EL MUNDO › GUERRA
Más ojos por más ojos, más dientes por más dientes en Medio Oriente
La escalada de represalias dejó ayer 19 palestinos muertos, luego de un fin de semana con 21 israelíes asesinados. “Estamos en guerra por nuestro hogar”, dijo Ariel Sharon.
Por Suzanne Goldenberg*
Desde Ramalá
El CD de Pokemón estaba intacto y esto era casi todo lo que quedaba de Bushra Abu Kweik y sus tres hijos después de que un proyectil de un tanque israelí arrancara el techo de su automóvil a la salida de la escuela. Otros dos niños en un Subaru blanco que pasaba por allí también resultaron muertos por el proyectil israelí, el episodio más mortífero en un único día en el que murieron 19 palestinos cuando Israel adoptó una campaña de “presión militar constante” contra los militantes de Cisjordania y Gaza. Ayer se conocían pocos detalles sobre la última estrategia del primer ministro, Ariel Sharon, para aplastar a los militantes palestinos. Pero mientras Israel emergía de uno de los fines de semana más sangrientos del levantamiento que lleva ya 17 meses, la palabra “guerra” ya se está extendiendo. El horror del ataque del sábado a la noche por un suicida en una multitud de madres e hijos tuvo un enorme impacto psicológico. “Estamos en guerra contra un enemigo muy cruel”, le dijo ayer Sharon al Knesset (Parlamento israelí). “Estamos en guerra por nuestro hogar, y ganaremos.” Por la noche, helicópteros israelíes atacaron la sede de la Autoridad Palestina, donde se hallaba Yasser Arafat, que resultó ileso.
Horas antes, los tanques israelíes habían entrado al campamento de refugiados de Jenín, el segundo ataque en una semana, y en Rafah, en el sur de la franja de Gaza. En Jenín, los soldados dispararon sobre una ambulancia, matando al médico en jefe de la rama local de la Media Luna Roja y a otros tres médicos, dijeron funcionarios de los derechos humanos palestinos. Además, informaron que asesinaron a dos niños a balazos y una mujer mayor fue muerta en su hogar por un mortero de un tanque. Tres palestinos murieron en Rafah. El mortero, que trazó un arco en el cielo hacia la calle Abu Shasha de Ramalá, fue disparado desde el asentamiento judío de Psagot. Los hileras de casas de techos rojos eran claramente visibles desde la cima de la colina de enfrente, a escasos dos kilómetros, y parecía imposible que los soldados israelíes no hubieran visto el turbante blanco de la señora de Abu Kweik, o las de sus dos hijas, mientras el camión verde Mitsubishi se dirigía hacia su hogar, en la dirección de Psagot.
“Escuché un ruido fuerte y salí al camino y vi pedazos de cuerpos humanos. Un hombre estaba sosteniendo a tres niños en sus brazos. Estaban todos cubiertos de sangre”, dijo Najwa Itaiwi, que vive a pocos metros de la escena del ataque. “El estaba gritando, ‘miren a mis hijos. ¿Dónde están los otros dos?’”. No quedaba nada humano reconocible en el otro vehículo, en el que Bushra Abu Kweik conducía a sus hijas, Aziza de 13 años, Bara de 12 y el hijo, Mohammed, de 10, de regreso de la escuela. Los libros de textos de los niños, forrados en papeles con figuras de Winnie Pooh y otros personajes de Disney, estaban amontonados en el capot. En la última página de un anotador, la mano de un niño había garabateado una y otra vez: “Te quiero mucho”.
El ejército israelí dijo ayer que mató por error a los cuatro miembros de la familia Abu Kweik. Aunque el marido de Bushra, Hussein, es una figura prominente del movimiento islámico Hamas en Ramalá, donde dirige una organización local de caridad, el ejército dijo que no había sido el blanco para el asesinato. En cambio, declaró que había estado apuntando a un vehículo que llevaba policías palestinos armados. El ministro de Defensa israelí, Benjamin Ben Eliezer, expresó su pesar. Sin embargo, el enojo de Abu Kweik ante la pérdida de tres de sus cinco hijos no se apaciguó cuando llegó al velatorio en el salón municipal, usando una gorra de béisbol con los colores verde de Hamas. “Fue un crimen premeditado. A Sharon se le acabaron todas las otras opciones de asesinato, así que está detrás de las mujeres y los niños”, dijo. “Me gustaría decirle al pueblo de Israel que Sharon los está engañando, se está riendo de ustedes, porque los va a tirar en un pantano de sangre.” Dentro del atestado salón, los ánimos también estaban caldeados. Después de dieciocho meses de un ciclo salvaje de ataques y represalias, la gente estaba totalmente convencida que el ejército quería matar a los hijos de Abu Kweik como represalia por la matanza de seis niños judíos en un atentado suicida en un barrio ultraortodoxo de Jerusalén durante el fin de semana. “Todos los ataques contra los edificios de la Autoridad Palestina no detuvieron la intifada, y Sharon sabe que aún si apunta a los activistas, son muy difíciles de encontrar. Por lo tanto, está apuntando a niños para presionar a los activistas”, dijo una persona en el velatorio. “Desde hoy, todos nosotros pensamos suicidarnos en Israel.”
Anoche, los funcionarios palestinos dijeron que helicópteros israelíes dispararon misiles dentro del complejo de Yasser Arafat en Ramalá. Se informó que él no sufrió daños. Los partidarios del primer ministro dijeron que Sharon planea ejercer una presión aún mayor sobre los palestinos hasta que se quiebren. “Ellos decidirán cuándo decir ‘basta’ a las operaciones militares y si quieren hablar, estaremos felices de hablar con ellos. Hasta entonces, sin embargo, estamos en guerra”, dijo el ministro de Justicia israelí, Meir Sheetrit.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère