Miércoles, 15 de mayo de 2013 | Hoy
EL MUNDO › CAMERON PRESENTó UN PROYECTO DE LEY PARA LANZAR UN PLEBISCITO EN EL 2017
La movida no dejó conforme a nadie. Los euroescépticos la consideraron insuficiente, los eurófilos se oponen y los escoceses aprovecharon para decir que Inglaterra no podía decidir por Escocia si seguir o no en la Unión Europea.
Por Marcelo Justo
Desde Londres
Una vez más el tema europeo está dejando en ridículo a los conservadores británicos. En vísperas de la votación del último programa legislativo de gobierno en la Cámara de los Comunes, unos cien diputados conservadores forzaron la mano del primer ministro David Cameron, quien presentó un proyecto de ley para que el próximo gobierno llame a un referendo a fin de decidir si el Reino Unido seguirá perteneciendo a la Unión Europea.
La movida no dejó conforme a nadie. Los euroescépticos conservadores la consideraron insuficiente, dos ministros ya habían declarado que en caso de que hubiera un voto estarían a favor de que el Reino Unido abandonara la UE, otros dos declinaron pronunciarse y el independentista Ukip celebró una vez más el caos del partido de Cameron. En la vereda de enfrente se formó una virtual coalición entre los conservadores eurófilos, los socios de la coalición de gobierno, los liberal demócratas, el principal partido de la oposición, los laboristas y hasta los nacionalistas escoceses, que aprovecharon el río revuelto para decir que Inglaterra no podía decidir por Escocia si seguir o no en la UE.
Los escoceses son entusiastas europeístas de toda la vida. En realidad, en comparación con la rubia Albión, cualquier país europeo es un fanático de la integración. Cuando se formó el primer germen de la actual Unión Europea en los ’50, los ingleses se debatieron entre mantenerse al frente de lo que quedaba de su imperio o integrarse al naciente proyecto paneuropeo. Este debate entre los viejos sueños imperiales y la nueva realidad mundial sólo se saldó con un referendo que permitió en 1973 el ingreso británico a la entonces Comunidad Económica Europea. Pero ni la consulta popular ni la integración consiguieron aplacar los cuestionamientos a la continua profundización del proyecto europeo. En una sociedad dividida, los laboristas terminaron aceptando la idea de un futuro integrado europeo, mientras que los conservadores se inclinaron hacia posiciones cada vez más nacionalistas. Las divisiones de los Torys sobre Europa fueron clave en la caída de Margaret Thatcher en 1991 y en la derrota electoral de su sucesor, John Major, en 1997.
El primer ministro David Cameron intentó superar estos enfrentamientos internos con un juego de equilibrista, en el que criticaba a la UE a la vez que se declaraba europeísta. A fines de enero, ante la creciente crisis de la eurozona, volvió a probar con un discurso –publicitado durante semanas como la solución definitiva al tema– en el que se comprometió a convocar un referendo en el 2017 si los conservadores ganaban las elecciones y la Unión Europea tenía que cambiar su tratado para institucionalizar una mayor integración de la Eurozona. Pero el crecimiento del antieuropeísta Ukip –una encuesta publicada este martes le da el 18 por ciento de la intención de voto– obligó a Cameron a endurecer aún más su posición.
Esta posición lo ha dejado a un paso del ridículo nacional e internacional. La semana pasada la coalición conservadora-liberal demócrata presentó su programa legislativo, el último que será completado por este gobierno antes de las elecciones del 2015. Cinco días más tarde le añade de apuro un proyecto de ley de dudosa constitucionalidad (¿puede un gobierno exigir que el siguiente convoque a un referendo?) para calmar las aguas de su propio partido y no lo consigue. Los rebeldes conservadores van a presentar este miércoles una enmienda al programa legislativo gubernamental en la que “lamentan que el programa no mencione el tema europeo”.
En la prensa británica este estado de cosas ha sido calificado de “farsesco”, pero además se da en medio de la visita oficial de Cameron a Estados Unidos. Uno de los temas clave de la reunión que mantuvo este lunes con el presidente Barack Obama era la negociación en curso para un tratado comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea, negociación que el mismo Cameron ha apoyado fervorosamente. ¿Tiene sentido bregar por un acuerdo cuando se pone en duda la propia pertenencia a una de las dos partes? El presidente Obama buscó la diplomacia cuando le preguntaron sobre los conflictos “europeos” del primer ministro. “Pienso que la participación del Reino Unido en la Unión Europea es una expresión de su influencia y lugar en el mundo”, dijo Obama. Por debajo de su sonrisa, el mensaje era claro: el Reino Unido tiene peso dentro de la UE, lo pierde por fuera.
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