EL MUNDO › PUBLICARON CONVERSACIONES DESDE LAS TORRES GEMELAS

Llamadas desde el infierno neoyorquino

Las llamadas telefónicas que las personas que estaban en las Torres Gemelas hicieron antes de morir fueron divulgadas ayer por la Autoridad Portuaria de Nueva York. Después de una batalla legal de 18 meses entre este organismo y el diario The New York Times, el 22 de agosto un juez ordenó entregar a los medios norteamericanos las transcripciones de las conversaciones de la gente que estaba en las torres el 11 de septiembre de 2001. La grabación dura 260 horas y hasta ahora se ha identificado a 36 personas que hablan entre sí. Entre éstas hay 19 policías y 14 civiles que en el momento del ataque trabajaban para la Autoridad Portuaria, la responsable de administrar los túneles y aeropuertos de la región. Este organismo tenía su cuartel general en las torres y ahora es dueño del terreno donde éstas se levantaban.
Muchos familiares de las víctimas se enojaron con la decisión del juez, que llegó luego de una larga pelea en los tribunales entre la Autoridad Portuaria y el New York Times. Luego de la tragedia, el diario buscó los informes de emergencia y los casetes con las conversaciones entre los efectivos de este organismo que se grabaron ese día. Pero la Autoridad argumentó que era una falta de sensibilidad con las familias de las víctimas. En cambio, para el diario, estas transcripciones iban a dar una nueva perspectiva sobre la tragedia. Finalmente se llegó a un arreglo donde la Autoridad aceptó entregar las 2000 páginas de transcripciones en vez de los casetes. En ellas figura la conversación del oficial David Lim, que se subió a una de las torres en llamas para rescatar gente y quedó atrapado durante horas cuando el edificio se derrumbó. Lim llamó por teléfono a un compañero para pedirle que salvara a Sirius, su perro adiestrado para detectar explosivos, que en ese momento estaba en el sótano. Sirius murió, pero Lim pudo salir con vida de la torre. Mientras, en el último piso de una de las torres, una empleada del restaurante Windows on the World llamaba a la policía: “La situación empeora, nos estamos quedando sin aire. No exagero”. “Señora, sé que no exagera. Tenemos muchas llamadas como la suya, enviaremos bomberos en cuanto sea posible”, le respondió un oficial. “¿Podemos romper un vidrio?”, preguntó la mujer desesperada. “Pueden hacer todo lo que quieran para encontrar... aire”, dijo el policía, que no pudo terminar la frase. La comunicación se cortó para siempre. Cuando la torre colapsó, murieron 79 empleados del restaurante.

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