejemplo para comprar votos cuando tuvo que aprobar alguna ley en el Parlamento, nadie la puso en duda.

También fue dejado de lado Marcello Dell’Utri, amigo íntimo de Berlusconi y dirigente de algunas de sus empresas, y cofundador con él de Fuerza Italia, partido con el que Il Cavaliere se lanzó a la política en la década del ’90. Dell’Utri, siciliano, ex senador, acusado de complicidad con la Cosa Nostra, podría ser condenado en breve de forma definitiva, a siete años de cárcel si se confirma la pena pedida por el fiscal.

Evitar los procesos y las condenas ha sido el objetivo de numerosos políticos italianos que para eso se han hecho elegir parlamentarios. Se dice de Berlusconi, quien en efecto logró así posponer indefinidamente algunos de sus procesos hasta que cayeron en prescripción y, recientemente, trató de postergar el proceso Ruby, argumentando que no tenía tiempo para asistir a las audiencias a causa de la campaña electoral. Se dijo de Cosentino y se dijo de Dell’Utri. Pero esta condena, de confirmarse, sería definitiva. Por eso retiró tranquilamente su candidatura, como él mismo contó a la prensa.

Si de guerras se habla, en Italia no existe sólo la guerra entre los candidatos sino también la de los sondeos, indicadores peligrosos sobre las inclinaciones de la opinión pública que a menudo no sólo no reflejan la realidad sino que –usados por los partidos– crean opinión, indicando el camino a los desorientados, según el politólogo Ilvo Diamanti.

En un momento preelectoral como el actual, con un nivel de crisis económica que Italia no había sufrido desde la posguerra, la de-sorientación reina en muchos sectores, incluso entre los políticos. Ya no hay dos partidos líderes como antes y algún que otro partidito a su alrededor. Ahora la derecha –aunque el líder sigue siendo el PDL– se ha dividido en unas diez formaciones. El centro, aunque lidera el actual primer ministro dimisionario Mario Monti, incluye tres o cuatro. La izquierda, aunque el principal partido es el PD, tiene otros cuatro o cinco a su alrededor, que lo presionan para que no haga alianzas postelectorales con Monti, una posibilidad que algunos manejan para poder dar a Pierluigi Bersani, el candidato a premier del PD, la garantía de poder gobernar con la mayoría en las dos Cámaras.

Según uno de los últimos sondeos publicados por el canal televisivo La 7, el centroizquierda con el 37,1 por ciento estaría a la cabeza con 9 puntos de ventaja sobre el centroderecha, que conseguiría el 28 por ciento de los votos. La coalición de centro de Monti alcanzaría poco más del 15 por ciento y el partido del cómico Grillo, inconformistas y criticones de todo el mundo, llegaría casi al 13 por ciento.

Una de las batallas principales de estas elecciones se dará en el Senado –y no en la Cámara de Diputados donde el centroizquierda parecería asegurado–, particularmente en tres regiones claves: Lombardía (norte, la región de Milán), Campania (centro, la región de Nápoles) y Sicilia (sur).

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Nicola Cosentino deberá enfrentar juicios por presunta asociación mafiosa y corrupción.
Imagen: EFE
 
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