Martes, 27 de mayo de 2014 | Hoy
EL PAíS › LOS CONTACTOS ENTRE MACRISTAS Y RADICALES CON MIRAS A UNA POSIBLE ALIANZA EN 2015
En ambos espacios creen que es mejor ir despacio y que las salidas de Carrió hablando del tema complican el panorama. Imaginan ir cerrando acuerdos provinciales y que la alianza nacional llegue como consecuencia de eso.
Por Werner Pertot
El acuerdo entre el PRO y FA-Unen es como un sapo. Si al sapo se lo mete en una olla con agua hirviendo, salta y se escapa. Si, en cambio, se lo deja en una olla con agua fría y se la va calentando lentamente, se queda hasta reventar. Tanto Mauricio Macri como Ernesto Sanz creen que el acuerdo es algo que se debe cocinar a fuego lento. El titular de la UCR salió a enfriar la polémica en el Frente Amplio Unen, dado que considera que éste no es el momento para avanzar, pero luego compartió un encuentro con Macri en el que bromearon (¿bromearon?) sobre una fórmula conjunta. Esta semana tuvo una reunión con uno de los armadores nacionales del PRO. En ambos espacios creen que lo mejor es ir logrando acuerdos provinciales y que la alianza nacional llegue después como una consecuencia de eso.
Elisa Carrió conspira contra el proyecto con la estridencia pública de su llamado a acordar con Macri. Tanto el radicalismo como el PRO preferirían una conversación más sotto voce. En el macrismo aseguran que es con la que menos diálogo tienen. Luego del encuentro que tuvo la líder de la Coalición Cívica con Gabriela Michetti en la Legislatura porteña, están buscando un acercamiento para conseguir una cumbre entre Macri y Carrió. La diputada resiste, sobre todo, a los peronistas del PRO. Los macristas comentan una paradoja: quien más defiende en los medios un acuerdo con el PRO es quien menos diálogo tiene con ellos. En cambio, los que se mostraron más ambiguos son los que más conversan.
De esto puede dar fe Ernesto Sanz. Cuando le preguntaron por el tema, sostuvo que no estaba en agenda. La idea era bajar el tono de la polémica interna de FA-Unen, que esta semana reflotó con críticas de Proyecto Sur, Libres del Sur y GEN a Carrió y a los que quieren acordar. Pero Sanz no se queda quieto. El primer gesto fue la charla amena que mantuvo con Macri en la Universidad Austral. Entre sonrisas, allí Sanz dijo: “El problema es que, si empieza a hablar él, van a decir ‘Macri y Sanz’ y yo preferiría ‘Sanz y Macri’”. Guiño, guiño. Algunos lo tomaron como una broma, pero Sanz no descarta un acuerdo con el macrismo, sobre todo si las encuestas le confirman que, al ir separados, ambos quedan fuera del ballottage.
El jueves pasado, Sanz tuvo un encuentro con el presidente del Banco Ciudad, Rogelio Frigerio, con quien conversa habitualmente. Frigerio integra la mesa nacional del PRO y es uno de los que trabaja para lograr un acuerdo con los radicales. Otro que impulsa esa dirección es el ministro de Gobierno, Emilio Monzó, quien ya dio por cerrado cualquier acuerdo con Sergio Massa. Michetti es una tercera figura de excelente relación con Sanz que podría ayudar al acuerdo, pero el encontronazo con Gerardo Morales puso en entredicho ese rol.
Tanto Sanz como los macristas plantean que la forma en que debería darse el acuerdo es “de abajo hacia arriba” o, dicho de otra forma, con acuerdos provinciales primero y con un acuerdo nacional que llegue como moño a todo un proceso. Está claro que nada de esto ocurriría sin resistencias. En el PRO contabilizan una decena de provincias en las que este proceso podría comenzar, aunque cada una tiene sus particularidades: Córdoba, Tucumán, Entre Ríos, Catamarca, La Rioja, Corrientes, Chaco, Formosa, San Juan, Santa Cruz y tal vez Mendoza.
En Córdoba, el resultado que obtuvo Héctor “La Coneja” Baldassi los deja en una buena posición para negociar su apoyo a la candidatura a gobernador. Esta semana, Macri siguió sumando referentes del deporte: al ex árbitro se le agregó el golfista Eduardo “Gato” Romero y el presidente del Club Atenas, Felipe Lábaque. Uno de los que milita abiertamente por el acuerdo con el macrismo es el cordobés Oscar Aguad. Las posibilidades son menores en Mendoza si Julio Cobos es el candidato, que si el acuerdo es con el intendente de Godoy Cruz, Alfredo Cornejo, con el que los macristas tienen conversaciones hace tiempo. El macrista mendocino Gustavo Senetiner ya se pronunció a favor de un acercamiento a los radicales.
En Entre Ríos, en tanto, no pudieron llegar a un acuerdo en 2013, pero la buena elección que hizo Alfredo De Angeli los dejó bien parados para una negociación futura con los radicales. Hacia ahí ya va Rogelio Frigerio, a quien nombraron interventor del PRO Entre Ríos. El acercamiento con los radicales en esa provincia tiene sus resistencias internas, pero es una posibilidad concreta.
En otras provincias ya existe un acuerdo entre la UCR y el PRO. Tal es el caso de Tucumán, donde el senador José Cano tiene una alianza con el macrismo. En Corrientes, el gobernador radical Ricardo Colombi tiene al PRO entre los partidos que integran su alianza de gobierno y ya dijo públicamente que hay que buscar un acuerdo nacional con el macrismo. En Catamarca, el PRO también fue junto al ex mandatario radical Eduardo Brizuela del Moral. En Formosa, Ricardo Bruyaile también busca un acuerdo con los macristas. Lo mismo podría ocurrir con Eduardo Costa en Santa Cruz, con el radicalismo en La Rioja o en San Juan. En Chaco, hace poco, Macri estuvo con la intendenta de Resistencia, Aída Ayala.
En la provincia de Buenos Aires, en cambio, las principales figuras –Ricardo Alfonsín y Margarita Stolbizer, por caso– se oponen. También los macristas ven complejo llegar a un acuerdo con Unen en la Ciudad de Buenos Aires. “Los tiempos tal vez no den si las PASO porteñas son en marzo y las elecciones, en junio”, dicen en la mesa nacional del PRO. Sin embargo, uno de los precandidatos a jefe de Gobierno, Martín Lousteau, se mostró dispuesto a ir a internas con el PRO. Con la ley de PASO porteña, eso le permitiría encabezar la lista o bien podría ser elegido por el eventual candidato macrista como vicejefe. “Michetti-Lousteau sería una buena fórmula”, sueñan en Bolívar 1. Está claro que tanto radicales como macristas están todavía lejos de cocinar el acuerdo. Pero el fuego está puesto. Y hay más de uno dispuesto a comerse el sapo.
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