EL MUNDO › TONY BLAIR COMPARECIO SOBRE EL CASO DEL CIENTIFICO
La excusa para no renunciar
Blair aseguró que ya habría dimitido de ser cierto que exageró el dossier sobre Irak. El premier británico asumió ante el juez la responsabilidad de que el nombre de Kelly se filtrara a la prensa.
El primer ministro británico, Tony Blair, negó, durante su esperada comparecencia ante el juez James Brian Hutton por el caso Kelly, que diera una “relevancia desmesurada” a algún aspecto del dossier sobre el armamento iraquí que publicó su gobierno a finales de septiembre de 2002. Consciente de que su credibilidad estaba en juego, el primer ministro llegó a asegurar, que, de ser cierto este extremo, ya habría dimitido. La cadena BBC acusó al gabinete de Blair de haber manipulado dicho informe para precipitar la guerra en un reportaje en el que el científico David Kelly era la principal fuente.
Blair rechazó la veracidad de esta noticia, realizada por Andrew Gilligan y en la que se acusaba al portavoz del gobierno, Alastair Campbell, de haber querido “hacer más atractivo” el dossier. “Se trataba de una acusación extremadamente seria”, reconoció Blair ante Hutton, que investiga el aparente suicidio de Kelly, quien fue encontrado muerto el 18 de julio, días después de que trascendiera que habló con la cadena pública. Sin embargo, entre los documentos relacionados con el caso que el juez colgó en Internet el pasado fin de semana, hay varios correos electrónicos y memorandos que demuestran que desde Downing Street se quiso “fortalecer” el informe y que se sugirieron cambios, sobre todo por parte de Campbell.
“Una cosa es decir que se está en desacuerdo con el gobierno, que no deberíamos haber ido a la guerra, pero, si esa alegación hubiera sido cierta, hubiera merecido mi dimisión”, declaró el premier, que prestó declaración durante dos horas y media en la sala 73 del Tribunal Superior de Londres, mientras los manifestantes lo llamaban “mentiroso” en la calle. En su comparecencia, Blair hizo una defensa apasionada del dossier publicado en septiembre y señaló que la participación del gabinete en su elaboración estaba plenamente “justificada” por la amenaza que representaba el régimen de Saddam Hussein.
“El objetivo de ese dossier era informar de nuestras razones para la guerra y las razones por las que creíamos que había que informar de ese tema”, indicó en este sentido. Además, señaló que no recuerda que hiciera comentarios acerca de la alegación más controvertida, la que apuntaba que Saddam era capaz de lanzar en 45 minutos un ataque con armas de destrucción masiva. Por otro lado, el líder laborista asumió la “entera responsabilidad” de las decisiones que, en último término, llevaron a la divulgación de la identidad de Kelly como fuente de la BBC, porque según dijo, no quería ser acusado de encubrimiento. En todo caso, indicó que recomendó actuar “con cautela”.
La vista no fue retransmitida por televisión pero sí se le permitió la entrada del público a la sala, que reforzó visiblemente sus medidas de seguridad. A su llegada, se encontró con un centenar de pacifistas que, como ya ocurrió con su jefe de comunicaciones, Alastair Campbell, y anteayer mismo con su ministro de Defensa, Geoff Hoon, lo recibieron con abucheos y pancartas como “Blair y Bush, buscados por crímenes contra la humanidad”.
Otra muestra del interés que despertó el paso de Blair por el alto tribunal es que decenas de personas habían esperado para verlo a las puertas del edificio durante toda la noche formando una perfecta fila británica, con saco de dormir y tienda de campaña incluidos. Pero sólo las diez primeras personas de esa fila tenían derecho a entrar. “Ver a Blair en un tribunal será algo realmente emocionante. Quiero comprobar si es capaz de mantener sus argumentos”, afirmaba a primera hora de la mañana el joven Alex Holmes desde la cola. Después de Blair, se espera para hoy la comparecencia del presidente de la BBC, Gavyn Davies.
Blair vivió ayer uno de los días más difíciles de su carrera política al convertirse en el segundo jefe del gobierno británico en prestartestimonio público ante un juez, después de que John Mayor (1992-97) lo hiciese en 1994 sobre una supuesta venta ilegal de armas a Irak (ver recuadro). Pero Blair arriesga más que Mayor, pues su credibilidad está en juego mientras las encuestas muestran que su popularidad ha caído en picada desde el fin de la guerra contra Irak y, en especial, desde el aparente suicidio de Kelly, en plena pelea a cara de perro entre la BBC y el gobierno.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.