Martes, 27 de mayo de 2014 | Hoy
EL MUNDO › EL DIRIGENTE SOCIALISTA ESPAñOL DEJARá LA CONDUCCIóN DEL PARTIDO
Los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo demuestran la pérdida de poder de las dos fuerzas principales de España –el PP y el PSOE–, abren el espacio a nuevas formaciones y refuerzan a los partidos soberanistas.
Por Flor Ragucci
Las elecciones europeas le vinieron bien a España. Pese a la aparente desafección de la ciudadanía hacia la política y la Unión Europea, los votos –que finalmente no fueron tan escasos como se pronosticaba, con una participación del 45,86 por ciento– pusieron de manifiesto una voluntad de cambio. El bipartidismo en el que se encuentra anquilosada la democracia española desde hace cuarenta años sufrió un fuerte revés y tanto el Partido Popular (PP) como el Socialista (PSOE) perdieron posiciones dentro del Parlamento Europeo. La agrupación de Mariano Rajoy, si bien ganó las elecciones con 16 escaños, obtuvo siete menos que en 2009, y el PSOE, la segunda fuerza con 14 eurodiputados, perdió nueve, según los datos del Ministerio del Interior, con más del 99 por ciento de los votos escrutados.
La derrota no tardó en hacer oír sus ecos, sobre todo, dentro del Partido Socialista donde, tras situarse en el nivel de apoyo ciudadano más bajo de la historia, su secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, salió a asumir personalmente los resultados de las elecciones europeas. El dirigente socialista anunció que dejará la conducción del partido y que convocará a un congreso extraordinario para los días 19 y 20 de julio con el fin de elegir al nuevo líder. “La responsabilidad del muy mal resultado electoral es mía, mía y mía y así lo asumo. Con un resultado como éste, algo no hemos hecho bien. Aquí hay un problema de responsabilidad política de un resultado malo sin paliativos y esa responsabilidad la asume la dirección y la asumo yo”, explicó el líder del PSOE en rueda de prensa. Lo hizo sin justificaciones, con mucha autocrítica y en un ambiente de gran desolación entre los dirigentes socialistas.
La herencia recibida, tan utilizada por el gobierno del PP para justificar todos sus recortes, fue asumida ayer también por Rubalcaba. “No hemos recuperado la confianza de los ciudadanos, en parte porque hay muchos que lo están pasando mal y empezaron a pasarlo mal cuando estábamos en el gobierno”, argumentó.
Si el PSOE centró sus comparecencias posteriores al escrutinio en la autocrítica y la asunción de responsabilidades, el PP –para variar– hizo todo lo contrario. Lejos de reconocer el castigo recibido en las urnas a su política de recortes, Rajoy, durante el Comité Ejecutivo del PP en el que los dirigentes del partido se reunieron para analizar los resultados de las elecciones, se limitó a decir que la pérdida de votantes se debió a que los mensajes de recuperación económica y de la importancia de elegir a los representantes del Parlamento Europeo no calaron en el electorado. Rajoy reconoció, eso sí, que la falta de credibilidad podría deberse a que “el gobierno ha tomado decisiones muy complicadas en los últimos dos años, algunas en contra de lo que queríamos hacer, contrarias a lo que decía nuestro programa electoral, pero necesarias para el interés general de España” e, incluso, se atrevió a mencionar al gran tema tabú, el caso Bárcenas, aduciendo que “seguramente también fue causa de la pérdida de votos”.
La reducción del rojo (color emblemático de los socialistas) y el azul (logotipo del PP) en el mapa electoral español abrió también espacio para nuevas tonalidades políticas, como la del partido revelación de estas elecciones, Podemos, que tras sólo cuatro meses de vida se transformó en la cuarta fuerza política del país con la obtención de más de 1,2 millón de votos y cinco escaños en la Eurocámara. La formación nacía el pasado 17 de enero de la mano del profesor de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, Pablo Iglesias, con un discurso basado en la necesidad de trascender los límites tradicionales de la izquierda para quebrar el bipartidismo y construir un nuevo modelo. “Convertir la indignación ciudadana en cambio político”, repetía una y otra vez Iglesias. Palabras que, al parecer, calaron entre las miles de personas que hace tres años llenaban las plazas y este domingo volcaron su indignación en las urnas.
De todos modos, las primeras declaraciones de Pablo Iglesias fueron un “llamamiento a la calma” porque señaló que, si bien los resultados “han sido razonablemente buenos porque los partidos de la casta han sufrido un duro golpe, mañana seguirá gobernando la casta y seguirá habiendo desahucios”. Iglesias anunció que irá con su formación a las elecciones municipales y generales de 2015 y, además, respecto de Europa, dijo que apoyará a Alexis Tsipras para presidir la Comisión Europea.
Otro punto que estas elecciones se encargaron de dejar claro es el posicionamiento de la población catalana ante una posible consulta por su autodeterminación. Los votos dijeron sí. El gran triunfador en Cataluña fue Esquerra Republicana (ERC), que consiguió un porcentaje mayor al sumado por los dos principales partidos de ámbito estatal, PP y PSOE. Esquerra, que por primera vez desde 1936 consigue ser la fuerza política más votada, es el partido abanderado de la causa soberanista, junto con el del presidente de Cataluña, Artur Mas, que, sin embargo, esta vuelta se quedó atrás. El líder de ERC, Oriol Junqueras, declaró con cierta solemnidad que hoy, en vísperas del referéndum del 9 de noviembre, “hemos dado un paso más hacia la independencia”.
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