Jueves, 10 de septiembre de 2015 | Hoy
EL MUNDO › TESTIMONIOS DE UN PUEBLO DE EMIGRANTES ALBANOS
Fatime Lickollari recoge lo poco que tiene y se dispone a armar su equipaje. Va a migrar, junto a sus dos hijos y su marido, a Alemania, en busca de una vida mejor, viaje que en lo que va del año ya emprendieron 30.000 albaneses. La familia Lickollari es de Verdove, un pueblo cerca de la turística ciudad de Pogradec, bañada por el lago Ohrid que Albania comparte con Macedonia. “Los que tenían algo de dinero para pagarse el viaje ya se marcharon. Aquí quedamos los más pobres”, comenta Fatime, quien, con un pequeño crédito del banco, consiguió montar un modesto negocio de frutas y verduras en el centro del pueblo. “¿Ves esta caja de uva podrida? Lleva una semana aquí. Nadie vino a comprarla porque el precio de 80 céntimos el kilo les parece caro”, se lamenta entre suspiros. Pronto va a cerrar el negocio porque, dice, “no puedo trabajar para mantener a los pobres”, en alusión a que muchos clientes no tienen con qué pagarle y no le queda otro remedio que fiarles. El campesino Zyber Afisllari, cabeza de una familia de siete miembros que sobreviven con 100 euros al mes, confiesa entre lágrimas que le cortaron la luz en su casa por no pagar los 3200 euros que debe a la compañía eléctrica estatal.
La vida es dura en este pueblo de apenas mil habitantes, ya que para tener agua potable hay que caminar entre dos y tres horas hasta llegar a un manantial en la montaña. La mayoría de sus habitantes bajaron de las zonas montañosas y frías de Mokrra y se establecieron en Verdove con la esperanza de encontrar trabajo en el sector de la construcción en Pogradec o en la vecina Grecia. Sin embargo, la crisis hizo que muchos quedaran desempleados y sin ningún ingreso para mantener a sus familias numerosas, lo que los empuja a migrar hacia países como Alemania, Suecia, Noruega y Dinamarca, donde sueñan con dar una vida mejor a sus hijos. “Volví de Grecia hace cinco años con la idea de que Albania había cambiado. Pero nada. Aquí no hay perspectiva. La enseñanza y la salud no funcionan. No hay justicia y los políticos son corruptos”, señaló Bledar, uno de los albaneses que migró por partida doble: acaba de volver de Finlandia después de que las autoridades de ese país rechazaran su solicitud de asilo.
“Todos queremos vender casas, tierras, vacas y huir, pero tenemos miedo de lo que puede pasar si nos devuelven”, afirmó Vane, de 40 años. Según datos del gobierno alemán, 29.353 albaneses solicitaron asilo en Alemania en los siete primeros meses del año en comparación con las 4590 registradas en el mismo período de 2014 y la inexistencia de peticiones en 2012 y 2013. El número creció hasta llegar a la cifra récord de 7633 solicitudes en julio, lo que posiciona a los albaneses en segundo lugar como demandantes de asilo, solo por detrás de los sirios.
La embajada alemana en Tirana publicó un calendario según el cual unos 700 albaneses serán repatriados a su país este mes. Para frenar esta oleada de migrantes, la mayor desde la caída del comunismo hace 25 años, Tirana ha reforzado los controles en los pasos fronterizos con un mayor despliegue policial.
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