La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, defendió ayer la estabilidad y las instituciones democráticas, luego de que el vicepresidente Michel Temer habló del final anticipado del mandato. “En una democracia es natural que haya divergencias, sólo hay concordancia absoluta en la calma de los cementerios. Fuera de eso, todos tienen derecho a discrepar, pero todas las personas tienen que estar orientadas por la estabilidad del país”, planteó la mandataria. “Esa es la base de la democracia, podemos divergir, pero se debe procurar conversar, independientemente de la visión partidaria de cada persona”, dijo. La jefa de Estado habló ayer en el nordestino estado de Paraíba, horas después de que su vicepresidente opinó durante un encuentro con empresarios, que el gobierno posiblemente no llegará al fin del mandato en diciembre de 2018. “Hoy realmente el índice de aprobación del gobierno es muy bajo. Nadie va a resistir tres años y medio así”, señaló Temer, cuyas relaciones con Dilma se deterioraron. No obstante, confió en que ese registro podría subir y volver a ser razonable. “Vamos a hacer hinchada para que la economía mejore”, dijo. El mes pasado, Temer declaró que el país necesita a una persona que logre la unidad nacional, lo que en las filas del gobernante Partido de los Trabajadores fue interpretado como un intento de suceder a Dilma.