Sábado, 14 de septiembre de 2013 | Hoy
EL MUNDO › OPINION
Por Washington Uranga
A propósito de los seis meses de la designación de Jorge Bergoglio como Francisco, el vocero de la Santa Sede, el sacerdote jesuita italiano Federico Lombardi, habló por Radio Vaticana e hizo mención a las “tres novedades” que, a su juicio, caracterizan hasta el momento el nuevo pontificado: “La elección del nombre, el impulso hacia una Iglesia no autorreferencial y el fin del eurocentrismo”. Las declaraciones del vocero oficial marcan también una línea de interpretación respecto de los lineamientos de acción que el Papa le está dando a su gestión al frente de la Iglesia Católica.
Respecto del nombre Francisco, “un nombre nuevo, que ningún papa antes había tomado”, Lombardi subrayó que Bergoglio asoció esa elección con “pobres, paz, protección de la creación” y destacó que, hasta el momento, “los pobres y la paz” son las características fundamentales de la acción de Francisco como papa. El vocero no dejó pasar por alto, para destacarla, la intervención que el Papa está teniendo en el escenario internacional con la intención de lograr una salida pacífica a la situación de guerra en Siria. Otros analistas de la política vaticana anticipan que esta postura de Bergoglio se reflejaría en adelante también en intervenciones acerca de diversos temas de la política y del escenario internacional, incluso promoviendo la participación en el mismo sentido de los líderes de las grandes religiones mundiales.
Respecto del “fin del eurocentrismo” eclesiástico católico, Lombardi, además de destacar lo significativo que resulta que la elección del pontífice haya recaído sobre un latinoamericano, indicó también que a partir de ese hecho hay una “ampliación de los horizontes” que, según el mismo vocero, quedó de manifiesto en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Brasil. Esa ampliación de la mira, dijo Lombardi, no sólo está referida a la procedencia geográfica del Papa, sino también a temas como el de “la pobreza, que provienen de un rico contexto eclesial, con una gran tradición propia, que ahora llega al corazón de la Iglesia con mayor fuerza y presencia”. Y aun haciendo la salvaguarda de que “todos los papas son universales” el jesuita dijo que, sin embargo, “la elección de un papa que viene de otro continente aporta realmente algo específico en el estilo, en la perspectiva, y es algo deseado por la Iglesia universal, deseado por los cardenales y nosotros lo apreciamos, como un enriquecimiento adicional del camino de la Iglesia universal”.
Un tercer elemento subrayado por Lombardi está relacionado con la idea de “Iglesia misionera”, volcada hacia la sociedad, que ha quedado de manifiesto en las palabras y en muchas de las acciones del papa Bergoglio. “El papa Francisco –dijo– habla mucho de una Iglesia no autorreferencial, una Iglesia en misión, una Iglesia que mira fuera de sí misma y hacia el mundo entero. Me parece que con el papa Francisco, la barca de la Iglesia se desplaza con decisión mar adentro, sin miedo. Es más, con la alegría de poder encontrar el misterio de Dios en nuevos horizontes”, agregó.
Lombardi destacó también que “el estilo, el lenguaje directo del papa, sus actitudes, incluso la novedad de su estilo de vida llegan a lo profundo y despiertan un gran interés, un gran entusiasmo”. Según el vocero “esta manera tan efectiva de hablar y ser capaz de comunicar a través de palabras y gestos de manera directa, el amor de Dios para todos, y la proximidad, el interés humano, la ternura –es otra de las palabras que le gustan a este papa y que son expresión de su forma de ser– es algo que toca y mueve profundamente a los seres humanos, a todos ellos: creyentes y no creyentes”. Según Lombardi el papa Francisco “habla para todos en su verdad, en su concreción y en su proximidad al corazón del hombre”. Para el portavoz, Bergoglio expresa a “esta Iglesia peregrina, capaz de ser solidaria, compañera de la humanidad que camina”.
El vocero del Vaticano adelantó también que en los próximos meses el Papa se ocupará de cuestiones relacionadas con el gobierno de la Iglesia, consultando a sus colaboradores de la curia romana y, particularmente, a los cardenales “que él ha escogido y que provienen de diferentes partes del mundo”, refiriéndose a la comisión especial creada para reformar la estructura de la Iglesia y cuya coordinación le fue encargada al cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga.
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