La canciller alemana, Angela Merkel, emprendió ayer la búsqueda de un gobierno de coalición, mientras se registraban las primeras dimisiones en el aliado Partido Liberal (FDP). Sin embargo, los socialdemócratas (SPD) y Los Verdes se mostraron cautos ante la idea de gobernar a la sombra de Merkel. “Hay que discutir las cosas. Hará falta cierto tiempo”, adelantó la mandataria alemana, aunque se negó a entrar en especulaciones sobre cuándo asumirá el poder el nuevo gobierno o sobre si existen ciertas condiciones en las negociaciones. “Tenemos un mandato claro para gobernar y lo asumiremos”, dijo Merkel en la rueda de prensa en la que analizó los resultados electorales cosechados el domingo, cuando consiguió el 41,5 por ciento de los votos y 311 diputados, a cinco de la mayoría absoluta.

Si bien el SPD podría ser el socio probable de cara a formar una gran coalición como la que lideró Merkel en su primera Legislatura como canciller, la segunda opción sería una alianza con Los Verdes. De hecho, ayer se mostraron dispuestos a aceptar una invitación de la ganadora de los comicios para analizar tal posibilidad, aunque también adelantaron que la ven algo improbable por las señales que les llegan de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel. Horst Seehofer, presidente del partido hermano de la CDU en Baviera, la Unión Socialcristiana (CSU), se manifestó claramente a favor de una gran coalición y dijo que en su partido no hay ninguna disposición a dialogar con Los Verdes.

El candidato socialdemócrata, Peer Steinbrück, sostuvo que su formación no tiene ningún apuro en tomar decisiones y recordó que, en el caso de que en la convención del partido se decida hablar con la CDU, habrá semanas e incluso meses de negociaciones. “Nosotros no queremos ser las siguientes víctimas de Merkel”, aseguró Steinbrück, en alusión a la caída de electorado sufrido por el FDP, que se convirtió en socio de Merkel en 2009 con un 14,6 por ciento de los votos, y cayó el domingo al 4,8 por ciento, quedando fuera del Bundestag (Cámara baja).

El presidente de los liberales, Philipp Rösler, vicecanciller y ministro de Economía en esta Legislatura, dimitió ayer de su cargo al frente del partido, tras reconocer que la del domingo fue la tarde más amarga para los liberales de Alemania, presentes en el Parlamento desde los inicios de la República Federal. Rösler asumió toda la responsabilidad en una rueda de prensa en la que el partido presentó ya al candidato para sucederlo, el hasta ahora vicepresidente, Christian Lindner.

Los Verdes, que perdieron cerca de un millón de votos, también hicieron autocrítica y anunciaron que convocarán un congreso extraordinario para renovar la cúpula de la formación. El partido quedó como cuarta y última fuerza política del Bundestag con el 8,4 por ciento de los sufragios, después de haber logrado hace cuatro años el 10,7 por ciento de los votos y de llegar a presidir uno de los Estados federados más conservadores del país, el land de BadenWürttenberg. Junto a la CDU y su ala bávara de la CSU, el SPD y Los Verdes, en el próximo Bundestag estará también Die Linke (La Izquierda), partido que aglutina a ex comunistas y disidentes socialdemócratas.

La canciller negó que fuera a flexibilizar en esta nueva Legislatura su política de austeridad hacia Europa, al señalar que, desde el punto de vista de su partido, no hay motivo alguno para cambiar su gestión. A su juicio, el claro apoyo recibido por los cristianodemócratas demuestra que los alemanes quieren que su gobierno siga defendiendo sus intereses en Europa y en el mundo, pero que también apuestan por la unidad europea.

En este contexto, repitió uno de los mensajes de su campaña electoral: Alemania fue hace años el enfermo de Europa y puso en marcha las reformas que lo han llevado a la actual estabilidad. Los socios europeos, entonces, deben seguir ese camino y la UE saldrá reforzada de la crisis. “Ya hemos logrado mucho, pero no hemos terminado”, advirtió Merkel para asegurar que el rumbo tomado forma parte de las señas de identidad de su partido.

Durante los cuatro años de gobierno conjunto con el partido de Merkel –entre 2005 y 2009–, el SPD se vio obligado a tomar decisiones impopulares, como la introducción de la jubilación a los 67 años, que desembocó en el peor resultado electoral en la historia del partido, acusado de girar demasiado hacia la derecha. “No hay nada decidido aún. No hay ninguna decisión previa, ningún automatismo hacia una gran coalición”, afirmó Gabriel, al hablar sobre el primer contacto con Merkel. “El SPD tiene una visión clara de los puntos importantes de la próxima Legislatura y no se va a agobiar. Nos tomaremos el tiempo necesario para analizar la oferta de Merkel”, insistió y recordó que Merkel acababa de arruinar a su socio en el gobierno de coalición, en referencia al FDP.

Merkel podría ofrecer contrapartidas a los socialdemócratas para agilizar las negociaciones como la introducción de un salario mínimo o aplicar medidas para acabar con la precariedad laboral. El otro posible socio de Merkel, Los Verdes, se alza como más improbable debido a grandes diferencias casi insalvables en política fiscal, social o medioambiental y a la fuerte oposición del CSU. “Actualmente apenas veo posibilidad alguna de formar gobierno con la CDU”, declaró el presidente del bloque de los Verdes en el parlamento, Jürgen Trittin.

En el caso de que la búsqueda de un socio de gobierno fracasara, Merkel podría gobernar sin aliados y en minoría. Sin embargo, la mandataria alemana ya adelantó que ésa no es una posibilidad debido a que se avecinan decisiones difíciles en el ámbito europeo, donde habrá que analizar un posible tercer paquete de rescate a Grecia. En caso extremo, la canciller alemana se vería obligada a convocar nuevas elecciones ante la incapacidad para formar gobierno.