Viernes, 7 de febrero de 2014 | Hoy
EL MUNDO › SEGUN HRW, MILES DE MUJERES SON TORTURADAS Y ABUSADAS SEXUALMENTE
El arresto arbitrario de mujeres para presionar a sus maridos u otros hombres de la familia azuza la insurrección de los árabes sunnitas a los que las fuerzas gubernamentales combaten, dice el informe de la ONG de DD.HH.
Human Rights Watch (HRW) presentó el jueves un informe llamado “Nadie está seguro: Abusos a mujeres en el sistema penal de Irak”. La ONG de defensa de los derechos humanos denuncia que muchas de las miles de encarceladas en ese país son “detenidas de forma ilegal, víctimas de la tortura y el maltrato y amenazadas con abusos sexuales”. Además, el arresto arbitrario de mujeres para presionar a sus maridos u otros hombres de la familia azuza la insurrección de los árabes sunnitas, a los que las fuerzas gubernamentales combaten desde principios de año en la provincia de Al Anbar. El informe está basado en entrevistas a mujeres prisioneras que sufrieron dichos abusos.
En mayo de 2012, Hanan al Fadi (no es su nombre real) estaba haciendo sus compras diarias en un mercado en el centro de Bagdad cuando las fuerzas de seguridad, vestidas de civil, la capturaron, la metieron en un auto y la llevaron a la oficina de la institución estatal. Ahí, dijo, la golpearon, la torturaron con picana y la hundieron en agua fría, en un esfuerzo por que ella admitiera que había aceptado un soborno. Hanan, una gerenta en una empresa estatal que se dedicaba a la aprobación de proyectos, dijo que se dio cuenta que estaba pagando el precio por negarse a aceptar un proyecto en el que el contratista estaba usando materiales de mala calidad. “Cometí un error”, dijo. “No sabía que alguien importante en el gobierno tenía algún interés en el proyecto.”
Golpeada y torturada durante horas, Hanan dijo que se negó a confesar, hasta que sus interrogadores amenazaron a su hija adolescente. Sacaron su foto de mi celular y dijeron: “¿Es esta X?” Sabían su nombre, a qué escuela iba, todo. Dijeron: “Le haremos lo que te hicimos a ti”. En ese momento yo hubiera confesado cualquier cosa. Después de mantenerla arrestada un día, las fuerzas de seguridad la llevaron ante un juez, quien se negó a reconocer los golpes y la hinchazón de la cara, dijo Hanan. No tenía abogado. Cuatro meses más tarde, un juzgado de Bagdad la sentenció a tres años en prisión, basado solamente en su “confesión” y el testimonio de un “informante secreto”. Cuando HRW la visitó, Hanan había estado detenida en la cárcel central de mujeres de Bagdad durante más de un año.
Hanan es una de las miles de iraquíes encarceladas por un sistema judicial plagado de tortura y corrupción flagrante. Hay menos mujeres que hombres en las prisiones iraquíes. Desde junio de 2013, más de 1100 mujeres como Hanan estaban en prisiones y centros de detención iraquíes; se estima que la población masculina en las cárceles es de más de 40.000.
Entre diciembre de 2012 y abril de 2013, HRW entrevistó a 27 mujeres y siete niñas, sunnitas y chiítas, a sus familias y abogados, a los servicios médicos en las prisiones de mujeres, a los representantes de la sociedad civil, a embajadas y al Ministerio de Justicia, al de Interior, al de Defensa y a dos ex primer ministros. El informe recoge que las fuerzas de seguridad llevan a cabo arrestos ilegales y otras violaciones contra mujeres en cada etapa del sistema judicial, incluyendo amenazas y golpizas.
El informe también dice que las mujeres son sometidas a amenazas o reales ataques sexuales (a veces frente al marido, hermanos e hijos). Dos mujeres informaron que los ataques sexuales resultaron en embarazos. Las mujeres y los funcionarios informaron que las probabilidades de que una mujer sea sometida a un ataque sexual es mayor durante el arresto y la interrogación, antes de ser confinada a la prisión. “Suponemos que han sido violadas por la policía camino a la cárcel”, dijo un empleado de la prisión de mujeres.
Por ejemplo, Fátima Hussein (no es su nombre real), una periodista acusada de estar involucrada en el asesinato del hermano de un parlamentario y de estar casado con un miembro de Al Qaida, describió sus torturas físicas y sexuales a manos del coronel Ghazi en Tikrit. Describió cómo Ghazi la ató desnuda y con los ojos vendados a una columna y la picaneó, golpeando sus pies y espalda con un cable, pateándola, apagando cigarrillos en su cuerpo y luego esposándola a una cama, obligándola a practicar sexo oral y violándola tres veces. Fátima dice que Ghazi le pasó el teléfono, con su hija del otro lado de la línea, antes de amenazarla con “voy a hacerle a tu hija lo que te he hecho a ti”.
Las mujeres entrevistadas niegan explícitamente haber estado involucradas en los supuestos crímenes y dicen que son obligadas a firmar sus confesiones, a veces sin poder leerlas, un abuso al que la alta tasa de analfabetismo convierte a las mujeres de Irak en vulnerables.
Las fuerzas de seguridad llevan a cabo arrestos masivos de mujeres al azar que se convierten en castigos colectivos de mujeres por supuestas actividades terroristas de los hombres de su familia, a menudo sus maridos. En casi todos los casos documentados por HRW, las sentencias de la Corte están basadas en confesiones forzadas y testimonios de informantes secretos. Las mujeres, como muchos hombres iraquíes, tienen poco o ningún acceso a una defensa adecuada, o bien porque no la pueden pagar o porque los abogados temen tomar casos políticamente sensibles.
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