EL MUNDO › UN HELICOPTERO CHINOOK CON 50 SOLDADOS FUE DERRIBADO EN IRAK
El día más mortal para la ocupación
Fue el día con más bajas norteamericanas desde que Washington anunció el fin de la campaña militar en Irak. Al menos 15 soldados murieron y 21 fueron heridos al ser derribado un helicóptero militar con un misil tierra-aire de la resistencia, en Faluja. Un soldado y dos civiles de EE.UU murieron en otros ataques.
Por Patrick Cockburn *
Desde Faluja
Una capa delgada de polvo y humo se levantó ayer a la mañana en un campo de las afueras de Faluja, al oeste de Bagdad, donde un helicóptero norteamericano Chinook mutilado por un misil de la guerrilla iraquí se había estrellado. Murieron 15 soldados y tripulantes y otros 21 resultaron heridos en lo que fue el peor desastre militar para Estados Unidos en Irak desde la guerra que derrocó a Saddam Hussein. Pese a la tragedia, la Casa Blanca ratificó que su “voluntad” de permanecer en Irak es “indestructible”. Y lo mismo dijo el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, que sostuvo que ayer fue “un día trágico” para los norteamericanos, pero que las tropas de ese país seguirán en Irak. En otro atentado en Faluja perpetrado por las guerrillas, dos contratistas de la construcción estadounidenses murieron cuando su camión explotó. Aún no se sabe si fue un misil o una bomba. También ayer, un soldado norteamericano murió en un ataque con una bomba colocada al costado de una ruta en Bagdad.
El Chinook fue atacado poco después de despegar de la base aérea de Habbaniyah, ayer a las nueve de la mañana, para realizar un vuelo de rutina junto a otro helicóptero. En el primero viajaban más de 50 soldados de la 82ª División Aerotransportada hacia una base militar en el aeropuerto internacional de Bagdad. Cuando los helicópteros sobrevolaron el pueblo de Buisa, las guerrillas, que estaban escondidas en un pequeño bosque de datileros, dispararon dos misiles aire-tierra, probablemente con un lanzacohetes ruso SA-7, que antes era utilizado por el Ejército iraquí. Un granjero llamado Daoud Suleiman dijo que vio “dos helicópteros que pasaban encima mío y de repente aparecieron dos misiles. Uno falló y el otro atravesó la cola de uno de los helicópteros, que enseguida se llenó de fuego y se estrelló en un campo sembrado”. También vio a algunos soldados saltar de la nave. Minutos después del ataque, la zona se llenó de helicópteros norteamericanos Black Hawk que llevaron a los sobrevivientes a un hospital, mientras los soldados cercaban el área y ordenaban a los periodistas que se fueran y entregaran sus rollos fotográficos. A las pocas horas, los habitantes del lugar mostraron su alegría agitando pedazos del Chinook, todavía humeante.
La ceguera de Bush
La destrucción del helicóptero muestra la velocidad con que la guerra en Irak se está intensificando: 16 soldados norteamericanos murieron en septiembre, un total de 33 fallecieron en octubre y otros 16 murieron en apenas los dos primeros días de noviembre. También se está expandiendo al norte, a las ciudades de Mosul y Kirkuk. Justamente en un barrio céntrico de esta última, un civil iraquí murió ayer y ocho resultaron heridos en un ataque con seis obuses de mortero. Pero incluso mientras ayer manejaba hacia Faluja, tan sólo unos minutos antes de que el helicóptero se estrellara, escuché en la radio a Bush repitiendo su viejo mantra: “El pueblo iraquí entiende que acá hay un puñado de personas que no quiere vivir en libertad”.
Este es un puñado extraordinariamente activo. Un empleado de un negocio en el centro de Faluja me contó que un helicóptero Chinook había sido bombardeado en una de las orillas del río Eufrates, que atraviesa la ciudad. Fue a menos de dos kilómetros de distancia, pero en el camino pasamos por los restos de un camión norteamericano que había explotado con una bomba o una granada propulsada con cohetes. Al otro lado del puente sobre el río yacía una combi destruida por una granada fragmentaria e inundada de sangre en su interior.
La gente del lugar afirma que fue bombardeada por un misil norteamericano, que mató a un pasajero e hirió a otros nueve. Pero la Casa Blanca y el Pentágono parecen incapaces de asumir la responsabilidad por la posición política y militar de Estados Unidos en Irak, que cada día continúa deteriorándose. Incluso luego de que media docena de cohetes impactaran contra el hotel Al Rashid, donde casi muere el subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz, la cúpula militar norteamericana en Bagdad seguía sosteniendo, ante un grupo de azorados periodistas, que la seguridad en Irak estaba mejorando. Mientras, en su ceguera frente a la realidad, Bush suena cada vez más como el ridiculizado ex ministro de Información iraquí, “Alí el Gracioso”, que proclamaba la victoria del ejército de Saddam incluso cuando las tropas norteamericanas empezaban a entrar en Bagdad. Cada ataque fue interpretado como la prueba de que los “remanentes” del régimen de Saddam están “desesperados” por los progresos de Estados Unidos en Irak.
La teoría de los
“remanentes”
Para menoscabar la seriedad de la resistencia, frecuentemente se utilizan dos argumentos. Uno es la teoría de los “remanentes”: un pequeño grupo de leales a Saddam ha creado toda esta confusión. Sorprende un poco porque la lección que se aprendió en la guerra fue que Saddam Hussein tenía pocos seguidores preparados para luchar por él. De hecho, los “remanentes” del viejo régimen se han multiplicado desde el fin de la guerra. La autoridad de Estados Unidos en Irak ha sido el principal factor de reclutamiento. De hecho, ésta se ha comportado como si Saddam fuese un líder popular. Ha disuelto al Ejército iraquí dejando a 400.000 soldados sin trabajo y ha expulsado a los miembros del partido Baaz.
Otro método para minimizar la resistencia es decir que todo ocurrió en el “Triángulo sunnita”. La palabra “triángulo” de alguna manera señala que la zona es pequeña pero, en realidad, los árabes sunnitas de Irak viven en una región que casi tiene el tamaño de Inglaterra. Ghassan Atiyah, un distinguido historiador iraquí y activista político, piensa que “si los sunnitas creen que los están convirtiendo en ciudadanos de segunda van a tratar de desestabilizar Irak, tal como los kurdos solían hacer”.
Durante un tiempo, Estados Unidos jugó con la idea de llamar a elecciones locales en julio o agosto. Pero se asustó ante la posibilidad de que el nuevo gobierno fuese dominado por clérigos chiítas o sus seguidores. Los chiítas, que representan al 55 por ciento de la población, están ansiosos por demostrar su fuerza electoral. El fracaso en crear un gobierno iraquí provisorio legítimo hará que a Estados Unidos le sea imposible establecer una fuerza de seguridad que no sea vista como colaboradora por la mayoría de los iraquíes.
“Faluja siempre será un cementerio para los estadounidenses”, reza un graffiti en una pared de la principal calle de esta ciudad ubicada en el corazón del territorio sunnita musulmán. Acá, el odio a los norteamericanos casi se puede palpar. De todos modos, ésta no es una típica ciudad iraquí, incluso en las zonas sunnitas. Pero pronto podría convertirse en una.
De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Milagros Belgrano.