Martes, 8 de octubre de 2013 | Hoy
EL MUNDO › RETIRAN LOS CARGOS EN SU CONTRA EN EL LLAMADO CASO L’ORéAL
El texto judicial alega que “los graves indicios” que apuntaban hacia el ex mandatario y lo implicaban en un abuso de debilidad de Liliane Bettencourt con la meta de obtener fondos carecen de peso suficiente.
Por Eduardo Febbro
Nicolas Sarkozy tiene el camino libre para preparar su retorno. Uno de los últimos obstáculos que mediaban entre él y su ambición de reconquistar una segunda presidencia saltó ayer luego de que la Justicia retirara los cargos que pesaban sobre el ex presidente derivados del caso Bettencourt, la heredera del imperio L’Oréal. El texto judicial alega que “los graves indicios” que apuntaban hacia el ex mandatario y lo implicaban en un abuso de debilidad de Liliane Bettencourt con la meta de obtener fondos carecen de peso suficiente. Sarkozy se salva así de la Justicia y de caer en las redes de uno de los escándalos políticos más grandes que sacudieron a Francia en el último cuarto de siglo. La casi totalidad de los demás actores de este faraónico escándalo no corrió la misma suerte que Nicolas Sarkozy.
Eric Woerth, el ex ministro de Trabajo de Sarkozy y tesorero de su partido, la UMP; el dandinesco fotógrafo François-Marie Banier; y quien fuera el administrador de la fortuna de los Bettencourt, Patrice de Maistre, seguirán sus aventuras ante los tribunales.
En marzo pasado, Nicolas Sarkozy fue imputado por los jueces. Estos estimaron que el ex mandatario había sido el organizador y el principal beneficiario de un “sistema oculto”, mediante el cual él y los demás imputados lograron conseguir importantes sumas de dinero al contado de parte de la señora Bettencourt gracias a las maniobras de su administrador, Patrice de Maistre.
Apenas se conoció el texto de los jueces, Sarkozy escribió en su página de Facebook: “Dos años y medio de investigación. Tres jueces. Decenas de policías. 22 horas de interrogatorios y confrontaciones. Cuatro requisitorias. Cientos de artículos poniendo en tela de juicio mi honestidad durante la campaña presidencial. Ese era entonces el precio que había que pagar para que al fin se establezca la verdad”. Sarkozy ve desaparecer así la peor de las amenazas que empezó a cernirse sobre él, cuando la Corte de apelaciones de Burdeos validó la instrucción judicial del juez Gentil, quien lo había imputado por “abuso de debilidad”. Ahora tiene las alas libres. Su retorno al primer plano estaba programado, pero supeditado a los pasos de la Justicia.
Hasta ahora, Nicolas Sarkozy había mantenido un perfil bajo. Aunque estaba en plena campaña de retorno, volaba con las alas a medias. En adelante se podrá consagrar a preparar su revancha de cara a las próximas elecciones presidenciales de 2017. Sus posibilidades están intactas.
El caudal de simpatías que suscita, su energía, su combatividad y la mediocre presidencia socialista le dibujan un escenario ideal para saltar a la cima del poder. Con todo, aún puede tropezar con otros casos judiciales en donde aparece ya sea como figura central, ya sea entre telones: uno, el caso Karachi. Se trata de la venta, en 1994, de fragatas a Arabia Saudita y de submarinos a Pakistán. La Justicia sospecha que de esa venta se pagaron comisiones “de ida y vuelta”, que sirvieron para financiar la campaña presidencial del ex primer ministro Edouard Balladur, de quien Sarkozy era ministro de Presupuesto.
El caso Tapie: este enorme escándalo concierne el reembolso, por parte del Estado, de 400 millones de euros al empresario Bernard Tapie a través de un arbitraje que obligó al Estado a pagar. La operación se hizo bajo la última presidencia de Nicolas Sarkozy, y todo apunta a probar que fue una decisión montada de antemano por allegados al ex presidente.
También está el caso Khadafi. Varias fuentes libias e investigaciones apuntan a Sarkozy como el beneficiario de fondos enviados por el difunto coronel libio Muammar Khadafi para financiar su campaña electoral de 2007. Por último está el escándalo de los sondeos de opinión realizados por Sarkozy cuando era presidente, a través de una empresa que sobrefacturaba los costos.
Los meandros e implicaciones del caso Bettencourt del cual acaba de salvarse son complejos. La Justicia, de hecho, no dice que sea inocente sino que técnicamente no hay elementos suficientes para probarlo. Los jueces mantienen que, mediante un “comportamiento abusivo”, Sarkozy trató de obtener dinero de Liliane Bettencourt. La policía encontró muchas evidencias, entre ellas dos “viajes” (en febrero y abril de 2007) de Suiza a Francia de un colaborador del administrador de la fortuna de la señora Bettencourt con 400 mil euros al contado cada vez. Sin embargo, fue difícil probar que el dinero fue traído a pedido de Sarkozy. La acusación asegura que el administrador de la fortuna de los Bettencourt transfirió 4 millones de euros de las cuentas de Liliane Bettencourt (2007 y 2009), destinados a quien era el tesorero de la UMP, Eric Woerth, quien luego los integraba en los fondos del partido. En suma, según la Justicia, los indicios que señalan a Sarkozy como el hombre orquesta del operativo “son graves y concordantes”, pero difíciles de probar.
La historia de la heredera de L’Oréal es una trama político-financiera digna de una película.
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