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Brasil trata de escaparles a las altas tasas de interés que aceleran la recesión y el desempleo, pero tropieza con otros fantasmas. Hoy hay nuevos síntomas que parecen ratificar la tesis de que los precios sólo están contenidos porque han caído el consumo, el empleo y el ingreso de los trabajadores. El presidente de la Central Unica de Trabajadores (CUT), Luiz Marinho, declaró ayer que la reducción de la tasa de referencia a 24, 5 por ciento anual (estaba en 26) es “insuficiente y conservadora” y sugirió que el recorte debió haber sido de por lo menos dos puntos y medio porcentuales.
La Federación de Industriales del estado de Río de Janeiro informó ayer que en el primer semestre los salarios de los trabajadores industriales descendieron el 5,7 por ciento y las ventas de las empresas cayeron el 7,5 por ciento. Río de Janeiro es el segundo estado en importancia económica del país. Una encuesta de la prestigiosa Fundaçao Seade indicó también que en junio el desempleo en el estado de San Pablo fue del 20,3 por ciento –frente al 18,8 por ciento en junio de 2002–. Solamente en el primer semestre de este año, 443.000 brasileños perdieron sus empleos en todo el país.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, había prometido el mes pasado que el “espectáculo del crecimiento” comenzaría en el segundo semestre de este año, pero sus colaboradores han moderado esa expectativa. El Banco Central de Brasil redujo el miércoles en 1,5 punto la tasa mínima de interés anual. Las tasas brasileñas están entre las más altas del mundo y son la principal arma del gobierno para mantener controlada la inflación.